La historia de la Virgen de Coromoto, Patrona de Venezuela, está estrechamente ligada al Cacique del mismo nombre, líder de la tribu de los Cospes, quienes se refugiaron en las montañas al norte de Guanare cuando esta ciudad fue fundada en 1591.
Negados a ser colonizados, los indígenas solo aceptaron la evangelización después la aparición de una bella Señora, ante el Cacique Coromoto y su mujer, a quienes pidió se dejarán bautizar.
Cuando estaba todo listo para recibir el sacramento, el rebelde líder indio huyó. Cuenta la tradición oral que la Virgen de Coromoto se apareció otra vez ante él en su propia choza. Cuando el indígena quiso agarrarla, la hermosa figura desapareció, dejando en su mano una imagen.
Esta reliquia reposa hoy en día, 369 años después de su aparición, en el Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto, donde permanece incrustada en el pedestal de una imagen de madera.
La aparición de la Virgen de Coromoto
Cuando se fundó Guanare en 1591, los Cospes huyeron al norte, hacia la montaña, dificultando su evangelización. Años más tarde, cuando atravesaban una corriente de agua, el Cacique Coromoto, el líder, y su mujer vieron a una mujer de belleza incomparable, que sostenía en sus brazos un radiante y precioso niño.
Caminaba sobre las cristalinas aguas y en su idioma les dijo: «Vayan a casa de los blancos y pídanle que les eche el agua en la cabeza para poder ir al cielo». Impresionado por la bella dama, el Cacique relató lo sucedido a un español llamado Juan Sánchez, con quien acordó que la población indígena fuera evangelizada y bautizada.
Pasaron los meses y la señora continuaba apareciendo en la quebrada, pero solo podían verla los pequeños. Iniciado el bautizo de los indígenas, Coromoto decide escapar antes de recibir el sacramento. Extrañaba la selva y sus dominios
El 8 de septiembre de 1652 la Virgen de Coromoto apareció de nuevo en la propia choza del Cacique. Era la primera vez que la imagen visitaba una familia, pues estaban presentes la esposa, su cuñada y sobrino. De todo su ser de desprendían rayos de luz tan potentes que, según aseguró una de las indígenas, eran como los del sol del medio día, pero no deslumbraban ni cansaban la vista.
El Cacique reconoció a la misma bella señora que había contemplado sobre las aguas de la plácida corriente de sus montañas, cuyo recuerdo jamás había podido borrar de su memoria.
La imagen de la bella señora
Soberbio y lleno de impotencia, el Coromoto intentó atacar a la bella dama con su arco y flecha, pero ella se acercó aún más. Trató entonces de agarrarla y ésta desapareció.
Tembloroso, el indio les dijo a las mujeres “aquí la tengo cogida”. Éstas, profundamente impresionadas y conmovidas, quisieron verla. Al abrir la mano, reconocieron la imagen de la bella mujer, que despedía un gran resplandor. Era una pequeña estampita de pergamino, de 2,5 centímetros de alto y dos centímetros de ancho. En ella se observaba a quien sería conocida posteriormente, como la Virgen de Coromoto.
El Cacique envolvió la imagen en una hoja y la escondió en la paja del techo de su casa. Su sobrino corrió a avisarle a Juan Sánchez, quien fue a la choza a recoger la preciosa reliquia. Al verla sintió profunda emoción, pues reconoció en ella a la Virgen con el Niño Jesús en el regazo.
Lleno de admiración y devoción el español contó al cura del pueblo lo ocurrido. Sin embargo el religioso no creyó la historia, por lo que Sánchez se fue a su casa y colocó a la Santa Reliquia en un altar.
Cuenta la leyenda que el Cacique huyó a la selva y, al ser mordido por una serpiente venenosa, comenzó a pedir el bautismo. Lo recibió de un barinés que pasaba por el lugar. Algunos dicen que Coromoto murió allí bautizado con el nombre de Ángel Custodio, otros que se convirtió en apóstol y pidió al pueblo Cospes que aceptaran el Santo Sacramento y, como consecuencia de esto, los indígenas formaron una comunidad de fieles muy fervorosa.
Su primera procesión
La fama de la Virgen de Coromoto fue creciendo en los meses siguientes. El primero de febrero de 1654, se presentó el Vicario Presbítero Don Diego de Lozano – el mismo que no había creído la historia de Juan Sánchez- y sacó la estampa en una procesión.
La gente la acompañó con devoción desde la hacienda de Juan Sánchez hasta la Iglesia de Guanare. Ya el pueblo la conocía como la Virgen de Coromoto.
La imagen permaneció en un relicario hasta 1987, cuando fue incrustada en el pedestal de la imagen de madera que hoy está en el Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto.
A finales del siglo XVII, habían muerto los pocos españoles y criollos que conocían la ubicación de las apariciones de la Virgen de Coromoto. Los habitantes aseguraban que solo los indígenas lo sabían, pero éstos vivían internados en la montaña y muy rara vez se dejaban ver.
La ermita en honor a la Virgen
Fray Diego de Olayza, un agustino con una imagen de la Virgen de Topo de la ciudad de Bogotá, que representa a la Virgen en la bajada de la Cruz, llegó a Guanare. Recorría las poblaciones recolectando limosnas.
Cuentan que, al regreso de uno de esos recorridos, mientras rezaban el Rosario en Guanare, todos vieron que la cara de la Virgen se puso amarilla y luego retomó sus colores naturales, pero más vivos y hermosos.
Al proseguir la marcha notaron que una sombra cubría el rostro de la imagen, se detuvieron por tres horas rezando, pero la sombra persistía. Uno de los presentes propuso plantar una cruz en el sitio y al hacerlo, la sombra desapareció. Le narraron todo al cura y pidieron permiso para erigir una pequeña ermita.
Devoción con historia
La construcción de la ermita comenzó en agosto de 1698. Apenas habían iniciado cuando se presentaron nueve jinetes indígenas. Uno de ellos, el Cacique Gaspar Tabares dijo: “Hemos sabido que un hombre viene a hacer una Iglesia para nuestra ama la Virgen. Díganle que si desea construirla en el sitio donde la bella dama bajó del cielo cuando la cogió mi suegro, todos vendremos a vivir aquí”. Los otros añadieron: “si edifican la iglesia donde nuestro Capitán asió a la Virgen, todos saldremos de los bosques”.
Cuando los indígenas fueron a buscar el sitio exacto de la aparición, el cacique Gaspar afirmó asombrado que ya estaba marcado con la cruz que habían colocado.
El Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto está ubicado en el lugar donde apareció la Virgen por segunda vez, en el kilómetro 25 vía Barinas. Fue inaugurado el 10 de febrero de 1996 por el Papa Juan Pablo II. Es un centro canalizador de sentimientos espirituales y devociones que ratifica a Guanare como Capital Espiritual de Venezuela.
En 1942, el Episcopado Venezolano decretó y proclamó a Nuestra Señora de Coromoto, Patrona oficial de Venezuela. Dos años más tarde, el Papa Pío XII confirmó, constituyó y declaró a la Santísima Virgen de Coromoto, Celeste y Principal Patrona de Venezuela. Actualmente la basílica es visitada por miles de peregrinos devotos que mantienen viva la devoción a la bella señora que visitó años atrás la tierra de los Cospes.
Danzas para Nuestra Señora de Coromoto
La devoción del pueblo venezolano a la Virgen de Coromoto ha dado lugar a singulares manifestaciones. En el pueblo andino San José de Tostós le rinden homenaje, desde 1957, con danzas autóctonas que representan las costumbres de los Cospes, y la celebración por las cosechas. La manifestación, que comenzó con 30 danzantes, hoy reúne más de 600 niños, jóvenes y adultos, organizados en cuatro tribus.
Los pobladores de la aldea Mirabel, en el municipio La Azulita de Mérida, se congregan cada último domingo de octubre para celebrar su fiesta religiosa de mayor devoción, dedicada a la Virgen de Coromoto, desde 1956. Veinte parejas bailan después de la misa, vestidas y adornadas según su usanza ancestral y capitaneadas por el cacique. Se pintan los rostros, adornan sus cabezas con plumas y cubren sus muslos y cintura con hojas de palma.
En sitios tan alejados del lugar de su aparición como los Valles del Tuy, estado Miranda, la religiosidad de un pueblo pequeño se evidencia en la tradición de la escolta de los indios Coromotanos, que existe desde el 11 de marzo de 1941. Se trata de una peregrinación en honor a la Patrona de Venezuela, que sus devotos llevan a cabo el siguiente domingo después del miércoles de ceniza.
La peregrinación tiene un Cacique, acompañado por una gran cantidad de promeseros, vestidos como indígenas, unos a pie, otros a caballo y algunos en carrozas alegóricas; así como una gran cantidad de niños y niñas vestidos de ángeles.
Muestras llenas de tradición y fervor del pueblo venezolano a la Virgen de Coromoto, que refieren a la historia del encuentro entre culturas.
Con información de Santuario Basílica Coromoto, Herencias Venezolanas y Venezuela Tuya
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