Un total de 222 mil 798 incendios forestales se registraron en Brasil durante el 2020, lo que representa un crecimiento de 12,7% y es la cifra más elevada desde 2010.
De acuerdo a los datos oficiales del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en portugués), el número de incendios incluye los 103 mil 161 ocurridos en el Amazonas, un incremento de 15,6% respecto a 2019, año en que las imágenes del fuego devastando la selva amazónica dieron la vuelta al mundo.
Están incluidos también los 22 mil incendios registrados en Pantanal, el mayor humedal de agua dulce del planeta, cifra que representa un aumento de más de 120%. Según datos del INPE, en septiembre de 2020 las llamas habían alcanzado 2,3 millones de hectáreas del bioma.
Esta llanura aluvial, que se extiende desde Matogrosso del Sur hasta Bolivia y Paraguay, con menor extensión en estos dos países suramericanos, enfrentó el año pasado la mayor sequía de los últimos 47 años.
Incendios y deforestación
La deforestación, impulsada por la expansión de terrenos agrícolas y ganaderos, el acaparamiento de tierras, la explotación maderera y minera y el relajamiento de las políticas medioambientales, está estrechamente relacionada con los incendios del Amazonas.
Cuando se deforesta un área se altera el equilibrio y funcionamiento de esa parte del ecosistema, con un impacto en todo el conjunto. Aunque la vegetación no sea eliminada completamente, el suelo circundante se vuelve frágil y seco, se producen cambios en el microclima de la selva, facilitando la propagación de los incendios porque la tierra se calienta más rápido.
Una de las consecuencias de la deforestación es la liberación del carbono almacenado en el bosque, bien sea por la quema o la descomposición de la madera cortada. Los científicos ya han alertado sobre la transformación de este sumidero natural de CO2 en un importante emisor de este gas.
Perdió más de 840 hectáreas en 2020
La Amazonía brasileña perdió, en 2020, 842 mil 600 hectáreas (8 mil 426 km2) debido a la deforestación. La cifra dada a conocer este enero por el INPE, indica que la devastación fue un 8% menos que la registrada en 2019, año en que alcanzó un récord histórico de 9.178 kilómetros cuadrados, la más elevada desde 2008.
Sin embargo los expertos consideran que la cifra, la segunda más alta desde 2015, es muy preocupante.
El dato indica que la superficie deforestada supera cinco veces a la de la ciudad de Sao Paulo, la mayor de Sudamérica, y equivale a la desaparición de dos canchas de fútbol por minuto.
Otro dato relevante del comunicado del INPE indica que en diciembre de 2020, fueron arrasadas 21.600 hectáreas (216 km2), frente a las 19.000 (190 km2) destruidas en el mismo período de 2019.
En los meses de julio y agosto la deforestación fue mayor con 165.000 hectáreas (165 km2) y 135.000 (135 km2) taladas, respectivamente.
La Amazonía y los incendios en Pantanal
Los incendios del Pantanal en 2020 alcanzaron niveles récord de acuerdo a las cifras del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales. Los 22 mil del año pasado superan los 12.536 contabilizados en 2005.
Hasta septiembre de 2020, las llamas habían acabado con 23 mil 500 kilómetros cuadrados de vegetación en el Pantanal, casi el 16 % del bioma. A modo de ejemplo, la cifra equivale a 15 veces el área de Sao Paulo.
El mayor humedal del mundo enfrenta, además de los incendios, la peor sequía en los últimos 47 años. Durante la temporada de lluvias (Octubre-Marzo), el Pantanal tuvo un 40% menos de volumen de precipitaciones que el promedio del mismo período en años anteriores, según datos de la Corporación Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa, por sus siglas en portugués).
Estas circunstancias provocaron que el río Paraguay registrara el nivel más bajo de las últimas décadas.
Algunos expertos atribuyen la causa del menor volumen de lluvias al impacto de la deforestación sobre el fenómeno meteorológico conocido como «ríos voladores» o “ríos atmosféricos”, afectando su capacidad para llevar agua a otras regiones.
Los “ríos voladores” son los flujos o corrientes de humedad vienen del océano Atlántico tropical, cruzan velozmente la atmósfera sobre el Amazonas alimentándose humedad que este ecosistema evapora, hasta los Andes generando lluvias en el sur de Brasil, Uruguay, Paraguay y el norte de Argentina.
A lo que se suman las acciones humanas como la quema de pasto e incendios para remover restos de árboles después de la tala.
Con información de EFE, BBC Mundo, Revista Semana, France 24 y EFE Verde
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