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Tamunangue, sones de negros en honor a San Antonio

por Haiman El Troudi
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Tamunangue, sones de negros en honor a San Antonio

Al ritmo del tambor, cada 13 de junio, se baila el tamunangue en Lara, sones de negros en honor a San Antonio de Padua. Ese día, devotos de todas las edades salen de la iglesia con la imagen rindiendo honores al santo de origen portugués. Los acompañan rítmicos sones, vistosos bailes y la emblemática pelea de garrotes.

Instrumentos de percusión y cuerdas, acompañan los siete sones que se ofrendan al santo de los matrimonios. Complejas danzas, plenas de fe y colorido, alternadas con peleas de garrote y machetes en “La batalla”, una de las expresiones más llamativas del tamunangue, que remite al periodo colonial venezolano.

No es una diversión o entretenimiento, es un ritual que combina música, baile y el fervor religioso con el que se pagan promesas relacionadas, por ejemplo, con la salud, la bonanza económica y la recuperación de objetos perdidos.

Tambores, maracas, danzas indígenas y africanas, fusionados en instrumentos, cantos y formas con la cultura europea. Sinergia histórica, cultural y religiosa que le ha valido el reconocimiento internacional como una de las manifestaciones más interesantes de Nuestra América.

De dónde viene y dónde se baila

Tamunangue, sones de negros en honor a San Antonio

Las fiestas patronales en honor a San Antonio de Padua, es una tradición arraigada en el occidente del país, con epicentro en el estado Lara, desde donde irradió, a comienzos del siglo XX, a Falcón, Guárico, Portuguesa, Barinas y buena parte de Venezuela.

El término “tamunangue” se origina del nombre del tambor usado para acompañar los cantos característicos de este baile: el tamunango. Hay dos momentos y formas para bailarlo: el día del santo y cuando las familias pagan promesas.

Esta fiesta sincrética se ubica en la mayoría de los municipios del estado Lara. Aunque se originó en la región comprendida entre El Tocuyo y Curarigua. También es una referencia cultural importante en Barquisimeto, Cabudare, Carora, Sanare y Duaca.

Esta manifestación multicultural es reconocida en Venezuela y el mundo. “El tamunangue es uno de los bailes más originales que se ha visto en América. La elegancia aristocrática de su coreografía, la pureza de concepción de sus movimientos, revelan por una parte que es un baile de regocijo popular, en el cual está exento todo sensualismo y elementos que pudieran quitarle este espíritu ingenuo, con que todavía se baila en los campos de Lara”, dice el musicólogo chileno Eduardo Lira Espejo.

Cada quien con su fiesta

La creencia de San Antonio es universal, lo particular en Lara es el tamunangue. Aunque cada zona tiene variaciones dadas por la geografía, ambiente, comida y costumbres locales, es una misma fiesta compuesta por diferentes partes, en la que lo sagrado y lo profano comulgan desde hace cuatro siglos, con portentosa musicalidad.

Existen variantes como el orden de los sones o pasos, así como variantes melódicas que distinguen a cada sitio. También el ritmo puede ser algo más acelerado, como en los casos de Barquisimeto y Sanare.

Cada región tiene un estilo propio. El tamunangue de los barquisimetanos por ejemplo, es más jocoso que el del Tocuyo, que es más suave, o que el de Sanare, que se baila como brincado.

En los pueblos barineses se le baila, canta y ofrecen flores al santo durante el velorio. Mientras que en Portuguesa, el velorio se asocia a las zonas rurales.

La historia detrás del ritual

Tamunangue, sones de negros en honor a San Antonio

La tradición del tamunangue se remite a 400 años atrás, cuando los esclavos simulaban los bailes de salón y la esgrima de los señoritos europeos.

“En aquel tiempo a los negros esclavos no se les permitía entrar a los bailes de salón, pero ellos los veían y luego los imitaban o se mofaban, y de ahí nacen todas las figuras del tamunangue”, explica Ana Díaz, integrante de Danzas Tamunangue Los Negros de Chelena.

Algunos investigadores coinciden en que su origen está en la derivación de antiguas danzas autóctonas de algunas regiones de España. Se ha citado como referencia, la conformación de cofradías dedicadas a símbolos religiosos, a partir de la llegada de los frailes durante la conquista.

En El Tocuyo existía una cofradía dedicada a San Antonio de Padua, y la iglesia hizo una concesión para que tanto indígenas como africanos, aportaran a las fiestas católicas su manera particular de celebrar.

El día del tamunangue

Tamunangue, sones de negros en honor a San Antonio

La fiesta de San Antonio inicia la noche del 12 de junio, con la celebración del velorio en los distintos poblados o caseríos. Entonando salves o cantos de alabanza, solicitan permiso al santo para dar comienzo al tamunangue, sones de negros.

Durante la madrugada, tonos y décimas relatan la historia de San Antonio, canonizado en mayo de 1232.

Desde el amanecer del siguiente día, veloristas y fieles llevan el santo a la iglesia donde presencian la misa en su nombre, durante la cual se bendice el pan de San Antonio.

Se lanzan fuegos artificiales para anunciar la salida del santo en procesión por las principales vías del poblado.

”Misa, procesión, canto y baile hacen de esta creencia una mezcla, que expresa tanto la formalidad ritual de la Iglesia Católica como la manera de entender, desde el pueblo, la devoción. Por una parte, la liturgia, los sacramentos; por la otra, la fiesta popular, lo lúdico, lo pagano”

José Esteban Pérez. Cultor

El baile o sones de negros

"El poco a poco", uno de los sietes sones de negro del tamunangue.

En el sitio del baile se arma un altar con el Santo y las varas para la danza, más delgadas y frágiles que un garrote, adornadas con flecos o flores de pabilo de varios colores. Se distinguen por el número de estas, cuatro para las damas y tres para los bailadores.

Los instrumentos empleados son los mismos en cada lugar, tambor tipo cumaco e instrumentos de cuerda (cordófonos): Cuatro, cinco, medio cinco y requinto.

El baile de esta expresión cultural fusiona la cadencia latina con la africana, y la elegancia de los bailes europeos de salón. No hay una coreografía establecida para las parejas y los movimientos más comunes. Son giros y vueltas acompañados con galanteos y persecuciones entre uno y otro.

Dentro de esta tradición, la salve cierra la ceremonia religiosa y la imagen es devuelta a la iglesia, previa parada en las casas de los miembros fallecidos o de las familias que pagan promesas y como punto de partida para la fiesta popular.

Fiesta de pueblo sin restricciones

Tamunangue, sones de negros en honor a San Antonio

El tamunangue es una fiesta de pueblo. Cada quien participa a su manera, sin restricciones. Aunque ha surgido el “traje tamunanguero”, no es necesaria una vestimenta específica. Generalmente, las damas usan falda floreada con blusa blanca o un vestido largo de colores, con alguna variación de diseño. Mientras que los hombres usan pantalón tipo kaki o jean, con camisa blanca o de colores, o liqui-liqui, con alpargatas y sobrero. El garrote es un instrumento fundamental en el tamunangue, sones de negro.

A pesar de que se han hecho populares grupos tamunangueros con nombres artísticos, se mantienen en las comunidades expresiones como “mientras más feo bailes, mejor”, que expresan la filosofía incluyente de esta manifestación.

Familia tamunanguera

Tamunangue, sones de negros en honor a San Antonio

En cada población, el tamunangue es una tradición que va pasando de generación en generación, haciendo de los promeseros una gran familia. Todos participan en la custodia de la imagen del santo, que es atesorada en cada comunidad.

El San Antonio de Padua venerado en el tamunangue, está representado por un hombre con un niño en brazos y porta en su mano derecha el globo terráqueo. Por lo general, es tallado en madera o moldeado en cerámica o arcilla.

Comunidades como la de San Antonio de la Sanja, en Ospino, Portuguesa, aseguran con orgullo y devoción que rinden honores a una imagen desde hace más de 150 años.

También en familia se preparan las comidas y bebidas que el anfitrión o promesero, brinda a músicos y demás asistentes. Suele consumirse cocuy de penca, preparado en la comunidad, así como los los dulces que preparan para los niños.

La batalla

Tamunangue, sones de negros en honor a San Antonio

Cada una de las danzas o sones que tiene el tamunangue, va precedida por una salve. Antes de comenzar se presenta la pieza musical «La batalla». Ésta simula una pelea con garrotes, que es la imitación y mofa de la respingada esgrima de los amos de la antigüedad.

Todos estos sones van acompañados de instrumentos de percusión y cuerdas, y voces que entonan estribillos cortos o largos, entre los que se dan gritos o falsetes.

La Batalla marca el inicio del ritual. Comienza con una introducción instrumental y luego es interpretada por un dúo masculino. Paralelamente, dos hombres simulan un duelo o luchas de esgrima con varas tamunangueras, que se ubican debajo de la mesa.

“La Batalla no es un son, es una batalla entre dos hombres con garrote, con garrote porque no se les permitía usar armas. Entonces, ellos con los garrotes simulaban que estaban haciendo esgrima, como lo hacían sus amos, por eso la pisada en la batalla simula los movimientos del esgrima”, explica la tamunanguera Ana Díaz.

Tamunangue, sones de negros

Tamunangue, sones de negros en honor a San Antonio

En la interpretación del tamunangue, sones de negros, se percibe riqueza a la hora de la ejecución y una mezcla de lo profano con lo religioso, producto de nuestra herencia blanca, india y negra.

Esta multiculturalidad se aprecia en los siete sones:  la bella, el poco a poco, el yeyevamos o chivivamos, la juruminga, el galerón, la perrendenga y el seis por ocho o figuriao.

Esta tradición tiene un perfil único. Más que una expresión musical, es una ceremonia religiosa con raíces indígenas, europeas y africanas que incluye coplas, música y danzas de vibrante teatralidad.

El Instituto del Patrimonio Cultural (IPC), organismo rector en materia patrimonial, lo reconoce como una de las manifestaciones culturales más completas de Venezuela, por lo que fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación.

En la actualidad, el Gobierno Nacional apoya las gestiones de sus cultores ante la Unesco, para el ingreso de esta manifestación cultural en la lista del patrimonio inmaterial de la humanidad.

Y como cierran los cantores de la batalla:

“Hasta aquí me trajo el río

la corriente e’ la quebrá

atención a los batalleros

voy a parar de cantar”.

 

Con información de IAM Venezuela, Alba Ciudad 96.3 FM y Telesur


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