Son diversas las historias que rodean la mítica figura de María Lionza. Su sola mención remite a una parte importante de la tradición oral venezolana, que ha evolucionado desde tiempos ancestrales hasta hoy: un culto sincrético con rasgos de las culturas indígena, africana y europea.
Tras cientos de años de existencia, muchos coinciden en aseverar que el culto a esta mítica figura se remonta a tiempos ancestrales, pues se fundamenta en rituales con que los indígenas honraban a las fuerzas de la naturaleza en cuevas y montañas.
Una de las historias más conocidas refiere que los indígenas de esta zona del país tenían como deidad a una figura femenina llamada Yara, diosa de la naturaleza y del amor. Incluso hay lingüistas que señalan que el vocablo yaracauy, del cual proviene el nombre Yaracuy, significa lugar de Yara.
Pero esta no es la única versión del origen de la reina María Lionza. Sea cual sea éste, su importancia entre las bases culturales y espirituales de la venezolanidad, ha trascendido al arte y la literatura.
El mito y su origen

Yara, detalle del mural elaborado por el pintor venezolano Pedro Centeno Vallenilla. Obra ubicada en el Circulo Militar de Caracas.
La diversidad de relatos sobre María Lionza, en la tradición oral, ha imposibilitado aseverar cuál es el verdadero origen de este mito. El punto coincidente es su antigua data: Una leyenda remonta al tiempo en que los pueblos originarios que habitaban lo que hoy se conoce como el estado Yaracuy, quienes veneraban a una antigua deidad indígena llamada Yara. También conocida como Igpupiara Caapora, Yuripari, Chía, Yubecaiguaya y Bauchué.
La consideraban como la Diosa de la Naturaleza y del Amor. Según algunos lingüistas, el vocablo Yaracauy, que da origen al nombre del estado, significa «lugar de Yara». De acuerdo a la descripción que los indígenas hacían de ella, Yara era una mujer de grandes ojos verdes y amplias caderas. Su cuerpo despedía el olor de las orquídeas, su lisa y larga cabellera, que adornaba con tres flores detrás de las orejas, se extendía hasta su cintura.
Relata la leyenda que Yara, hermosa princesa indígena, fue raptada por una enorme culebra, dueña de las lagunas y los ríos, que se enamoró de ella. Enterados los espíritus de la montaña decidieron castigar al reptil, haciendo que se hinchara hasta que reventó y murió. Luego nombraron a Yara madre protectora de la naturaleza y reina del amor.
El mito de Yara sobrevivió a la conquista española, aunque sufrió algunas modificaciones. La historia fue cubierta por la religión católica con el manto de la virgen cristiana, y tomó el nombre de Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar. Sin embargo, con el paso del tiempo, sería conocida como María de la Onza y luego como María Lionza. Así sustituyó la figura de la divinidad autóctona, que luego se mezclaría con la creencia de otras culturas.
Los relatos sobre María Lionza
La primera versión escrita conocida sobre el mito de María Lionza fue publicada en el año 1939, en la revista Guarura. Contenía comentarios acerca de la diosa, su ambiente y las entidades subalternas que le rodean, escritos por Gilberto Antolinez, quien estaba haciendo una recopilación etnográfica de los indígenas.
En 1945 el mismo investigador publicó en El Universal un texto titulado La Hermosa Doncella de los Nívar, como parte del artículo Mitología Yaracuyana. Allí el etnógrafo relata que mucho tiempo atrás, los habitantes de Yaracuy recibieron un mal presagio acerca del nacimiento de una niña de ojos verdes.
Justo antes de la conquista española nació una niña con esas características. Debido al presagio estaba destinada a ser ofrecida en sacrifico a la gran Anaconda. Pero el padre la escondió por años en un lugar secreto donde creció. Un día los guardias que la cuidaban se durmieron y ella escapó. Fue al campo y encontró en su camino un bello lago donde vio, con fascinación, su reflejo en el agua. En ese momento tomó la forma de una anaconda y creció tanto que su cuerpo explotó y desbordó las aguas, trayendo inundaciones al pueblo. Aseguran que su cabeza quedó en Acarigua y su cola en Valencia.
Otras versiones afirman que el nombre María deriva de una dama española encomendera de Chivacoa, María Alonso. Mujer poseedora de muchas onzas de oro que, al morir, fue bautizada como María de la Onza. También hay quien dice que se trataba de una indígena llamada así por su costumbre de montar un jaguar u onza.
Registro y evolución del mito

Fotografía de Miguel Moya.
El mito forma parte de la riqueza espiritual y de la herencia aborigen de Venezuela, un patrimonio vivo que se renueva y se expresa en el misterio de la femineidad.
Los nombres María Alonso, María de la Onza, Marialionza y María Lionza han ido definiendo, en la tradición oral, los rasgos ambivalentes de la diosa. Rasgos que responden a los intereses de los diferentes grupos sociales que participan de la creencia desde las primeras décadas del siglo XX.
En la década de 1980 investigadores dieron a conocer una nueva versión de su origen, que la describía como una mujer de marcados rasgos indígenas, bisnieta del Inca Atahualpa quien, huyendo de los españoles, emigró a la Amazonía para conformar lo que después se denominaría el Imperio del Dorado. Esta versión le suma a la mítica figura una nueva característica como representación del amerindio.
La antropóloga Angelina Pollak presentó, en 1985, otra versión del mito en la que María Lionza figura como una diosa feroz que protege la selva. Persigue al cazador que mata inútilmente a los animales y al campesino que quema los bosques.
Aunque los etnólogos han determinado que el mito es constantemente descrito en los círculos del culto, es difícil encontrar una versión escrita. Varias sacerdotisas describen a la Reina como una fuerza cósmica procedente del universo, que se manifiesta de diferentes formas: jaguar, venado, serpiente o una gran mariposa azul.
Patrimonio cultural
La memoria histórica del pueblo venezolano está vinculada con aspectos mágico religiosos. Desde los comienzos de la humanidad, los seres humanos han interpretado y rendido culto a su entorno natural.
En ese marco, la tradición del culto concentra un amplio caudal de conocimientos, creencias y rituales, transmitidos fundamentalmente de forma oral. Estos constituyen bienes culturales intangibles debido a su significación para amplios sectores de la sociedad venezolana.
Convergen en el culto elementos y conceptos religiosos de los sistemas de creencias indígena, europeo y africano. Los cuales están representados en las llamadas tres potencias: el Cacique Guaicaipuro, la Reina María Lionza y el Negro Felipe.
Su evolución a través de las diferentes etapas históricas del país, le ha permitido asimilar elementos que le mantienen vivo en el imaginario del colectivo, garantizando y acentuando su permanencia como parte de lo afirmativo venezolano.
Monumento Natural Cerro María Lionza
El mito y el culto tiene su asentamiento inicial en las zonas montañosas del estado Yaracuy, específicamente en el Monumento Natural Cerro María Lionza, nombrado así mediante el Decreto N° 234, del 18 de marzo de 1960.
El espacio asociado a esta deidad, de gran significación mítica y una connotación sagrada para los cultores, es también un patrimonio natural. Un macizo montañoso donde nacen los ríos Yaracuy, Chorro y Charay, que abastecen el embalse Las Majaguas, junto otros cursos de agua dulce, entre los que se encuentran Gurabao, Buria y Turbio.
Con una vegetación característica de los bosques húmedos tropicales, es el hábitat de helechos arborescentes, bromelias, orquídeas y otras especies. La fauna que alberga también es diversa. Destacan el venado matacán rojizo, el mono araguato, la danta, la lapa y el cachicamo.
Es, además, patrimonio arqueológico de la zona. Desde la década de 1970, se han reportado evidencias arqueológicas en espacios sagrados usados para fines ceremoniales, en cuevas y abrigos rocosos fundamentalmente. Restos de osamentas y cerámicas se incluyen en las piezas encontradas.
Fuente de inspiración

Fotografía de Guía de Caracas.
Gran parte de los testimonios orales que refieren las muchas historias de la Reina, han sido recogidos durante años por poetas, escritores e intelectuales como Eliseo Jiménez Sierra, Manuel R. Cárdenas y Gilberto Antolínez, quienes las incorporaron en sus publicaciones a partir de la década de 1940.
Pero no solo ellos han tomado a la mítica figura como inspiración. El pintor venezolano Pedro Centeno Vallenilla le dedicó varias obras. Entre ellas destaca una donde la plasma como una imponente mujer de rasgos indígenas. En sus pinturas el artista destaca la figura de la deidad, pero también el mestizaje, la identidad y el símbolo de una representación femenina de América.

María Lionza y los frutos de la tierra de Pedro Centeno Vallenilla.
En 1951, el artista Alejandro Colina, elaboró la escultura de María Lionza que se ubicó desde esa década en la hoy autopista Cacique Guaicaipuro, antigua Francisco Fajardo. La imagen que trascendió la estética de su época y es parte de los íconos urbanos de Caracas, significativa para los habitantes de la capital y los cultores. Esto quedó evidenciado en el interés que generó, en 2004, la fractura que sufrió la escultura, su desmontaje y el proceso de restauración, culminado en 2011.
Yaracuy, conocida como tierra de leyendas y mitos, alberga uno de los más importantes del país: el de María Lionza. Presente siempre y llena de magia, por encima de cualquier interpretación o representación. Una figura mítica y encantadora que representa la fuerza de la femineidad y la persistencia de los pueblos originarios, parte de lo afirmativo venezolano.
Yara fue un huevo que anidó en el enjambre de parchita de la montaña caquetía.
Sus alas fueron la pulpa, sus ojos de agua ácida. Una mariposa: una flor que vuela.
Cuando cayó de la rama atravesó el macizo de Nirgua y dibujó el río que serpentea su cuerpo.
De la orilla emergió sobre una danta.
La vieron desnuda, reverdeciendo la piel de la tierra.
Nada pudo tocarla, pero todo cuanto tocó floreció.
Indira Carpio. Maria Lionza
Con información de Venezuela Tuya y Desde la Plaza
El mito de María Lionza en la tradición oral del estado Yaracuy
Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano. Estado Yaracuy, municipio Nirgua. Instituto del Patrimonio Cultural, 2007.
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