Parece ciencia ficción pensar en una tortuga gigante, con décadas de vida, capaz de engendrar cientos de hijos para salvar su legado. Pero es una realidad. Es la historia de Diego la tortuga gigante que rescató a toda su especie.
En la década de 1960, científicos determinaron que quedaban poco más de una docena de individuos de tortugas gigantes en las islas Galápagos, lo que llevaría a su extinción. Entonces, tomaron los ejemplares de Chelonoidis hoodensis que quedaban en la isla Española, e iniciaron un programa de reproducción y crianza en cautiverio.
Pero contaban solo con dos machos, por lo que buscaron más por todo el mundo. Consiguieron en el Zoológico de San Diego, EEUU, un macho adulto que se presumía fue capturado, en la década de 1930, en las Galápagos. Comenzaba el periplo de Diego para asegurar su legado, que lo llevaría a engendrar unos 800 hijos.
Más de medio siglo pasaría y, después de haber engendrado el 40% de la nueva población de tortugas gigantes, pudo regresar a su hogar, esta vez para siempre.
Exitoso programa de rescate
Lamentablemente, no es común cerrar con éxito programas de reproducción y crianza en cautiverio. Menos aún, si hablamos de especies endémicas diezmadas. Pero, afortunadamente, ese fue el caso de las tortugas gigantes de isla Española, del archipiélago de Galápagos, ubicado en Ecuador.
El lunes 15 de junio de 2020, la Dirección del Parque Nacional Galápagos y Galapagos Conservancy, a través de Iniciativa para la Restauración de las Tortugas Gigantes (GTRI por sus siglas en inglés), regresaron a su hogar al grupo original de 15 tortugas adultas reproductoras. Entre ellas destacaba Diego, la tortuga gigante que rescató a toda su especie.
Se trata de doce hembras y tres machos que pasaron más de cincuenta años dedicados a procrear tortugas gigantes. Solo 15 individuos las salvaron de la extinción.
Esta es una de las pocas historias felices de rescate de especies en el mundo. Además, el programa contribuyó a la restauración de la integridad ecológica de las Galápagos, conocidas por ser donde el inglés Charles Darwin estudió la evolución de las especies.
Reserva de gran importancia
Las islas Galápagos fueron declaradas parque nacional de Ecuador en 1959, protegiendo así el 97,5 % de la superficie del archipiélago. El área restante es ocupada por asentamientos humanos originales.
Desde 1984, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró 772 mil hectáreas del archipiélago ecuatoriano como reserva. La superficie fue incrementada a 14.6 millones de hectáreas en 2019, convirtiendo a la Reserva de Biósfera Galápagos en una de las áreas marinas de importancia internacional más grandes del mundo.
Con 6000 hectáreas y una altitud máxima de 206 msnm, la Española representa el 0.77 % de la superficie del archipiélago. Tiene 300 millones años, lo que la hace la más antigua de las Galápagos.
En la isla Española viven otros animales como iguanas y lobos marinos, pero la presencia de las tortugas es indispensable para la supervivencia de otras especies, como los albatros. Son ellas las que abren espacios para que estas aves puedan llegar o despegar.
Tortuga gigante, endémica y única
La Chelonoidis hoodensis es una especie de tortuga gigante de la familia Testudinidae, endémica de las Galápagos. Específicamente, es una variedad que vivía de manera natural solo en isla Española. Según la IUCN es una especie “En peligro crítico”.
Los quelonios como Diego, la tortuga gigante que rescató a toda su especie, forman parte del complejo denominado Chelonoidis nigra, que incluye a todas las especies de tortugas nativas del archipiélago ecuatoriano.
Diezmadas por piratas y balleneros
Fueron miles los ejemplares asesinados por piratas y balleneros desde siglos atrás. De las 15 especies de tortuga gigante originaria de Galápagos, tres se extinguieron, víctimas de los piratas del siglo XVIII, que saquearon el frágil ecosistema del archipiélago.
Aprovechando el fácil acceso a la árida y pequeña isla Española, se abastecían de alimento en ese refugio. La isla, ubicada al sureste de Galápagos, vio así diezmada su población de original de cientos de miles de tortugas.
En el caso de la tortuga gigante, de los más de cinco mil ejemplares que muestran registros históricos, en 1960 se determinó que quedaban menos de dos decenas en la isla.
La historia de Diego
Diego obtuvo su nombre del Zoológico de donde fue transferido. Su historia comenzó cuando, en 1960, encontraron en la isla Española solo 12 hembras y dos machos de tortuga gigante.
Para iniciar el programa de reproducción en cautiverio, requerían más ejemplares y se hizo una búsqueda de machos alrededor del mundo que pudieran contribuir, con su carga genética, a la conservación de esta especie única.
La búsqueda tuvo frutos cuando fue encontrado en Estados Unidos un macho adulto, recogido en la Española por un equipo de investigación a mediados de la década de 1930.
Diego, la tortuga gigante que rescató a toda su especie, viajó de regreso a Galápagos en 1977 y se unió al programa iniciado en el centro de reproducción en la isla Santa Cruz, administrado por la Fundación Charles Darwin.
El macho se mostró como el «dominante» entre los tres seleccionados para recuperar a las hoodensis.
Con unos 100 años de edad, Diego pesa 80 kilos, mide 90 centímetros de longitud y 1,5 metros de altura (si estira las piernas y el cuello). Vive con seis hembras, que han sido sus compañeras.
De 15 A 2.300 ejemplares
Decididos a rescatar la especie, científicos llevaron 15 tortugas gigantes al centro de reproducción Charles Darwin de la isla de Santa Cruz.
El apetito sexual de Diego ayudó a salvar a su especie de la extinción. «Es un macho sexualmente muy activo y ha contribuido en gran medida a repoblar la isla», señaló Washington Tapia, director de la Iniciativa para la Restauración de Tortugas Gigantes.
Cerca de dos mil ejemplares nacieron como consecuencia este programa y han sido llevadas a la isla. El seguimiento muestra que se han adaptado al ambiente y comenzaron a reproducirse efectivamente y la cantidad de individuos alcanza más de 2300.
Un análisis genético mostró que Diego, la tortuga gigante que rescató toda su especie, es el padre de 800 de las nacidas en las cinco últimas décadas.
Operación vuelta a casa
Antes de la liberación, cada tortuga gigante que participó en el programa fue sometida a un proceso de cuarentena extendido. Su traslado se postergó por la pandemia de Covid 19. El protocolo para su liberación incluyó desparasitación interna y externa, y la colocación de un microchip de identificación.
Un atardecer sirvió de fondo para el traslado en lancha a isla Española. Tras el desembarque, guardaparques y científicos iniciaron el recorrido de 2.5 kilómetros, llevando cada tortuga gigante en sus espaldas hasta llegar al sector Las Tunas, su hogar definitivo. Ese espacio facilita la adaptación de los especímenes, pues en él se concentra la mayor cantidad de cactus Opuntia, su principal alimento.
“Las 12 hembras, que pesan en promedio 35 kilos, fueron cargadas por una sola persona, mientras que, para los tres machos, cuyo peso superaba los 55 kilos, fue necesaria la participación de dos personas, en relevos”, explicó Danny Rueda, director del Parque Nacional Galápagos.
El equipo prevé realizar un primer viaje de monitoreo en seis meses. En tanto sigue los desplazamientos y actividades de las tortugas, con dispositivos satélites y 40 cámaras trampas distribuidas en su área de vida.
Futuro promisorio para la tortuga gigante
Estudios basados en modelos matemáticos con diferentes escenarios posibles para el próximo siglo, revelan que isla Española reúne ahora las condiciones suficientes para mantener a la población de tortugas gigantes.
“Actualmente hay alrededor de 2.300 ejemplares en esa isla que han sido repatriados a lo largo de todos estos años, y ya no se las necesita mantener en cautiverio porque está creciendo la población”, asegura
Tapia, quien agregó que la isla cuenta con las condiciones suficientes para mantener a la población de tortugas, que seguirá creciendo normalmente, sin nueva repatriación de juveniles.
«No diría que la especie está en perfectas condiciones, ya que los registros históricos muestran que probablemente había más de 5.000 tortugas en la isla, pero su población aumentó y eso es más importante», dijo el experto.
La historia de Diego contrasta con la de Lonesome George, que en junio de 2020 cumplió ocho años de muerto. Esta tortuga de Galápagos, también famosa, se convirtió en un ícono de conservación mundial pues era el último macho de la especie de quelonios de la isla Pinta, Chelonoidis abingdonii.
El caso de Diego, la tortuga gigante que rescató a toda su especie, es más afortunado. Con más de un siglo de vida y después de casi 90 años fuera de su hogar, está de vuelta en la isla Española junto a su extensa familia.
A partir de ahora, será la naturaleza quién encamine el futuro de estos impresionantes animales en Galápagos.
Con información de Galápagos ORG, Econsejos y Panorama
Fotos cortesía de Galápagos ORG y GNPD
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