El primer sábado de cada mes, el conuco viene a la ciudad para llenar de verdor, frescura y buenas vibras a todo el que visita la Feria Conuquera en el Parque Los Caobos. Resaltan los colores de las cosechas de vegetales, cambures, topochos, yuca, hierbas aromáticas que junto a los diferentes productos artesanales, plantas, semillas y muchos más, se intercambian en unas jornadas de sano compartir.
Desde muy temprano conuqueros y asiduos visitantes colman este lugar ubicado en pleno centro de Caracas para, además de participar en el intercambio directo de productos frescos y de calidad, disfrutar de diferentes expresiones culturales y espacios para compartir conocimientos provenientes de la sabiduría ancestral, que conducen a retomar lo natural como forma de vida.
Hoy, cinco años después de la primera Feria Conuquera, es tiempo de cosecha para las 35 unidades productivas que llevan años apostando a sus productos, cultivados de manera natural y tradicional con esfuerzo, dedicación y respeto a la madre Tierra.
No solo el amor a la Pachamama los une, sino también una visión compartida sobre el respeto a la alimentación, como derecho fundamental del ser humano y la responsabilidad que implica tener la oportunidad de cubrir esa necesidad. Después de más de 50 coloridas y alegres jornadas de feria, conuqueras, conuqueros, productores y visitantes se han convertido en una gran familia que demuestra, todos los meses en medio de una fiesta colectiva, que es posible la soberanía alimentaria y la construcción de una sociedad organizada sobre la base de la solidaridad.
Conuqueros comprometidos con Venezuela
“En Venezuela nunca ha faltado papa, zanahoria, lechuga, y es porque están los conuqueros y conuqueras echándole pichón. El conuquero o conuquera es una persona comprometida con el país que ante las dificultades busca alternativas, por eso nunca han faltado los productos de los conuqueros”. Con estas palabras explica Giselle Perdomo el aporte de estos productores del campo.
Lleva cuatro años participando en la Feria y llevando los productos de su pequeña Unidad Productiva La Buhardilla, procesados con insumos de su propio conuco, ubicado en su casa en el este de la ciudad. Esta joven bióloga comenzó a sembrar cuando tuvo que quedarse en casa para cuidar a su pequeño hijo con discapacidad. Desde entonces dice, es un placer levantarse a cuidar a sus “maticas”, una labor que requiere atención diaria.
Giselle afirma que la superación de las dificultades ha sido el factor aglutinante de los miembros de la feria, y demuestra que el trabajo colectivo más que un lema, es una necesidad. “El desarrollo de la capacidad de organización en colectivo es algo crucial, con o sin crisis, es maravilloso y cuando superemos esta crisis, va a ser una herramienta muy importante para Venezuela”; agrega que esa organización los ha llevado a convertirse en familia.
Luz Pimienta, parte del equipo organizador de la Feria e integrante de la Unidad Productiva Totobaca – cuando la semilla germina – coincide en que ahora son una gran familia que intercambia alimentos, productos artesanales, plantas medicinales y aromáticas, una familia de conuqueros y conuqueras que cada mes muestra que “existe una alternativa, una cosa diferente, y que la solución está aquí, no dependemos de nada para alimentarnos, para ser felices, para vivir la cultura, eso es la feria conuquera”.
Vamos todos a sembrar
“Vamos todos a sembrar” invita, al son del cuatro, el cantautor y constituyente Gino González, mientras hombres, mujeres y niños disfrutan de la feria. Los versos celebran la herencia conuquera a propósito del aniversario de este evento que lleva media década, tejiendo redes populares para la producción y dignificando la vida y el alimento de los caraqueños.
Nuestra herencia conuquera es el principal motor
la múltiple producción no tan solo petrolera
tiene que ser la bandera de todo un pueblo que va
aún en la adversidad juntos en un mismo viaje.
Uno de los que aceptó, desde hace algunos años, la invitación a la diversificación de la producción venezolana fue Silio Sánchez. A partir de su propia experiencia, este abogado vegetariano, conuquero y productor del campo, explica que la búsqueda de alternativas de alimentación para su grupo familiar le ha traído nuevas oportunidades de desarrollo, que van desde la cría de gallinas criollas hasta cabras, conejos y desarrollo de productos a partir de ellos, que distribuye a precios solidarios en la Feria Conuquera.
En un conversatorio titulado “Solo la producción del pueblo salva al pueblo”, Sánchez explica que “la situación actual nos ha obligado a retomar cosas de la naturaleza y a repotenciar actividades que ya se estaban haciendo, porque el conuco siempre se han mantenido”, por lo que resalta la importancia de la producción local.
“Para lograr que la mayoría del pueblo tenga alimentos sanos realmente necesitamos eso, la producción del pueblo, dirigida al ser humano, a alimentarnos de verdad”, dice y alerta que la producción del comerciante va dirigida a la acumulación de capital con la menor inversión, sin preocuparse por el bienestar de los consumidores.
Luz Rojas, asidua a la Feria, también reconoce el valor de los conuqueros. “Siempre vengo el primer sábado de cada mes”, asegura esta vecina de la zona de Los Caobos con una sonrisa y agrega que la motiva el amor por la tierra, por el trabajo que los conuqueros hacen y el esfuerzo que dedican para acudir, cada mes, a la feria y cumplir con el pueblo. “Los productos son agroecológicos, no tienen químicos y son cultivados con amor. Paso prácticamente todo el mes esperando el primer sábado”.
Una familia grande
Visitar la Feria conuquera es encontrarse con historias hermosas y personajes inolvidables, como Estilita Ruiz, conocida como la Reina de la Cafunga, plato típico de Barlovento, su tierra natal. “Es un alimento muy nutritivo, se hace con cambur titiaro, cambur morado, papelón, coco, clavo de olor y anís”, explica la Abuela de la Feria, como también es conocida, sobre este dulce tradicional envuelto en hoja de cambur quevende cada primer sábado de mes.
A sus 75 años, esta enfermera retirada se ha dedicado a promover las alternativas naturales de alimentación y salud que ofrece nuestra tierra. Hablar con Estilita es como consultar una enciclopedia natural de Venezuela, sus plantas medicinales y sus sabores. En pocos minutos te regala incontables recomendaciones para la salud y para alimentarse, sanamente, a partir de los productos que la madre tierra nos regala. Y si tienes un poco de suerte, toma su maraca y te dedica una de las canciones de su propia autoría dedicadas siempre a nuestro país.
“Somos una familia grande, la familia de Venezuela”, dice esta portadora del patrimonio cultural venezolano, mientras te ofrece su bendición y una sonrisa.
«Ya la feria es como un día de fiesta para nosotros “, asegura por su parte Pedro Arellano, conuquero y miembrode esta familia desde hace cuatro años.
Todos los sábados ofrece lo más fresco de su conuco, producto de la experiencia de cuatro décadas sembrando. En cada jornada, este tachirense prestado a Caracas, sorprende a todos los visitantes pues siempre tiene algo nuevo, desde semillas de onoto natural para las hallacas en diciembre, hasta un delicioso ajiaco, fragantes limones y mangos durante la temporada.
“Me siento muy orgulloso de pertenecer a esta feria porque he aprendido muchos saberes y enseñado muchos saberes”. Rompiendo su timidez natural, Pedro resalta la armonía y la unión entre todos los compañeros e invita a todos los venezolanos, a seguir trabajando por su país a pesar de las dificultades y que, como los conuqueros, “le echen un camión».
El conuco como laboratorio
Mónica Pérez y Luis Araujo son parte de los conuqueros que cada mes reciben a los visitantes de la feria. Exhiben productos cultivados y cosechados por ellos mismos en su conuco, ubicado en la zona del camino de los españoles, en las faldas del cerro Ávila en La Pastora.
Estos dos jóvenes venezolanos, fundadores de la feria conuquera, apuestan a la producción en el campo a través de Melissa Producción Diversificada, una empresa agro-productiva con un trabajo orientado a la producción y oferta directa de alimentos de calidad y otros productos derivados del conuco.
Su herencia cultural asociada a la producción agrícola, les llevó a cultivar y consiguieron en la feria la oportunidad para llevar, directamente a los consumidores, vegetales que destacan por su verdor y frescura, radiantes girasoles, así como productos propios que incluyen salsas, frutos deshidratados y procesados bajo diferentes técnicas artesanales.
Para estos jóvenes el conuco es un laboratorio orgánico donde, apoyados en la agroecología, producen alimentos sanos respetando el entorno en el que se producen, sin contaminarlo.
Si la ciudad no va al conuco
El trabajo de este colectivo hace posible que el conuco venga a la ciudad, directamente a manos del consumidor, saltando los usuales canales especulativos. “La ciudad por tradición ha sido simple consumidor en una cadena especulativa que ofrece productos con químicos, donde el productor es invisibilizado, no se le reconoce el trabajo y la ganancia queda en el distribuidor”, explica Luz Pimienta, consciente de la importancia de sus acciones para los asiduos compradores de la Feria conuquera.
Como la mayoría de las ciudades, Caracas basa su alimentación en productos importados, procedentes de monocultivos rociados de agro-tóxicos y procesados agroindustrialmente, así como en alimentos cultivados por los campesinos (hortalizas, tubérculos, frutas criollas, entre otros) trasladados hasta las urbes por las cadenas privadas de intermediación.
La Feria conuquera ha sido una experiencia exitosa durante cinco años, consolidándose como un espacio alternativo para la cooperación directa entre consumidores y productores, que participan como colectivo en el intercambio de rubros agroecológicos, bienes y servicios de producción alternativa y artesanal. Es una visión, que propone retomar planteamientos de culturas ancestrales, a favor de un cambio en el modelo alimentario actual, que se traduce en nuevas formas de relación con la naturaleza y sirve, a su vez, de apoyo a los campesinos y productores que quieren realizar una transición hacia la agroecología como técnica para producir alimentos.
En la Feria siempre es tiempo de cosecha
El quinto aniversario de la Feria Conuquera se convirtió en una fiesta colectiva con la participación de agrupaciones como Impresiones Latinoamericanas y el Circo Miranda, quienes compartieron su ritmo y alegría con vendedores y visitantes. Siempre es tiempo de cosecha y de celebración en estos espacios, dodne se han vivido buenas experiencias y momentos.
En la jornada del pasado mes de marzo, por ejemplo, a pesar de las vicisitudes vividas por los sabotajes al sistema eléctrico del país, conuqueros y compradores acudieron a la cita de todos los meses. La falla de los sistemas de pago electrónicos no fue un obstáculo para el usual intercambio, pues los conuqueros entregaron con confianza sus productos a los compradores y ni uno solo de ellos, dejó de cumplir con el pago de los montos acordados, dejando todo en familia.
A los logros de este colectivo se suman, además de los miles de kilos de alimentos intercambiados directamente entre productores y consumidores a precios solidarios, incontables procesos de transferencia de saberes, conocimientos y la consolidación de una red de unidades de producción, libre de agro-tóxicos.
El futuro se teje junto a las redes de la feria, con paso firme en el presente, lento pero seguro. Se plantean incorporar más conuqueros que respeten y comprendan a la naturaleza y trabajen con ella para generar productividad. Y ya conocemos a ese conuquero: agroecológico, cercano a la ciudad, alguien que percibe la alimentación como un derecho humano y que se ve a sí mismo, dentro de ese proceso, no como una persona que ve el alimento como una forma de enriquecerse en situación de crisis, sino alguien que ve una posibilidad de conseguir el sustento de la familia, dando acceso a otros a la comida.
Aumentar la frecuencia y replicar la experiencia en otros estados, forma parte de las metas que se ha establecido este colectivo, conformado cinco años atrás por un grupo de jóvenes universitarios inspirados en otras experiencias similares que habían visto en el país.
“No solamente alimentamos a las personas que vienen para acá sino que nutrimos el espíritu, si podemos alimentarnos bien, se pueden organizar en distintas partes del país y tener opciones parecidas. Dando ejemplo de cómo organizarnos sobre la base de solidaridad”, dice Giselle Perdomo.
El regreso a la naturaleza y al conuco como forma de volver a conectarnos con ella es, sin duda, una de las lecciones más valiosa que cada mes vivimos en la Feria Conuquera, impartida por trabajadores de la tierra, que por sus conocimientos ancestrales, la constancia y empeño de mantener vivo el campo venezolano, forman parte de lo afirmativo venezolano.
Con información de Feria Conuquera y Melissa.Org
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