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Del carnaval y otros bochinches

por Haiman El Troudi
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Del carnaval y otros bochinches

Poco tiempo después de las celebraciones de año nuevo, en muchas localidades venezolanas comienzan las preparaciones para dar el grito de carnaval, una festividad que llena de alegría y otros bochinches el primer trimestre de cada año.

Desde los tiempos de la conquista, cuando los españoles trajeron la celebración del carnaval a nuestro país, hasta hoy, son muchas las manifestaciones que los venezolanos hemos tomado como propias para disfrutar la también conocida como la fiesta “fiesta de la carne”.

Esa alegría y buen humor con los que disfrutamos todas las fiestas, forman parte de nuestra identidad. Extravagantes y ocurrentes disfraces como las famosas negritas, vistosas carrozas, coloridos y ruidosos desfiles, grupos de samba, juegos con agua y mucho más. Tradiciones de antaño y otras más recientes, que nos hablan de esa Venezuela afirmativa que todos los años está dispuesta a celebrar la vida gritando: ¡Aquí es, aquí es!.

La fiesta de la carne

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Conocido como “fiesta de la carne”, el carnaval se celebra antes del inicio de la cuaresma católica, como una especie de catarsis con la que se da rienda suelta a los excesos antes de iniciar la Semana Santa.

Su origen se remonta a miles de años atrás, con las celebraciones similares en Sumeria y Egipto. De allí al imperio romano y a Grecia, lugares donde rendían honores a Baco, el Dios del Vino, que llamaba al desenfreno. Luego se extendió por toda Europa y de allí,  a América.

Debido a sus raíces y costumbres, es considerada por la Iglesia como un evento “pagano”. En el caso de Venezuela fueron los españoles quienes trajeron esta y otras tradiciones. De ellos viene la costumbre de jugar con agua, azulillo y huevos.

El juego del Carnaval con agua, harina y otras sustancias, podía llegar a ser considerablemente violento pero permitía, junto al baile callejero, el contacto físico entre hombres y mujeres, inaceptable para la moral vigente.

Con el tiempo cambió la tradición, la gente se escondía en sus casas, cerraba puertas y ventanas para evitar los juegos pesados de quienes andaban por la calle mojando de agua, hollín y huevos a quienes pasaban por allí.

Refinado bochinche

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En el siglo XVIII llegó a Caracas el Obispo Diez Madroñero, quien convirtió el carnaval en tres días de rezos, rosarios y procesiones, como una forma de evitar los actos pecaminosos.

Un tiempo después, el carnaval volvió a la capital de Venezuela pero de una forma más refinada, con comparsas, carrozas, arroz y confites, dejándole a los esclavos y a la plebe los juegos con agua y sustancias nocivas.

Durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco se prohibió por ley, el uso de juegos con agua y otros materiales.

¡Aquí es, aquí es!

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Durante el siglo XX, el carnaval en Venezuela se llenó de carrozas, disfraces, bailes populares pero también, de fiestas en salones refinados. Para los tiempos de Gómez, esta celebración era un alarde de solemnidad y todos salían a la calle para ver los desfiles.

No había desorden y la gente  se apostaba en las aceras para recibir caramelos de las carrozas y carros que desfilaban bajo el llamado “aquí es, aquí es”, de cada quien. En la década del 50, durante el período de Marcos Pérez Jiménez, las fiestas en las calles eran con templetes y se llenaban de color, mientras que clubes y hoteles se destacaban por la elegancia de sus celebraciones. Fue en esta época cuando aparecieron las “Negritas”, usualmente muchachas recatadas y tímidas que al disfrazarse, sentían la libertad de realizar cosas que no hacían en su vida cotidiana.

Miles de mujeres disfrazadas de negritas acudían al llamado “en el Ávila es la cosa”. Por lo menos, 40 orquestas extranjeras visitaban Caracas durante las fiestas carnestolendas. Entre los años 60 y 80,  las fiestas de carnaval se fueron enfriando en Caracas y quedaron sólo para los niños. Sin embargo, en la mayoría de los pueblos esta fiesta ha conservado su tradición.

¿A qué no sabes quién soy?

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Las “negritas” escondían su identidad para disfrutar sin complejos de la festividad del carnaval. Se hacían su  disfraz con una malla negra o mono entero negro y con otra media, tapaban el rostro dejando el orificio de los ojos, nariz y boca. Se pintaban los labios y se colocaban collares llamativos, pulseras, por encima de la malla ponían su ropa interior y falditas cortas.

Pícaras y bochincheras eran las negritas. Con desparpajo, protegidas por el anonimato, le buscaban fiesta a los hombres. Siempre decían, con una voz muy fina y peculiar, pues disfrazaban su tono para no ser reconocidas: “¿A qué no sabes quién soy?”.

Los muchachos dejaban a sus novias en casa, salían a las calles y asistían a las fiestas donde estaban las negritas. Al conseguir un galán, lo tomaban por el brazo y lo convertían en su pareja de baile toda la noche. Tenían libertad para tocarlos y besarlos pero los muchachos a ellas no, porque si alguno de ellos las tocaban o se propasaban, las negritas  los pichaban con unos palitos que tenían a la mano.

Muchas anécdotas se tejieron en torno a las populares negritas del carnaval, historias muy graciosas que los abuelos aún recuerdan. Hombres que terminaban enredados con la propia esposa o novia y, peor aún, quienes se llevaba una sorpresa mayor al descubrir que la “negrita” era, en realidad, un hombre.

Te atrapé …

“Con sus monos negros muy ceñidos, sobre los cuales colocan a veces prendas de ropa íntima, entran corriendo, gritando, agarrando hombres, cimbreando el cuerpo o sencillamente revolcándose, las muy famosas negritas que, por esta época del año, pululan por todos los centros nocturnos de diversión… Flacas, gordas, proporcionadas, viejas y jóvenes, se embriagan con sus elegidos para iniciar un entretenido ritual de amor pasional contra la pared más cercana”. Así describía a las famosas “negritas” Luis Rafael Viso, en las crónicas del Suplemento El Nacional, correspondiente al carnaval de 1965.

Se dice que provenían de las cercanas islas de Trinidad y Tobago, con carnavales de renombre, donde las mujeres usan ropa colorida y vistosa. Pero hay más versiones del inicio de esta costumbre. Por un lado, aseguran que las mujeres aprovechaban el carnaval para  esconder su identidad tras un mono negro con ropa llamativa, una peluca y una máscara. Así podían disfrutar libremente y sin complejos de noches de locura.

Por otra parte, algunos indican que eran mujeres que buscaban probar la fidelidad del marido, ya que cada vez que se disfrazaban, seducían a sus parejas en plena reunión para luego invitarlos a serles infiel con ellas mismas. Cuando llegaba el momento más esperado por los caballeros, se quitaban los atuendos y le decían al marido “¡Ajá, te atrapé!, ¡sinvergüenza!”.

Patrimonio del mundo

Carnaval del Callao es patrimonio de Venezuela y del mundo

En la actualidad, las celebraciones más vistosas se realizan en el interior del país. Sin duda alguna, en tiempos de carnaval y otros bochinches, destaca el Carnaval de El Callao, reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Constituye una brillante muestra del sincretismo cultural que ha construido nuestra identidad a lo largo del tiempo.

Con más de un siglo de historia, las prácticas mineras de El Callao, en el Estado Bolívar, atrajeron a inmigrantes de toda Venezuela y el mundo, creando una mezcla cultural única entre los venezolanos, anglosajones, franceses, rusos, hindúes y trinitarios.

El ingrediente principal es el calipso guayanés, que se originó con la llegada de los inmigrantes trinitarios, quienes mezclaron su inglés con nuestro idioma, originando el patois local. Los instrumentos principales de este género musical son el bumbac, el rallo, la campana y el cuatro.

Bochinches y más bochinches

Del carnaval y otros bochinches

Entre otras fiestas de carnaval y otros bochinches, destacan las de Carúpano, Barquisimento, Mérida, Zulia, Trujillo  y La Colonia Tovar.

El Carnaval Internacional de Carúpano, estado Sucre, es muy famoso debido a su tradición, vistosidad y atractivo turístico. En el Zulia, los mamarrachos y los viejitos se encargan del tradicional desfile de disfraces; La Muñeca de la Calenda, estado Trujillo, es un baile en el que aparecen los más diversos y curiosos personajes.

Desde 1969, Mérida organiza para las fechas carnestolendas la famosa Feria del Sol. Tuvo su origen en la fiesta que se celebraba en honor a la Virgen de la Inmaculada Concepción, que se realizaba en el mes de diciembre, pero debido a las lluvias decembrinas ésta fue cambiada a febrero.

Los arlequines o jokilis (espíritus del carnaval) y los famosos gorilas son las comparsas más destacadas  en La Colonia Tovar, estado Aragua.

Del carnaval y otros bochinches

Durante los últimos años, en un intento de rescatar la tradición, se han realizado en otras ciudades del país desfiles de carrozas, elecciones de reinas y otros eventos, especialmente dirigidos a niños. Son los más pequeños quienes más gustan esta temporada, disfrazándose y paseando por plazas, paseos, bulverares y otros espacios públicos, a donde la gente acude para lanzar papelillos o pequeñas bombas de agua y bailar.

El espíritu festivo se eleva durante el carnaval y otros bochinches, tiempo en el que se da rienda suelta a la alegría y al disfrute de las diferentes costumbres que son parte de lo afirmativo venezolano.

 

Con información de Cultura y Letras, Fundación CIEV, Fundación Satiricón y Radio Otilca

Fotografías: Fundación Fotografía Urbana, La Venezuela Inmortal, Asociación Tovarer Jokili


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