El número, la intensidad y la fuerza destructiva de los huracanes está creciendo.
El calentamiento global y los cambios que provoca en el clima, aumenta el tiempo que los huracanes tardan en debilitarse una vez que tocan tierra, haciéndolos más devastadores.
Un estudio reciente indica que en la medida que aumenten las temperaturas, los huracanes serán más destructivos y sus efectos impactarán, progresivamente, a las comunidades que están tierra adentro.
La temporada de huracanes del Atlántico Norte de 2020 fue un récord en todo el sentido de la palabra. En medio de temperaturas oceánicas inusualmente cálidas, se registraron 30 tormentas, la mayor cantidad en la historia de estos fenómenos naturales, así como un aumento de la intensidad y frecuencia.
Los huracanes Eta e Iota, los dos últimos del año pasado, fueron catastróficos. Trajeron consigo pérdidas de vida e importantes daños ocasionados por marejadas ciclónicas, fuertes vientos, inundaciones repentinas, deslizamientos de tierra, entre otros.
No solo las comunidades costeras deben prepararse
Cuando un huracán golpea la tierra, la destrucción se limita en gran medida a la zona costera. Esto se debe a que la intensidad de los huracanes, alimentados por la humedad del océano, decae rápidamente después de tocar tierra firme.
Sin embargo, el estudio científico realizado un equipo de la Universidad de Graduados del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa (OIST), evidenció que las temperaturas más cálidas de la superficie del mar aumentan el lapso de tiempo en que el huracán pierde intensidad una vez tocar tierra.
¿La consecuencia? El efecto devastador del huracán podría alcanzar las comunidades que habitan más allá de las zonas costeras.
“Sabemos que las áreas costeras deben prepararse para huracanes más intensos, pero las comunidades del interior, que pueden no tener el conocimiento o la infraestructura para hacer frente a vientos tan intensos o lluvias torrenciales, también deben estar preparadas”, afirma Pinaki Chakraborty, autor principal del estudio y director de la Unidad de Mecánica de Fluidos de la OIST.
Huracanes y altas temperaturas
Si bien muchos estudios han demostrado el impacto del cambio climático en la intensidad los huracanes sobre el océano abierto, este es el primero que establece un vínculo claro entre un clima cálido y los huracanes que han tocado tierra.
Luego de analizar los huracanes del Atlántico norte que tocaron tierra durante los últimos 50 años, los científicos descubrieron que, durante el transcurso del primer día, los huracanes se debilitaron casi dos veces más lento que hace 50 años.
A finales de la década de 1960 un huracán característico perdió cerca de 75% de su intensidad en las primeras 24 de tocar tierra, pero ahora la disminución es de 50%.
“Cuando graficamos los datos, pudimos ver claramente que la cantidad de tiempo que tardaba un huracán en debilitarse aumentaba con los años. Pero no era una línea recta, era ondulada, y descubrimos que estos altibajos coincidían con los mismos altibajos observados en la temperatura de la superficie del mar”, explicó Lin Li, coautor del estudio.
La humedad del océano es el combustible
Para probar el vínculo entre la temperatura más cálida de la superficie del mar y el debilitamiento más lento del huracán en tierra, los científicos realizaron simulaciones por computadora de cuatro huracanes diferentes y establecieron distintas temperaturas para la superficie del mar.
Cuando cada huracán virtual alcanzó una fuerza de categoría 4, los autores simularon tocar tierra y cortaron el suministro de humedad desde abajo (superficie oceánica).
Durante las simulaciones los autores encontraron que, aunque los cuatro huracanes tocaron tierra con la misma intensidad, los que se desarrollaron sobre aguas más cálidas tardaron más en desintegrarse.
“Estas simulaciones demostraron lo que había sugerido nuestro análisis de huracanes pasados. Los océanos más cálidos tienen un impacto significativo en la tasa de desintegración de los huracanes, incluso cuando se corta su conexión con la superficie de estos”, afirmó Chakraborty.
El meollo: la humedad que almacenan los huracanes
Un hallazgo muy importante, resultado simulaciones adicionales efectuadas por los científicos, es la humedad almacenada. Un factor clave que da luces sobre el comportamiento de este fenómeno natural en tierra.
Explican los autores que, una vez que tocan tierra y no pueden acceder al suministro de humedad del océano, los huracanes tienen una reserva de humedad que se agota lentamente.
Los huracanes virtuales creados por los autores para la simulación carecían de humedad almacenada después de tocar tierra, por lo que la temperatura de la superficie del mar ya no tenía ningún impacto en la tasa de descomposición.
«Los huracanes que se desarrollan sobre océanos más cálidos pueden absorber y almacenar más humedad, lo que los mantiene durante más tiempo y evita que se debiliten con la misma rapidez».
Advierten los científicos que el aumento del nivel de humedad almacenada, hace que los huracanes sean más «húmedos». Hecho evidenciado en los huracanes de 2020, que desataron volúmenes de lluvia devastadores, tanto para las comunidades costeras y como del interior.
Modelos climáticos y la humedad almacenada
La importancia de tomar en cuenta la humedad almacenada en los modelos climáticos para predecir el impacto de los océanos más cálidos en los huracanes, es destacada en este estudio, publicado en la revista Nature a finales de 2020.
También refiere la carencia de los modelos teóricos simples, utilizados ampliamente para entender cómo se descomponen los huracanes.
“Los modelos actuales de desintegración de huracanes no consideran la humedad; solo ven a los huracanes que han tocado tierra como un vórtice seco que se frota contra esta y se ralentiza por la fricción. Nuestro trabajo muestra que estos modelos están incompletos”, señala Lin Li.
El equipo científico tiene previsto los datos de huracanes de otras regiones del mundo, con el objeto de determinar si el impacto de un clima cálido en la desintegración de los huracanes se está produciendo en todo el planeta.
“Si no frenamos el calentamiento global, los huracanes que toquen tierra seguirán debilitándose con mayor lentitud. Su destrucción ya no se limitará a las zonas costeras, lo que provocará mayores niveles de daño económico y costará más vidas”, sentenció Pinaki Chakraborty, autor principal del estudio.
Con información de OIST, ONU y Energy News
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