Los desafíos energéticos de la humanidad y del planeta en el futuro inmediato, se fundamentan en la sustitución de los finitos y cada vez más escasos recursos no renovables derivados de hidrocarburos, y en la reducción de los niveles de contaminantes atmosféricos promotores de las variaciones en los regímenes climatológicos. A pasos agigantados se buscan soluciones. Una de las más potentes y en auge vertiginoso, se basa en la utilización de hidrógeno como infinita fuente limpia de energía alternativa.
El hidrógeno es el elemento más abundante, primitivo, ligero, básico y ubicuo del que se tenga conocimiento. La ciencia afirma que representa cerca del 75% de la materia observable del universo, y al emplearse como recurso energético puede llegar a convertirse en combustible eterno, casi inacabable y además libre de carbono.
Las tecnologías disponibles permiten, en la actualidad, su uso extendido como fuente de energía, sin embargo, a escala planetaria se aprecian pocas iniciativas en el ámbito de la inversión privada, y menos determinaciones en la esfera de los gobiernos y entidades públicas que den cuenta de un accionar responsable en dicha dirección.
De entre las iniciativas más prometedoras está la creación del Consejo del Hidrógeno, bajo auspicio de más de una docena de gigantes empresas internacionales al amparo del Foro Económico Mundial de Davos de 2017, cuyo propósito transcendental es la conquista del conocimiento para su utilización como componente energético.
La revolución del hidrógeno está en marcha y se pasea en frente de la contemplación pasiva de quienes se aferran a patrones de consumo tradicionales basados en petróleo, gas y carbón: Japón adelanta planes que brindarán sistemas combinados de calor y electricidad formados por hidrógeno para atender a más 5 millones de hogares en la próxima década; Inglaterra avanza con su proyecto piloto en la ciudad de Leeds de sustituir redes de gas natural por redes de hidrógeno antes de 2026; Islandia ha venido implantando un sistema de transporte público y automóviles particulares que emplearán hidrógeno como combustible, etc. Muchas de las experiencias de este tipo están teniendo lugar en cada vez un mayor número de localidades.
En diversos ámbitos: sistemas de transporte, automóviles, navegación, producción de electricidad, tecnología aeroespacial, etc., las aplicaciones basadas en hidrógeno avanzan aceleradamente. Mientras esto ocurre, cabe la interrogante ¿Quiénes están siquiera evaluando los escenarios futuros del hidrógeno y sus potencialidades en nuestros países?
¿Por qué existe tanta resistencia a aceptar los nuevos paradigmas de los combustibles y no se ha producido un giro en los hábitos de consumo energéticos?, siendo que el hidrógeno, posee tan extraordinarios atributos (lo mismo que otras opciones de energías renovables no contaminantes), no se justifica tamaña inacción, sobre todo por parte de la institucionalidad de los Estados, en manos de quienes la humanidad confía su destino. Ha llegado el momento de develar las pesadas cortinas de los intereses que ocultan la ambición mercantil y la complicidad política de los factores de poder negados al cambio.
Como suele suceder en las revoluciones, el viejo régimen reacciona e intenta frenar lo inevitable y pone en práctica reformas cosméticas, pero a la postre finalizará una época y arrancará una nueva etapa, en este caso: la edad del hidrógeno, y con ello, corresponde propiciar el ascenso de una clase emergente: la ciudadanía universal, tras la eliminación de los privilegios de quienes detentan el monopolio de la energía y, la proclamación de la igualdad de todos en el aprovechamiento democrático de los acervos disponibles.
Más temprano que tarde, han de superarse el aletargamiento y la inacción de la sociedad respecto de su futuro, y se pondrá fin a las operaciones encubiertas que silencian iniciativas que, de llegar a acogerse como políticas públicas masificadas, detendrían de cuajo el deterioro de la biósfera y posibilitarían un despliegue nunca visto de la creatividad humana desprovista de las ataduras impuestas por limitaciones energéticas.
El hidrógeno promete convertirse en un recurso que incluso pueda ser producido en los propios hogares, por lo que se instaurará un sistema de libertad energética absoluta. De allí que generalizar la información y patrocinar la conciencia ciudadana necesaria para la acción transformadora, es una tarea impostergable, y en tal sentido, le corresponde a la civilización alistarse para lo nuevo. Sin lugar a dudas, será una época de trascendencia existencial.
Hidrógeno como fuente de energía
Nuestro Sol utiliza el hidrógeno para fusionar sus átomos en helio; el calor y la luz que llega a la tierra provienen del resultado de tales reacciones nucleares. Ello nos da una clara pista de las capacidades inherentes a dicho gas ligero y de su potencial aprovechable.
Ahora bien, el hidrógeno es un vector energético que no se encuentra disponible a primera mano en la naturaleza como en el Sol o el resto de las estrellas. En nuestro planeta este elemento no se halla en estado libre, aislado y concentrado en “yacimientos” o depósitos naturales, sino asociado en moléculas más grandes repartidas en diversos medios, de los cuales el más común y abundante es el agua.
Que se tenga conocimiento, fuera de la Tierra, el lugar más próximo donde existe abundante hidrógeno en estado puro además del Sol es el planeta Júpiter, y la humanidad no cuenta aún con los medios tecnológicos para explotar tal riqueza. Por tanto, al no tratarse de una fuente primaria de energía, esto es, un combustible que se pueda extraer directamente en nuestro planeta como se hace con el carbón, el petróleo o el gas natural, debe en consecuencia ser producido.
El hidrógeno como combustible es muy eficiente y por lo tanto atractivo. Entre sus virtudes destaca el hecho de poder extraer energía a partir su combustión en presencia del oxígeno desechándose tan solo como subproducto, agua. Una apreciable diferencia al compararlo con procesos similares de obtención de energía a través de combustibles fósiles basados en el carbono, de cuya reacción con el oxígeno se crean gases efecto invernadero.
Una pequeña cantidad de hidrógeno puede generar grandes sumas de energía limpia. Efectivamente, no es temerario afirmar que este elemento es capaz de saciar el hambre global de energía y además lo haría de manera eficiente y ecológica.
Todo ello sin mencionar el potencial infinitamente mayor que se espera obtener, al desarrollarse la energía de fusión a partir de átomos de hidrógeno, cuando el proyecto global «ITER» , Reactor Termonuclear Experimental Internacional (por sus siglas en español), que engloba a 35 países, abone los primeros resultados favorables estimados en 2025, una vez se logre obtener plasma de fusión en las instalaciones de Cadarache al sur de Francia.
Además, su poca toxicidad lo convierte en un vector energético seguro en comparación con otros combustibles. Si se produjese una liberación accidental de este elemento, los riesgos para personas y medio ambiente serían prácticamente inocuos.
La obtención del hidrógeno
Dada la inexistencia de minas de hidrógeno, su obtención se logra por medio de hidrocarburos o agua, y en ambas modalidades se requiere invertir energía. Dichas técnicas son muy populares y comunes y, dependiendo de la metodología utilizada puede ser más o menos costoso el proceso de manufactura, aun cuando actualmente se adelantan diversas investigaciones en busca de simplificar aún más las formas de producción.
El método químico de producción más utilizado, por ser el más económico, es la reformación del gas natural. Para los propósitos medioambientales, tal procedimiento es inadecuado por la emisión de contaminantes. Además, está la cuestión de la finitud de los hidrocarburos, condición que limita en el tiempo la fabricación industrial del hidrógeno.
La electrólisis a partir del agua es el otro modo de obtención de hidrógeno, más costoso, por ahora, pero significativamente más apropiado para los fines ambientales y para la democratización del recurso.
El método de electrólisis consiste en pasar una corriente eléctrica por agua para separar el oxígeno y el hidrógeno de las moléculas de agua (H2O). En tal sentido, se demanda emplear ciertas cantidades de energía eléctrica previamente generada.
El mayor reto supone producirlo sin la utilización de electricidad generada por combustibles fósiles, bien a través del uso de reactivos químicos o mediante energías renovables. Es decir, el hidrógeno puede ser clasificado como energía limpia (hidrógeno ecológico) siempre que en su proceso de manufacturación se aplique electricidad verde como la solar, eólica, hidrológico, entre otras.
Al respecto, el caso más emblemático conocido es el de Islandia, donde se produce hidrógeno ecológico por medio de la hidrólisis basada en la geotérmica. Gradualmente, los islandeses han ido basando su economía alrededor del hidrógeno, al disponer de redes de distribución que abastece vehículos, camiones y barcos equipados con motores de hidrógeno, lo que la convierte en la primera nación con importantes desarrollos de tecnologías del hidrógeno.
Usos presentes del hidrógeno
El empleo más extendido hasta la fecha, se relaciona con procesos industriales tales como el mejoramiento de hidrocarburos (hidrocraqueo), la producción del amoníaco (quinto compuesto de mayor producción industrial), también es utilizado en la hidrogenación de aceites y grasas, para la síntesis de plásticos, poliéster y nailon, tanto como para la producción de ácido clorhídrico.
Del mismo modo se usa como combustible para cohetes (programas aeroespaciales), combustible para barcos de tracción eléctrica, como fuentes de generación eléctrica, en centrales térmicas modulares, en sistemas de calefacción, en investigaciones criogénicas y en sistemas de enfriamiento, entre otras aplicaciones que incluye energía de propulsión de vehículos y producción de electricidad para uso doméstico.
Entre todos los usos conocidos, ocupa la atención estelar a escala global el empleo del hidrógeno como combustible limpio a través del cual propulsar vehículos y generar electricidad, paradigma que de llegar a instaurarse supondría una verdadera revolución energética.
Células de Energía: la tecnología que hace posible hasta lo impensable
La invención de las Células de Energía ha hecho posible que el hidrógeno se abriese paso entre todos los combustibles tradicionales, al ser éste un proceso idóneo para producir electricidad y calor de forma eficiente, silenciosa y sin emisiones contaminantes.
Para comprender la tecnología de las Células de Energía o simplemente Células de Combustibles, o bien Pilas de Combustible de Hidrógeno, nos basta con describirla como un mecanismo electroquímico con un flujo continuo de combustible (hidrógeno) que produce electricidad de forma controlada. La corriente eléctrica resultante puede emplearse para hacer funcionar cualquier circuito externo (por ejemplo, el motor de un vehículo eléctrico).
Las pilas de combustible no son baterías convencionales, estas últimas son unidades de almacenamiento de energía, vale decir, el combustible se encuentra en su interior y crean energía hasta que éste se consume. En el caso de las Pilas de Combustible los reactivos necesarios para generar energía (hidrógeno y oxígeno) se suministran como un flujo continuo desde el exterior, permitiendo la generación de energía de manera ininterrumpida.
Vehículos de hidrógeno, la movilidad verde sigue dando pasos
El vehículo de hidrógeno es en esencia un vehículo eléctrico, pero de rango extendido, es decir, a partir del hidrógeno depositado en un tanque, el sistema de la pila de combustible hace las veces de generador eléctrico que recarga una batería, quien a su vez surte la electricidad necesaria para hacer funcionar el vehículo. Realmente son las baterías quienes propulsan el motor eléctrico, solo que en este caso no se recarga por medio de una conexión eléctrica (enchufe) como lo hacen los vehículos eléctricos convencionales.
Aún cuando todavía no se fabrican ni comercializan a gran escala vehículos de hidrógeno, las grandes corporaciones y marcas de vehículos aceleran sus investigaciones a fin de optimizar el performance de sus productos, muchos de los cuales ya están a la venta desde hace años y recientemente su demanda va en aumento.
En términos prácticos, el funcionamiento de los vehículos de hidrógeno es equivalente a los empleados en todo el mundo a base de combustibles fósiles, ya que se debe llenar el tanque de hidrógeno al igual que se hace con la gasolina y el diésel a través de surtidores.
Los retos para la implantación de este tipo de vehículos están ligados a los costos de fabricación, así como a los propios costos de producción de hidrógeno y la masificación de los surtidores en estaciones de servicio. Todos estos factores guardan relación con la voluntad política de gobiernos y empresas privadas, misma que puede influenciarse desde la agitación y el escrutinio de la opinión pública mundial.
¿Eléctricos o de hidrógeno?, la opción del ganar o ganar
Ambos vehículos poseen motor eléctrico por lo que son en esencia similares, la diferencia fundamental radica en el tipo de baterías, en el caso de vehículo de hidrógeno se emplean pilas de combustible que generan su propia electricidad, y en los vehículos eléctricos, baterías de litio que demandan recarga directa mediante una toma de corriente conectado a una fuente externa. Además de este contraste, existen otros bemoles que determinan la conveniencia de uno u otro.
El litio es un elemento natural escaso y por tanto su energía no puede considerarse renovable. Las reservas mundiales se concentran primordialmente en Suramérica (Bolivia y Argentina) y en Asia (Afganistán). Su obtención, hoy por hoy, no ofrece seguridad de suministro de materia prima a los fabricantes de este tipo de automóvil, por cuanto la demanda supera la oferta y ello amenaza a las grandes industrias como Tesla, Toyota, Nissan, Volkswagen, o las Chinas BYD, Dongfeng Motor Group, Great Wall Motor, entre otras.
Existen opiniones divididas respecto a las bondades del litio como “petróleo del futuro”, por un lado, están quienes creen que las baterías provistas de este metal duran poco, entre 4 a 5 años, que su reciclaje supone elevados costos económicos y energéticos, y que las reservas no son suficiente para sostener el mercado. Por otro lado, quienes divergen argumentan que, dada la poca cantidad requerida para la fabricación de baterías, habría suficientes reservas para satisfacer por cientos de años los requerimientos para el transporte con motorización eléctrica.
En todo caso, sin entrar en tales polémicas, lo cierto es que, si avanza la masificación del uso del vehículo eléctrico, será preciso ampliar la generación eléctrica de los países donde ello ocurra, puesto que, llegado el momento de coincidencia de cientos de miles de recargas de baterías de litio en simultáneo, las capacidades actuales de las redes eléctricas no soportarían dicha demanda.
En cambio, la producción de hidrógeno empleando la red de electricidad convencional se puede efectuar en las horas de baja demanda energética (madrugadas u horas valle de demanda), así la disponibilidad de hidrógeno se incrementa y dada su capacidad de almacenamiento se puede poner a disposición en cualquier momento sin necesidad de acrecentar la oferta eléctrica.
Recarga, costos y autonomía
En principio, instalar puntos de recarga de baterías de litio es relativamente mas sencillo que instalar surtidores de hidrógeno, pero ello depende en grado sumo de las condiciones de cada país y de las políticas de estímulo que se brinde.
Ya existen experiencias en varios países donde la red de suministro de hidrógeno está bastante desarrollada, bien a través de generación del hidrógeno in situ, del abastecimiento mediante camiones, o por medio gasoductos desde centros de producción emplazados cerca. Por lo general, evitar el transporte desde largas distancias supone ahorros considerables de costes que, finalmente, permiten ser competitivos con el resto de los combustibles derivados de hidrocarburos o de recarga eléctrica.
Los vehículos de hidrógeno poseen la ventaja de un repostaje similar a la de la gasolina o el gasoil, de 3 a 5 minutos para llenar sus depósitos dependiendo del tamaño del tanque de almacenamiento.
Por su parte, la recarga de los vehículos eléctricos es mayor y varían en dependencia de la potencia instalada en los enchufes; la convencional requiere 8 horas de recarga, es decir durante la noche, la semi-rápida 4 horas, y la rápida 30 minutos el 80% de la batería. El fabricante Tesla ofrece también la modalidad de recarga super-rápida de 20 minutos o menos para abastecimientos parciales, pero estos conectores son escasos dado que masificarlos supone costos muy elevados.
En los actuales momentos la tecnología de los vehículos de hidrógeno es costosa, un poco mayor a los eléctricos, no obstante, su mayor autonomía y menor tiempo de repostaje pudieran compensar el factor precio.
Los fabricantes Toyota, Honda y Hyundai ya cuentan con vehículos de hidrógeno comercializables cuya autonomía oscila entre los 800 y 1000 Km, lo cual significa que la era de la movilidad a base de hidrógeno ha llegado. Por su parte, los modelos eléctricos S y X de Tesla se acrecen a los 600 Km de autonomía con una carga completa de sus baterías, pero estas versiones son tan costosas como cualquier otro vehículo de hidrógeno con iguales prestaciones.
Como es habitual en todo inicio de implantación de nuevas tecnologías, los costos iniciales son altos y ello la aleja de las grandes mayorías. Normalmente se espera que los precios bajen conforme progresa la técnica.
Tanto los vehículos eléctricos como los de hidrógeno representan extraordinarias iniciativas que demandan acompañamiento social, económico y político. Lo previsible, además de sensato y adecuado, es que ambos tipos de vehículos están llamados a sustituir la matriz de movilidad basada en combustibles fósiles. En cada región se irá abriendo paso cada una de estas modalidades en la medida en que las condiciones vayan dándose positivamente.
Generación eléctrica a partir del hidrógeno. La complementariedad energética ha llegado
Producir electricidad es uno de los factores más contaminantes, dado el vasto y permanente uso de recursos fósiles. De allí el auge de energías renovables como la solar o la eólica y, en un futuro cada vez más cercano, también el hidrógeno se sumará a tal ecuación energética libre de emisiones de carbono.
La generación eléctrica por medio del hidrógeno comienza con la obtención previa de dicho elemento mediante disociación del agua en las pilas de combustible. Después de la disociación, el hidrógeno se comprime para optimizar su almacenamiento en volúmenes menores.
A fin de transformar el hidrógeno en energía eléctrica, se utilizan motores de generación eléctrica análogos a los que emplean gas natural pero adecuados al hidrógeno como combustible. Los generadores absorben oxígeno del entorno exterior y lo mezcla con el hidrógeno produciéndose la combustión.
Cosechar el sol y el viento
Como se sabe, tanto la energía solar como la eólica son de naturaleza aleatoria y discontinua, no pueden ser aprovechadas eficientemente y de manera regular en todas las latitudes del planeta, ya que su disposición varía de acuerdo a la tasa de exposición solar o las intermitencias de los vientos en cada región.
Con el hidrógeno se puede complementar el ciclo de generación de electricidad solar y eólica y cerrar las fisuras provocadas por las oscilaciones del clima, esto es, emplear las radiaciones solares y el viento disponible para surtir en primera instancia el flujo eléctrico en los momentos que haya disponibilidad climática, y utilizar los excedentes para producir hidrogeno en horas de poco consumo energético (horas valle de demanda). El hidrógeno producido y almacenado se utilizaría para generar electricidad en horas nocturnas, o bien durante los períodos de alta nubosidad, mientras no sople el viento, o cuando las pilas de almacenamiento de energía se agoten.
Especialmente durante la noche se produce mucha energía de origen eólico, por lo que cuando la demanda eléctrica disminuya durante la madrugada se puede metafóricamente “almacenar el viento”, esto es, aprovechar plenamente la energía disponible y sobrante que de otra forma se desperdiciaría, empleando el hidrógeno obtenido como combustible disponible capaz de atender la demanda en todo momento.
Almacenar energía eléctrica creada en una granja solar o parque eólico, incluso en plantas termoeléctricas a base de combustibles fósiles es posible si los excedentes de electricidad, se destinan a la producción de hidrógeno. Este método es una alternativa muy eficiente dado que no existen baterías suficientemente potentes que funjan como depósitos de la energía excedente de los procesos de generación de electricidad.
El almacenamiento de electricidad a gran escala sigue siendo un problema latente. El desafío de cambiar el mundo de la energía pasa entre otras alternativas, por complementar los modelos centralizados con sistemas de generación distribuida y asumir nuevas políticas de gestión. Sustituir las grandes e ineficientes centrales termoeléctricas donde se quema carbón, petróleo o gas por pequeñas y medianas redes interconectadas de generación eólica y solar, con capacidad de almacenar energía en forma de hidrógeno, ya es una realidad tecnológica a disposición de la humanidad. ¿A qué esperar para su implementación?
Hogares de hidrógeno: una mirada al futuro
Cada vez es mayor el número de proyectos que aprovechan alguna forma de energía limpia para atender aspectos de la cotidianidad. Hasta ahora la solar y la eólica son las fuentes mas aprovechadas, pero en últimos tiempos el uso de hidrógeno gana terreno y se abre paso entre las preferencias, sobretodo por su capacidad de almacenaje.
Ya están disponibles esquemas simplificados que incorporan el acopio de hidrógeno en los hogares, creado a partir de energía solar. Se trata casas que logran su autosuficiencia 24 horas al día, gracias a la energía solar y al hidrógeno.
El sistema aprovecha todo el potencial disponible del sol sin restricciones. Tras la instalación de paneles solares, mucha de la energía no aprovechada durante el día se almacena en baterías. A continuación, se aplica parte de dicha energía excedentaria en electrólisis, produciéndose y almacenándose así hidrógeno para su posterior uso como combustible para generadores eléctricos durante las noches.
Casas de este tipo ya existen en Chiang Mai, Tailandia, donde el sistema utilizado a máxima capacidad es capaz de generar hasta 2.000 litros de hidrógeno por hora, con tanques de hasta 90.000 litros de capacidad. En dichas casas, la demanda de electricidad promedio es de 200 KW/h, misma que es atendida en parte por las baterías instaladas de 120 KW/h tanto como por el hidrógeno que aporta los 80 KW/h restantes.
Estas ecoviviendas incorporan una audaz e innovadora tecnología de almacenamiento energético, a fin de solventar problemas inherentes a los paneles solares que sólo funcionan mientras haya luz solar y que, a menudo, generan más energía de la necesaria. También cuentan con paneles térmicos que se emplean para obtener agua caliente, así como lámparas LED de baja potencia para ahorro en iluminación.
Una revolución avisada
Los campos de aplicación del hidrógeno, como se ha visto, son tan diversos como la creatividad humana y el escrutinio científico lo permitan: es un elemento dinamizador de la economía, generador de energías renovables, catalizador de arreglos medioambientales, palanca para la movilidad verde, combustible para la autosuficiencia de hogares, auspiciante de equilibrios sociales en el acceso a la energía sin limitaciones, precursor de la exploración del cosmos, entre otras tantas posibilidades que por razones de extensión no se han presentado en este material.
Es casi unánime la opinión de los conocedores del tema del hidrógeno, de las grandes empresas que invierten en su desarrollo, y de la comunidad científica en general, respecto a que los átomos de hidrógeno serán la fuente de energía del futuro, por tanto, factor de controversias y disputas, pero también auspiciante de esperanzas y herramienta de liberación. En tanto, el mundo debe aún transitar un largo camino antes de alcanzar una visión común de economía de hidrógeno, principio determinante del adecuado sostenimiento ambiental y desarrollo social.
Se trata de un recorrido que amerita ingentes esfuerzos coordinados por parte de una diversidad de actores, antes de convertirse en la base que cambie para siempre los hábitos energéticos que la humanidad conoce, y modele nuevas relaciones y factores de producción de la economía planetaria.
Solo desarrollando una economía fundada en recursos renovables democratizados y redistribuidos, se podrá garantizar una vida humanamente gratificante y se construirá un mundo equitativo, justo, inclusivo, libre y solidario para toda la especie.
Así como no pueden detenerse las reacciones nucleares que fusionan átomos de hidrógeno en el sol, tampoco se puede tapar “el hidrógeno” con un dedo. Lo inevitable busca su curso gravitacional, la economía del hidrógeno avanza con trayectoria de colisión hacia los estadios superiores del futuro de la humanidad. Prepararse para ello, no es una apuesta inteligente, es mero sentido común.
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> Científicos crean batería para almacenar energía renovable
0 comentarios
Excelente artículo..Bendiciones!
Amén, Saludos Ana.
Excelente artículo. La información es alentadora y sinceramente creo que la única forma de iniciar la ruptura con los combustibles fósiles , aparte de la evangelización del tema hidrógeno como fuente de energía, es que alguien invente (si no está ya inventada) la «célula de obtención de H popular». Es decir un dispositivo que la mayoría de las personas pueda manejar y obtener hidrógeno en cantidades suficientes como para complementar el consumo que se obtiene de la red eléctrica y, eventualmente, eliminar totalmente la dependencia de dicha red. Algo así como lo que fué MS Windows en la computación. Algo que todo el mundo pueda manejar. Un cordial saludo.
Gracias por tu comentario Javier, ¡saludos!
[…] ese sentido, la invención de las células de energía (pila de combustible) hizo posible que el hidrógeno se abriera paso entre todos los combustibles […]
[…] el hidrógeno y su vasto potencial para modificar paulatinamente la matriz energética del país, es un reto […]
Excelente articulo, las energías renovables son sin lugar a duda un futuro inevitable.
Y en nuestro país poco utilizadas debido a la poca motivación recibida para su uso, estamos en el deber de cambiar.
Excelente articulo, las energías renovables son sin lugar a dudas el futuro es solo cuestión de superar esa resistencia al cambio y de afinar detalles y reducir costos.
Es una lastima que en nuestro país(Venezuela) no exista motivación a su uso, cosa que en mi opinión debería comenzar a cambiar, iniciando con una nueva legislación del sistema eléctrico y en lo posible los nuevos grades consumidores de energía (por ejemplo los mineros de criptomonedas que son muy rentables gracias al muy bajo costo de la energía en el país), exigirles que autogeneren un porcentaje de la energía consumida, esto brindaría un inicio en el país.