Fueron cientos los patriotas que murieron en Carabobo el 24 de junio de 1821. La sangre derramada dejó un legado de libertad e Independencia. Doscientos años después, son recordados con admiración y orgullo.
Nevado, el perro del Libertador, el indio Tinjacá, Pedro Camejo, Julián Mellado, Manuel Cedeño, Ambrosio Plaza, el aguerrido Batallón de Cazadores Británicos y su líder, el patriota Ilderton Ferriar, entre muchos otros. Todos ellos son, sin duda, ejemplo del heroísmo y la valentía en una batalla que fue decisiva para la gesta emancipadora venezolana.
Mientras los realistas tuvieron miles de pérdidas, los patriotas enfrentaron más de 200. La mayoría de los cadáveres fueron enterrados en el mismo campo de batalla. “El Ejército Libertador tenía igual fuerza que el enemigo, pero no más que una quinta parte de él ha decidido la batalla. Nuestra pérdida no es sino dolorosa: apenas 200 muertos y heridos”, escribió el Libertador en el Parte de Guerra del 24 de junio de 1821, enviado al soberano Congreso de Colombia.
Historiadores afirman que los heridos y fallecidos patriotas alcanzaron finalmente entre 300 y 500. Una pérdida dolorosa, como señaló Bolívar, pero que representó menos del 10% de las que tuvo el ejército español.
En el Campo de Carabobo, unos monolitos marcan los lugares donde cayeron algunos de nuestros insignes patriotas. Una parte de ellos, se localizan en la zona donde se enfrentaron los batallones realistas con los Bravos de Apure y los Cazadores Británicos. Según documentos históricos, la mayor cantidad de muertos se encontraron en esta área, cercana al Zajón de la Madera.
Recordamos, a continuación, algunas historias como homenaje al variopinto grupo de héroes que murió en batalla por la libertad de Venezuela.
Nevado y Tinjacá
Menos de ocho años tenía Nevado cuando murió atravesado por una lanza enemiga en las sabanas de Carabobo. Junto a él falleció el indio Tinjacá, herido ferozmente por una metralla, cuando acudió a salvar al perro del Libertador.
También llamado Simoncito, Nevado fue un regalo que recibió Simón Bolívar de Vicente del Pino, dueño de la Hacienda Monocoque, localizada cerca del pueblo Mucuchíes, estado Mérida, después de la batalla de Niquitao (1813), una de las triunfales contiendas de la Campaña Admirable.
Lorenzo Tinjacá, conocido como el indio Tinjacá y apodado “El Edecán del Perro, se había alistado en las tropas de Bolívar, por lo que se encargó de cuidar a Nevado, quien acompañó desde entonces al Libertador en varias batallas.
Tinjacá y Nevado fueron apresados por José Tomás Boves, comandante del Ejército Realista, en 1814, pero pudieron escapar. Tras años de lucha, ambos se sumaron a los patriotas que murieron en Carabobo.
Desde 1964 el mucuchíes, raza canina originaria del estado Mérida, es reconocido como el Perro Nacional de Venezuela. En la plaza Bolívar de su pueblo natal, se erigió un monumento en homenaje al indio Tinjacá y a Nevado.
Vengo a decirle adiós
Pedro Camejo, nuestro Negro Primero, apureño y esclavo de nacimiento, cayó mortalmente herido junto a su caballo bajo el fuego enemigo en la batalla decisiva, como él denominó la contienda que se libraría el 24 de junio de 1821.
El Teniente de Caballería del Batallón Bravos de Apure, uno de los más aguerridos centauros de José Antonio Páez, se había unido previamente a las tropas realistas por mandato de su propietario, Vicente Alonzo.
Pero tras comprender los propósitos de la lucha, como le diría al Libertador, se sumó al bando de los patriotas y luchó al lado del General Páez. Se distinguió por su arrojo y valentía. Fornido y corpulento, infundía temor en sus adversarios.
Cuenta Páez acerca de Pedro Camejo en su autobiografía:
“El día antes de la batalla de Carabobo, que él decía iba a ser la decisiva, arengó a sus compañeros imitando el lenguaje que me había oído usar en casos semejantes, y para infundirles valor y confianza les decía con el fervor de un musulmán, que las puertas del cielo se abrían a los patriotas que morían en el campo, pero se cerraban a los que dejaban de vivir huyendo delante del enemigo”.
A los primeros tiros de la batalla cayó mortalmente herido junto a su caballo. Después de replegarse, ante el asombro y reclamo de Páez, se despidió con las palabras: “Mi general, vengo a decirle adiós porque estoy muerto…”
La noticia de que Pedro Camejo fue uno de los patriotas que murieron en Carabobo, produjo un profundo dolor en todo el ejército. Cuando lo supo Bolívar lamentó no haber podido presentar en Caracas a aquel hombre sencillo, y con un peculiar estilo para expresar sus ideas.
Delante de mí la cabeza de mi caballo
“El que quiera alcanzar mañana la gloria de que en el Parte de la Batalla se haga mención honorífica de su nombre, debe hacerse matar, porque hay mucho valiente reunido. Y, además, es la última batalla, y el que quede vivo, queda condenado a morir de viejo o de enfermedad; y esas muertes son muy tristes, no quiero morir de ninguna de las dos”.
Julián Mellado
Comandante del Escuadrón de Dragones
23 de junio de 1821
Entre los patriotas que murieron en Carabobo se encuentraJuan José Rondón, Teniente coronel del Ejército Libertador. Hijo de José Julián Mellado y Ana Josefa Lineros, pardos libres. Inició su carrera militar en el ejército realista en 1813, en El Sombrero, estado Guárico. El mismo día de su incorporación tuvo un altercado con el capitán Francisco Rosete, cuando este intentó vejar a un anciano, lo que hizo que huyera y se alistara en las guerrillas patriotas.
El 2 de abril de 1819 peleó en la batalla de las Queseras del Medio, donde obtuvo La Cruz de los Libertadores. A los 30 años, curtido en combates, Julián Mellado, Comandante del Escuadrón Dragones, adscrito a la tercera división del General Ambrosio Plaza, murió enfrentando al enemigo en las sabanas de Carabobo.
Mellado sabía que el combate era decisivo y en plena batalla lanzó un grito a su amigo y compadre Juan José Rondón: “Compadre, por delante de mí, la cabeza de mi caballo y la punta de mi lanza” y espoleando su cabalgadura se precipitó contra de las filas del batallón realista Velancey, quedando ensartados por las bayonetas, y traspasado su cuerpo por las balas enemigas.
Juan José Rondón es el sujeto que refiere la expresión de Bolívar: «Rondón no ha peleado», en referencia a su heroica actuación en la batalla del Pantano de Vargas en 1819, cuando con su intervención cambió las desfavorables condiciones para los patriotas.
Ninguno más valiente que él
Manuel Cedeño combatió al lado de los grandes generales de la Independencia hasta alcanzar el máximo grado militar de General. Dirigió la II División del Ejército en la batalla de Carabobo, siendo uno de los artífices del triunfo.
La segunda división, al mando del General Manuel Cedeño, llegó por una vía paralela prácticamente al final de la batalla. Al escuchar los disparos de la artillería realista, aceleró su marcha, colocándose a la retaguardia de la primera División.
Escribió Bolívar que de la segunda división, solo entró en acción una parte del batallón de tiradores de la guardia. Pero su General, desesperado por no poder entrar en la batalla con todos los soldados a su mando debido a los obstáculos del terreno, dio solo contra una masa de infantería y murió, en medio de ella, del modo heroico que merecía terminar la noble carrera del bravo de los bravos de Colombia.
Así, el 24 de junio de 1821 Cedeño fue ultimado de un balazo en la cabeza, al empeñarse en rendir al batallón de Valencey, sumándose a los patriotas que murieron en Carabobo.
En su parte de guerra del 25 de junio Bolívar afirma: “La República ha perdido en el General Cedeño un grande apoyo en paz o en guerra, ninguno más valiente que él, ninguno más obediente al gobierno. Yo recomiendo que las cenizas de este General vayan al Congreso Soberano para que se le tribute los honores de un triunfo solemne”.
Por esta notable acción, Simón Bolívar, le confirió el nombre de «Cedeño» a uno de sus escuadrones de caballería en las Campañas del Sur. Desde el 16 de diciembre de 1942 sus restos reposan en el Panteón Nacional.
Un batallón completo
Para apoyar la lucha por la Independencia miembros de la Legión Británica, llegaron al país en 1818. Posteriormente, en 1821, conformaron el Batallón de Cazadores Británicos. Al frente estaba Thomas Ilderton Ferriar.
Esta legión pertenecía a la primera división comandada por el general José Antonio Páez, la cual inclinó la balanza de la victoria a favor de los patriotas.
El 24 de junio de 1821, los hombres del batallón lucharon con fiereza. Aunque superados en número y bajos en suministros, mantuvieron el control de las colinas tácticamente críticas.
El Comandante se negó a ceder su posición y bajó del caballo para dar el grito ¡Rodilla en Tierra! Tras su orden, el diezmado batallón se convirtió en un muro. Las balas golpearon y aniquilaron a los heroicos soldados. El regimiento inglés continuó disparando, pero la muerte los aguardaba. El coronel Ilderton Ferriar cayó herido de gravedad mientras pronunciaba: ¡firmes! ¡firmes!
Fue llevado a Valencia donde fue atendido hasta que falleció el 17 de julio 1821. Al final de la batalla, entre los patriotas que murieron en Carabobo la fuerza legionaria sumaría 119, 11 de los cuales eran oficiales. Bolívar elogió a las tropas de la Legión y las llamó «Salvadoras de mi Patria», señalando que se habían distinguido entre otros ejércitos.
Un heroismo eminente
Ambrosio Plaza, oficial del Ejército de Venezuela, combatió al lado de los patriotas desde las primeras etapas de la guerra, destacándose en varias acciones militares. Jugó un papel importante en la batalla del 24 de junio de 1821, donde asumió el mando de la tercera División.
Cuando solo quedaban por rendir los batallones realistas Barbastro y Valencey, el joven militar logró que Valencey retrocediera, y Barbastro se rindiera. Pero, antes de entregarse, una descarga de artillería de ese batallón hiere gravemente a Plaza, quien moriría al día siguiente en Valencia.
Para ese momento el Congreso le había otorgado su ascenso a General de Brigada.
Bolívar, en el Parte de guerra de la batalla afirmó: “Igual dolor sufre la República por la muerte del intrepidísimo Coronel Plaza, que lleno de un entusiasmo sin ejemplo se precipitó sobre un batallón enemigo a rendirlo. El Coronel Plaza es acreedor a las lágrimas de Colombia y que el Congreso le conceda los honores de un heroísmo eminente”.
Con información de Carabobo 1821. Caminos a la gloria, Héroes de Carabobo, Próceres de Carabobo y Sputnik News
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