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Cómo el lago Poopó pasó a ser un desierto

por Haiman El Troudi
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Cómo el lago Poopó pasó a ser un desierto

El lago Poopó, el segundo más grande de Bolivia después del Titicaca, se ha convertido en un desierto después de un acelerado proceso que expertos piensan podría ser irreversible.

Sin embargo, no es la primera vez que este cuerpo de agua se desvanece. Pero, a diferencia de otrora, el calentamiento global podría ocasionar una catástrofe anunciada con fuerte impacto ecológico, económico, social y político.

Ubicado en el departamento occidental de Oruro, el Poopó fue una fuente de vida para los pobladores del lugar, quienes además de pescar en sus abundantes aguas, cultivaban a lo largo de sus orillas. Ahora solo queda desierto y arcilla en el sitio.

A pesar de haber sido reconocido como Sitio de Ramsar, por su importancia para la preservación de la biodiversidad alto andina, el humedal se enfrenta a su posible muerte. Además del cambio climático, la desviación de sus aguas, los sedimentos de la actividad minera; así como la sobre explotación de sus recursos en general sentencian su desaparición definitiva.

El lago Poopó

Este lago de agua salada es el de mayor tamaño de los ubicados, exclusivamente, en territorio boliviano. Ocupa una vasta depresión que recoge las aguas del departamento de Oruro, en una árida meseta andina de la cordillera que separa a Bolivia de Perú.

El lago Poopó es el segundo más grande de Bolivia, después del Titicaca. Se conectan por el río Desaguadero, uno de sus afluentes, del cual depende en un gran porcentaje.  Junto al Titicaca, el Salar de Coipasa y el de Uyuni, forman un sistema endorreico (sin salida al mar) llamado TDPS.

Con una altitud de 3.686 msnm, es también el segundo lago más alto entre los grandes de Sudamérica. Originalmente contaba con 2.337 kilómetros cuadrados. Fue reconocido Sitio de Ramsar, en 2002, por su valor para la preservación de la biodiversidad alto andina: flora, aves endémicas y migratorias, entre las que se encuentra la mayor cantidad de flamencos en el altiplano boliviano.

Después de un acelerado proceso de desertificación, desapareció en diciembre de 2015. Con las lluvias de 2016 y 2017, recuperó algo del agua perdida, llegando a tener escasos humedales de menos de un kilómetro cuadrado y 30 centímetros de profundidad.

La fuerte evaporación de agua, la baja pluviosidad y bajos caudales que desde hace unos años lo alimentan, no permiten que su volumen de agua aumente, ni que su salinidad disminuya. Adicionalmente, la mayor parte de sus ríos tributarios tienen altas tasas de salinidad, y el brazo derecho del río Desaguadero está saturado de sedimentos.

El lago que desaparece y aparece

 

Cómo el lago Poopó pasó a ser un desierto

La desaparición de finales de 2015, advertida en numerosas oportunidades, fue la primera del lago Poopó. Durante el siglo XX, el frágil cuerpo de agua estuvo seco entre 1939 y 1944; 1969 y 1973, y entre 1994 y 1997. Sin embargo, siempre regresa.

Recientemente, a comienzos de agosto de 2021, desapareció por completo. Su superficie quedó convertida en una gran explanada de arcilla.

Para Milton Pérez, profesor de ingeniería agrícola de la Universidad Técnica de Oruro, quien desde hace un tiempo investiga los movimientos del lago, no hay duda de que volverá a existir en un futuro. Aunque advierte que no para siempre. Basa su pronóstico en estudios científicos que demuestran que el Poopó deriva de otros lagos prehistóricos mucho más grandes, que acabaron secándose. Según estas teorías, el Poopó está destinado a convertirse en un salar en miles de años.

Pero algunos científicos aseguran que el cambio climático, los efectos del Niño, y la actividad humana están acortando su vida.

Múltiples causas

 

Cómo el lago Poopó pasó a ser un desierto

Diversos factores han causado la desaparición del lago Poopó. Por un lado, la desviación de sus aguas y sus principales afluentes, durante décadas, para cubrir necesidades regionales de riego y para la minería.

Por otro, el frágil ecosistema y la baja capacidad del uso de suelo que resulta de factores naturales no favorables como el clima de amplitud térmica diurna extrema. La radiación solar y el déficit de agua extienden los procesos de degradación, desertificación y salinización acelerada. Esto hace productiva la región y reduce la biodiversidad.

A lo anterior se suma el sobre pastoreo y la extracción de formaciones arbustivas extensas de “thola”, usada como leña. La situación se hace aún más crítica debido a la acumulación de contaminantes en el lago Poopó, como receptor final de las aguas, y la contaminación producida por las mineras ilegales.

Crisis climática y desaparición del lago Poopó

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La degradación del lago también es resultado de la crisis climática global, que trae intensas sequías y aumento de las temperaturas.

Los cambios climáticos han afectado por años no solamente al Poopó sino además a todo el Sistema TDPS. En consecuencia, han sufrido considerables pérdidas por inundaciones y sequías. Los efectos del fenómeno de «El Niño» aceleraron el proceso de desertificación. ​

Si la temperatura promedio global aumentó en 0,8°C debido al cambio climático, en el lago Poopó el incremento fue de 2,5 °C, según información publicada en 2015. Esto se traduce en un aumento de la evaporación, seria amenaza para un lago que tiene poca profundidad como es el caso.

A eso hay que añadir unos ciclos de sequía cada vez más frecuentes y largos. Por otra parte, entre agosto y septiembre, los vientos barren la superficie del lago, y lo inundan con millones de toneladas de sedimentos del desierto de Atacama.

Víctima desde la colonia

 

Siglos de actividad minera han afectado al lago Poopó. Desde la Fundación de Oruro en el siglo XVII, la economía ha cambiado poco. En cuatro siglos, miles de kilómetros de túneles, pozos y galerías agujerearon las sierras en búsqueda de metales.

Aunque la minería es una activad económica fundamental para este departamento boliviano, constituye, al mismo tiempo, una fuente de contaminación. Las operaciones mineras descargan agua contaminada en el lago, sin ningún tipo de acción de mitigación.

Según un informe del Colectivo de Coordinación de Acciones Socio Ambientales (CASA), las denuncias de contaminación del Poopó por actividades mineras locales datan de 1981. Ese año, investigadores revelaron que 120 minas de plomo, estaño y oro descargaban desechos directamente a sus aguas.

La situación, que no ha cambiado con los años, ha provocado la sedimentación de cantidades considerables de cadmio, zinc, arsénico y plomo. Por ello, tanto el lago Poopó como los principales cuerpos de agua de la cuenca, no son aptos para el consumo humano y tienen limitaciones para el uso agropecuario.

Un estudio sobre la degradación ambiental de los recursos pesqueros del lago, realizado por Víctor Zabaleta y Michael Bremer, advirtió la presencia excepcionalmente alta de metales: plomo, cobre, plata, cadmio, cobalto, níquel, cromo, estaño, hierro, manganeso, antimonio y zinc. Por ejemplo, el nivel de plomo es 300 veces más alto allí, que en el promedio de los lagos mundiales.

Indicadores alarmantes

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El área de influencia del lago Poopó se caracteriza por una pobreza extrema y marginal de la población, falta de oportunidades de empleos, bajo acceso a servicios básicos y baja capacidad institucional de intervención en las líneas productivas y ambientales.

Los efectos ambientales en el lago se traducen en bajas de la producción y productividad agropecuaria. Debido a la disminución de la actividad pesquera, cientos de familias de pescadores perdieron su fuente de sustento. Hoy en día, la producción pesquera se ha reducido casi totalmente, y quedan menos de la mitad de pescadores.

Para 2011 se determinó que la cuenca del lago Poopó tenía un índice de desarrollo humano de 0.56, menor que el promedio nacional, 0.663. La mortalidad infantil promedia 89%, mientras el analfabetismo llega al 16% y el promedio de escolaridad es 5.9 años.

Las enfermedades infecciosas, de origen ambiental, tienen la mayor incidencia dentro del cuadro de morbilidad general, especialmente las gastrointestinales y respiratorias, algo que podría relacionarse con la presencia de metales pesados en los habitantes de la región.

No se puede vivir sin agua

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Valerio Rojas, pescador de la zona, asegura que los ancianos del pueblo indígena Aymara, dicen que el lago se llena cada medio siglo. Pero él duda que, con los efectos del cambio climático y la contaminación, se mantengan estas antiguas predicciones.

«Tenemos un lago que ha desaparecido, ahora es una pampa; un desierto donde no se puede sembrar nada, ni producir; no hay nada, mucho menos vida», señaló Rojas a Efe.

La actual sequía del Poopó está obligando a las comunidades a abandonar el lugar. “Las familias decidimos salir de la isla porque no podemos sobrevivir sin agua, ya no hay vida”, lamenta Benedicta Uguera, mujer indígena de la localidad de Untavi.

¿Refugiados del cambio climático?

«Nos hemos quedado huérfanos», dice Pablo Flores, autoridad indígena Uru, pues en el lago no pueden pescar ni cazar. Durante casi toda su vida Flores vivió del lago Poopó, al igual que la mayor parte de los hombres de las aldeas habitadas por la comunidad indígena Uru-Murato, una de las naciones originarias más antiguas de Bolivia.

«Los urus se han convertido en los primeros refugiados climáticos de Bolivia», asegura Limbert Sánchez Choque, coordinador general de la asociación CEPA (Centro de Ecología y Pueblos Andinos). «Un pueblo sin tierra es un pueblo condenado a desaparecer. Y la tierra de los urus es el lago», advierte y agrega que, con ello, han perdido no solo su fuente de sustento sino su identidad cultural.

Además de la desaparición rápida de los pueblos originarios, los procesos de contaminación ambiental ocasionan pérdidas invaluables de la biodiversidad. En diciembre de 2014, más de 3 millones de peces murieron, un acontecimiento que precedió la desaparición del lago. La totora, planta que crecía a orillas del lago Poopó, también ha desaparecido. Con ella una importante fuente de alimento de ganado. Aves endémicas como taracas, chhoqas y parihuanas, no se ven el lugar.

Por la relación de respeto que tienen con la Madre Tierra y la Madre Agua, las comunidades asentadas en torno al lago Poopó luchan por salvarlo. Y es que salvaguardar este ecosistema, significa rescatar vidas y a un valioso referente cultural, pero esto luce cada vez menos probable.

 

Con información de BBC News, BBC Mundo, AIDA y VTV


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