En Mérida, donde Venezuela toca el cielo, vive el colibrí Ángel del Sol, cuyo frenético vuelo y luminoso plumaje dibujan coloridos relámpagos a su paso.
Conocida por el nombre científico de Heliangelus spencei, esta especie endémica de los páramos y bosques nubosos de nuestros Andes, sobrevuela la selva nublada desde los 2000 hasta los 3600 metros sobre el nivel del mar, protegida de forma indirecta por los parques nacionales Sierra de la Culata y Sierra Nevada.
En el Libro Rojo de la Fauna Venezolana, el colibrí Ángel del Sol, la segunda especie aviar más pequeña de América, está catalogado En Peligro (EN) debido a que el espacio en donde habita es restringido y la expansión de la actividad agrícola en la zona, así como el cambio climático, le hacen susceptible a la pérdida de su hábitat y a la extinción.
Exclusividad genética
Este hermoso ejemplar de la familia Trochilidae, tiene un cuerpo adaptado para vivir en un ecosistema reducido y bajo condiciones precisas. Esto no le permite reproducirse con otros miembros de su especie y le otorga una exclusividad genética.
El colibrí Ángel del Sol llama la atención por la belleza de su plumaje, lleno de color y luminosidad. De frente y cuello negro brillante con una franja blanca que simula un collar, tiene la garganta y la parte superior del pecho de un violeta deslumbrante. Sus plumas centrales, que van del pecho hasta la cola, son de un verde resplandeciente.
Con nueve centímetros de longitud y un peso promedio de 5,3 gramos, esta amigable ave aletea y zumba a velocidades asombrosas para alimentarse de pequeños insectos y flores (Ericaceas o rubiáceas), usando su pequeño pico de apenas 1,8 centímetros.
Dueños de un metabolismo extremadamente acelerado, esta especie gasta mucha energía en sus largas horas de vuelo y es el néctar de las flores la mejor fuente para recuperarla.
Néctar floral para el metabolismo
El néctar de las flores es la base que activa y mantiene en ritmo el metabolismo del colibrí andino, el cual necesita consumir entre 3 y 4 veces su peso para poder volar, de lo contrario mueren.
El alto consumo que requieren de un producto tan escaso, convierte al colibrí Ángel del Sol en una especie altamente competitiva, no solo con las aves de su mismo género sino con otras especies como los murciélagos y las abejas que también basan su dieta en el néctar de las flores.
A pesar de ser sociables y estar acostumbrados a la presencia del ser humano, en lo que a la defensa de su alimento y el cuidado de sus nidos se refiere, el Ángel del Sol es un ave territorial que protege su espacio de cualquier intruso.
Distribución restringida
La distribución del Heliangelus spencei es restringida, se estima que ocupa un espacio de 2.450 km2 en el área central de los Andes merideños. Esta ave no puede traspasar la depresión de Táchira, una frontera que le impide socializar con los de su especie del lado de los Andes colombianos.
Esta limitación natural ha generado un proceso de especiación en toda la cordillera andina que los diferencia de otros de su especie, de ahí su endemismo y el puesto que como especie amenazada también ocupa en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
El colibrí Ángel del Sol de Mérida ha sido poco estudiado, solo desde 2013 se tienen los primeros registros sobre sus procesos de nidificación que inician a partir del mes de abril en el Páramo de la Culata.
No obstante, con la iniciativa denominada La Casa del Ángel del Sol de Mérida, se ha logrado anexar un laboratorio ecológico al fortín que el lugar constituye para la reproducción en masa de este colibrí merideño, convertido en figura estelar de una dulce experiencia ecoturística.
Función polinizadora del colibrí Ángel del Sol
Estos pequeños y coloridos relámpagos del cielo cumplen una importante función polinizadora de sus flores favoritas, distribuidas en el ecosistema andino en el que tienen su hábitat.
Cuando se posan de forma delicada en una flor e insertan su pico para absorber el néctar, el polen se adhiere a éste y viaja con él hasta que visita a la siguiente. Es ahí cuando transfiere algunas de esas partículas y ocurre la maravilla de la polinización, tan necesaria para preservar la biodiversidad.
A pesar de lo pequeño de su tamaño, la agilidad y velocidad de su vuelo le permite visitar a más de mil flores al día y comer hasta 60 veces para reponer la energía consumida durante su labor.
El colibrí Ángel del Sol es un fiel exponente de lo afirmativo venezolano debido a la importancia de los servicios ecosistémicos que presta en los Andes merideños. Su extinción puede afectar la producción de ciertos frutos y semillas necesarios para el medio ambiente natural y animal.
Con información de Cinco 8, Especies Amenazadas, Aves de Mérida y El Impulso
Fotos cortesía de The Hummingbirds, Bird Photos y Mis Caminos
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