La electrónica es el flujo de basura de mayor crecimiento en el mundo y una de las mayores fuentes de residuos invisibles, enemigos ocultos de la vida en el planeta. La contaminación que genera el diseño de dispositivos electrónicos, la obtención de materias primas, su fabricación, uso y posterior desecho, tiene un grave impacto medioambiental y humano.
La contaminación de los residuos de los aparatos electrónicos se produce mucho antes de que las personas tengan el aparato final en sus manos, cuya producción implica el uso de altos niveles de productos químicos peligrosos, gases de efecto invernadero y drenaje de agentes contaminantes al agua, entre otros males.
Si bien las tecnologías de la información y la comunicación juegan un papel fundamental en nuestra sociedad, su revolución ha implicado que, en los últimos 50 años, el consumo de dispositivos electrónicos se ha multiplicado por 6, mientras que la población mundial solo se ha duplicado.
Por ello, es importante que los consumidores sean más conscientes de la huella ecológica, es decir, el tamaño del impacto ambiental que estos aparatos pueden tener en la sostenibilidad de la vida.
Obsolescencia programada para fomentar el consumo
El impacto medioambiental de los dispositivos electrónicos comienza con la obsolescencia programada, que tiene como fin último fomentar el consumo. En los países desarrollados, el ciclo de vida de un teléfono inteligente se sitúa entre los 18 meses y los 2 años. Vale decir, cada 24 meses 2.800 millones de personas cambian de móvil.
Esto significa un enorme tráfico de datos. En tal sentido, más de la mitad del impacto medioambiental global de la tecnología digital, representa un 55 % de su consumo energético cada año, con un crecimiento del 25 %. Por ejemplo, en 2018 la visualización de vídeos en internet generó más de 300 toneladas de dióxido de carbono (CO2). Tal demanda energética de los centros de datos, se debe a que todavía dependen de combustibles fósiles para generar energía.
Asimismo, se calcula que cada persona genera 6 kg de basura electrónica al año. En 2018 se produjeron mundialmente 44,7 millones de toneladas métricas de este tipo de desecho. De ellas, solo 20 % fue reciclada correctamente. Ese mismo año, se arrojaron 1,7 millones de toneladas de residuos electrónicos.
La contaminación que generan computadoras y celulares
Para quienes se han preguntado cuánta contaminación genera su computadora o su teléfono inteligente, la respuesta es que para la fabricación de un ordenador de mesa se necesitan 240 kilos de combustibles, 22 kilos de productos químicos y 1500 litros de agua. Un ordenador portátil, por su parte, es capaz de generar unos 1.200 kilos de desechos invisibles.
En cuanto a los teléfonos inteligentes, basta referir que un solo celular produce 95 kilos de dióxido de carbono en su vida útil, que se estima en dos años, y que puede representar 86 kilos de desechos invisibles. Además, por cada mensaje electrónico almacenado en cada correo electrónico, 10 gramos de CO2 son generados al año.
Se estima, en este sentido, que los dispositivos electrónicos son responsables del 4% de la emisión de gases de efecto invernadero, cifra que en el año 2025 podría situarse en el 8%. Con esta tasa de crecimiento, la huella global de carbono de estas tecnologías representaría un alarmante 14%, en el año 2040.
Minerales y materiales tóxicos latentes en los móviles
La producción de las tecnologías de la comunicación está asociada a los llamados minerales de sangre o de conflicto, ya que su explotación sirve para financiar grupos armados. La excavación, perforación y voladura, así como el transporte y el procesamiento de minerales, puede liberar polvo con metales y productos químicos. Un teléfono inteligente, por ejemplo, puede contener hasta 62 metales diferentes, como el oro, plata y paladio, que en su mayoría son extraídos en Asia, África y Australia.
Tan solo un teléfono inteligente puede contener unos 40 materiales tóxicos, tales como el arsénico, zinc, plomo, cadmio o mercurio, siendo lo más contaminante de un móvil su batería, ya que una sola serviría para contaminar 600.000 litros de agua. El ensamblaje de los aparatos electrónicos también produce residuos tóxicos, como los gases fluorados de efecto invernadero utilizados para las pantallas, que son significativamente más dañinos que el CO2.
Los productos electrónicos hoy en día se fabrican en China, Hong Kong, EEUU y los países del sudeste asiático. Parte de la dificultad de cuantificar los residuos invisibles, es que muchos tienen largas y complicadas cadenas de suministro, además la mayoría de las fábricas proveedoras están ubicadas en lugares sin registros accesibles al público, que permitan rastrear la liberación de contaminantes tóxicos.
Reciclar componentes electrónicos ocultos
El proceso de reciclaje que se lleva a cabo en dispositivos electrónicos implica el desmontaje, separación de sus componentes y la recuperación de sus materias primas. Según la Plataforma para Acelerar la Economía Circular (PACE) y la Coalición de Residuos Electrónicos de la ONU, se crean 50 millones de toneladas de basura electrónica anualmente, pero se recicla menos del 20%. Además, en el mundo solo se recoge y recicla el 17,4% de todos los aparatos electrónicos desechados actualmente.
El reciclaje tiene beneficios ambientales y sociales, así como ventajas económicas. Las computadoras, paneles solares y celulares son los desechos electrónicos más comunes, y están compuestos, en un 72%, de materiales reciclables como plásticos, vidrio, metales ferrosos y preciosos. Mientras que el 25% es de materiales reutilizables como cables, motores, fuentes, lectoras e imanes y un 3% de residuos peligrosos, entre ellos tubos de rayos catódicos, plaquetas de circuitos integrados y gases de refrigeración.
Para reciclar los celulares se utilizan tratamientos mecánicos que recuperan metales valiosos como aluminio, hierro, cobre, plomo, oro y plata. El 45% del material que se obtiene es plástico, usado como materia prima en otras industrias. De las baterías, la parte plástica se condensa en vapor y se vitrifica para ser reutilizada, por ejemplo, en asfalto. Las partes metálicas se recuperan a través de un horno de fusión y luego van a la industria automotriz.
Latinoamérica produce 9% de la basura electrónica mundial, por eso el reciclaje electrónico es clave para la sostenibilidad en nuestra región. Este proceso permite recuperar materiales y reinsertarlos al sistema productivo. También logra reducir el impacto ambiental del desecho de residuos contaminantes y tóxicos.
Producción y consumo sostenible en lo digital
Producción y consumo sostenibles son los primeros pasos para apostar por el ecodiseño y selección responsable de materiales. Pero, además, los objetos deben tener una vida útil más larga, ser más fáciles de reparar, de reciclar y que no sean tóxicos cuando se reutilicen o procesen.
Vale destacar que el aumento de la vida útil de cada dispositivo electrónico reduce la necesidad de producir uno nuevo, lo que es contrario a la obsolescencia programada. Este principio tiene sus acciones en camino y como alternativas destacan: la venta de teléfonos móviles reacondicionados o de segunda mano y los modelos de alquiler que están demostrando ser económicamente viables.
En síntesis, aunque los beneficios de las nuevas tecnologías son indiscutibles, necesitamos impulsar un consumo reflexivo y crítico. La producción y el consumo sostenibles, en esta área, son imprescindibles para avanzar hacia un equilibrio ecológico y social.
Con información de DW, El Mostrador, Naturaliza, Manos Verdes, Funiber y La Vanguardia
Fotos cortesía de DW, El Mostrador, Naturaliza, Funiber, Renovación Sindical, Contraréplica y La Voz de Misiones
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