La ocupación y explotación ilegal de tierras, la minería a cielo abierto y el agro-negocio son los principales problemas que experimenta la Amazonía en términos de su devastación, misma que en la actualidad supera el 20% del total del territorio original.
Los asentamientos humanos no planificados sirven de basa a las transnacionales, que controlan una superficie estimada de 100 millones de hectáreas. En la Amazonía predomina la ilegalidad y la más absoluta venalidad: existen 90 mil kilómetros de carreteras clandestinas que la cartografía oficial no registra.
La competencia trasnacional para patentar cualquiera porción de vida susceptible de negocio: microorganismos, especies de plantas cultivables, animales, procesos biológicos universales o segmentos genéticos procedentes de seres humanos, se acelera frenéticamente.
Según estudios documentados por Greenpeace, tres transnacionales del agro-negocio, Cargill (la compañía agroalimentaria más grande del mundo), Archer Daniels Midland y Bunge Corporation, son las principales responsables de la destrucción de la selva, la roturación de las tierras, la expulsión de las comunidades locales y el uso de trabajo esclavo en la Amazonía.
En conjunto, estas corporaciones están detrás de por lo menos el 60% de toda la producción de Soja en Brasil, para lo que ha dado soporte logístico y equipamientos: construcción de carreteras, silos y puertos ilegales.
El aprovechamiento de la soja como cultivo industrial supone sembrarla en gran escala, en detrimento de las comunidades. La industria de la soja en Brasil es la menos empleadora por hectárea. Las plantaciones llegan a alcanzar las 10.000 hectáreas, empleando solamente un trabajador por cada 170-200 hectáreas.
El mayor productor y exportador de soja del mundo es el ex Gobernador del estado de Mato Grosso, Blairo Maggi, conocido como ‘El Rey de la soja’, ex ministro de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento de Michel Temer. Ese estado de la región amazónica es, precisamente, responsable del 48% de la deforestación, la cual se incrementó notablemente desde que Maggi llegó a la gobernación en el 2003.
¿Cuál actividad humana es la principal responsable de la deforestación Amazónica?
Las cifras discrepan, datos oficiales, ONG’s y centros de educación-investigación, aportan reportes contradictorios; ¿Cuál es la magnitud de la deforestación de la selva amazónica y cuáles son los principales responsables? No existe acuerdo en torno a la escala alcanzada por el proceso de destrucción, no obstante los indicios son esclarecedores.
Ganadería:
Hay quienes afirman que la principal actividad responsable de la pérdida del bosque amazónico es imputable a la ganadería con fines de exportación de carne bovina. Como tal, un estudio del Centro Internacional de Investigaciones Forestales (CIFOR), da cuenta de que el 80% del aumento del rebaño bovino en Brasil (210 millones de cabezas, siendo el segundo del mundo detrás de India), se ha destinado a la exportación. Aumento de producción que demanda nuevas hectáreas de pastoreo, habida cuenta del declive y degradación de más de 20 millones de hectáreas, destinados a campos de cría ya sobreexplotados.
Madera:
Otros estudios y opiniones apuntan a la explotación maderera realiazada, casi en su totalidad, de forma ilegal y sin criterios tecnológicos apropiados. Dada lo rudimentario de la actividad, la inmensa mayoría de aserraderos desperdician un enorme volumen de madera, que representa en casos extremos, dos tercios de los árboles talados, dada la heterogeneidad el bosque y su predilección por ciertas especies de mayor beneficio comercial.
Lo cierto es que la tala se realiza de forma indiscriminada, las cuadrillas de corte van derribando todas las especies sin distingo, dejando a su paso áreas totalmente despejadas. Para ilustrar la dimensión del daño a la biodiversidad que ello implica, cabe destacar que en la Amazonía puede haber hasta 300 especies de árboles solamente en una hectárea, por lo que la explotación de las especies comercializables implica una destrucción, sin miramientos, de las otras que conviven con ellas.
Soja:
De otro lado, Greenpeace afirma en sus estudios que, hoy por hoy, el cultivo de la soja es el principal vector de la deforestación. Señalan que no es la industria maderera, sino la expansión de la soja, el principal peligro para la selva. Sus estudios incluyeron expediciones y la evaluación de los estragos e impacto ambiental y social, a lo largo y ancho del arco de deforestación que va del Sur del estado de Pará al norte del estado Mato Grosso, incluyendo áreas de Tocantins, Marañao y Rondonia en Brasil. Asimismo, reconstruyó toda la cadena productiva y logística de la soja, desde la Amazonía hasta el destino final del producto: China y Europa, fundamentalmente.
Minerales:
La Cuenca del Río Amazonas contiene aproximadamente 15% de las reservas mundiales conocidas de bauxita, siendo igualmente el mayor proveedor mundial de hierro y acero. Las reservas de oro y diamantes, así como de minerales apreciados por la tecnología como el coltán, son gigantescas y en su mayoría, no han sido cuantificadas ni certificadas. La extracción a manos de los Estados (directamente o por medio de concesiones a privados), o por cuenta de la minería ilegal, avanza sin control dejando a su paso enormes áreas degradadas y contaminadas.
Extractivismo a la sombra de complicidades gubernamentales
Pese a la poca presencia de los Estados y la inmensidad de la Amazonía, sería absurdo suponer que en aquellas regiones donde se explotan ilegalmente recursos naturales a manos de locales y trasnacionales, ello se haga sin el conocimiento y la anuencia de los gobernantes regionales-federales y de las autoridades nacionales.
La actividad exportadora demanda un cierto tipo de infraestructura física y medios de transporte, a fin de garantizar la salida de los productos amazónicos. Es el caso de grandes obras tales como el “Oleoducto de Crudos Pesados” en Ecuador o del gasoducto desde Camisea hasta la costa peruana, así como del gran número de carreteras, puentes e hidrovías, para transportar los productos extraídos por trasnacionales hasta los puertos de embarque.

Puerto granelero de Cargill en Santarém, Brasil.
Inclusive los nuevos proyectos de infraestructura contemplados en el marco de la “Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana” (IIRSA), se inscriben en esta misma lógica extractiva, no habiendo sido diseñados para satisfacer las necesidades y demandas locales, sino desde la perspectiva de los requerimientos logísticos de las empresas exportadoras.
Al amparo de gobiernos insensibles al tema medioambiental, se ha venido reforzando la extracción de productos primarios de la Amazonía, reduciendo al mismo tiempo, la capacidad de los Estados para regular los aspectos políticos, sociales y económicos de la actividad.
Se precisa abrir un debate directo y franco, asumir una actitud más vigorosa al seno de instancias de integración como Mercosur, Unasur, ALBA TCP, etc., a fin de evaluar periódicamente las innegables incidencias en la Amazonía y actuar en consecuencia. No hacerlo supone voltear la mirada y desoír los gritos de auxilio de la Madre Tierra.
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