El calentamiento global y sus efectos en el clima, es probablemente la causa del cambio en el eje de rotación de la Tierra en la década de 1990.
Desde la década de 1990, el derretimiento de los glaciares redistribuyó suficiente agua para provocar un cambio acelerado en la dirección de desplazamiento de los polos, de acuerdo a un nuevo estudio científico publicado en la revista Geophysical Research Letters.
Si bien las ubicaciones de los polos norte y sur no son estáticas e inalterables, la forma en que la que el agua se distribuye en la superficie de la Tierra, es un factor que promueve la deriva de los dos polos, asegura el estudio.
Uno de los hallazgos de los científicos es que la denominada deriva polar, indicador de la variación de los polos en el transcurso del tiempo, cambió de sur a este en 1995. También que la velocidad promedio del movimiento fue 17 veces más rápido de 1995 a 2020, en comparación a la ocurrido entre 1981 y 1995.
El agua y el eje de la Tierra
El movimiento polar es causado, generalmente, por cambios en la hidrosfera, la atmósfera, los océanos o la Tierra sólida. Los científicos se propusieron averiguar cuál ha sido la contribución de los cambios en la hidrósfera en la trayectoria de la deriva polar entre durante el período 1981-2020.
En virtud de la hidrósfera conforma las tres cuartas partes del planeta, los cambios en ella, como el derretimiento acelerado de los glaciares y el bombeo de agua subterránea para la agricultura, tienen un impacto significativo en el movimiento de los polos.
A partir los datos sobre la pérdida de glaciares y estimaciones del bombeo de agua subterránea, los autores calcularon cómo cambió el agua almacenada en la tierra. Descubrieron que la pérdida de hielo en las regiones polares y la pérdida de agua en las regiones no polares, impulsaron la variación hacia el este de la trayectoria de los polos.
Derretimiento de los glaciares
“La pérdida de almacenamiento de agua en la tierra por el derretimiento acelerado del hielo, es el principal impulsor de la rápida deriva polar después de la década de 1990″, afirma Shanshan Deng, autor del estudio y cursante de doctorado en el Instituto de Ciencias Geográficas e Investigación de Recursos Naturales de la Academia de Ciencias de China.
Vale recordar que la comunidad científica prevé que para el 2100, glaciares de los Andes suramericanos, Europa, África Oriental e Indonesia podrían perder más del 80% de su tamaño actual.
Por otra parte, el calentamiento y deshielo del permafrost continuará aumentando aún si la temperatura global se limita a valores inferiores a 2 °C. Aún con ese grado de calentamiento global, el 25 % del permafrost situado entre 3 y 4 metros de profundidad de la superficie, se habrá derretido para 2100.
Extracción del agua subterránea
La aceleración del derretimiento de los glaciares no explicaba por completo el cambio en la trayectoria de la deriva polar, por lo que el equipo de expertos realizó, con los datos disponibles, estimaciones sobre el impacto de la extracción insostenible de agua subterránea, mediante el bombeo, para la agricultura.
Buena parte del agua subterránea una vez extraída de las profundidades, vuelve al mar contribuyendo a un cambio en la distribución del peso de la Tierra.
El estudio indica en este sentido, que la extracción del agua subterránea en las zonas no polares ha contribuido con la nueva trayectoria de la deriva polar, aunque en menor medida que el derretimiento del hielo en las áreas polares.
En los últimos 50 años, de acuerdo a las estimaciones de los expertos, se han extraído 18 billones de toneladas de agua subterránea para uso humano, que no ha sido reemplazada.
Los satélites y el cambio climático
Para el estudio, los investigadores emplearon la información sobre la distribución de la masa alrededor del planeta y la medición de cambios desiguales en la gravedad en diferentes puntos, obtenidos por los satélites gemelos Grace, lanzados en 2002.
De acuerdo a los autores, esta investigación presenta un enfoque novedoso para cuantificar la contribución de los cambios en el almacenamiento del agua terrestre, al comparar la trayectoria de deriva polar en dos escenarios diferentes.
Un escenario supone que el cambio de almacenamiento de agua terrestre durante todo el período de estudio (1981-2020) es similar al observado recientemente (2002-2020). Mientras que el segundo escenario asume que el cambio se produjo desde el derretimiento observado del hielo de los glaciares.
Indica el equipo científico que el segundo escenario, con la suma de la contribución de la atmósfera, los océanos y la Tierra sólida, concuerda con el movimiento polar durante el período estudiado (1981-2020).
«Los hallazgos ofrecen una pista para estudiar el movimiento polar impulsado por el clima en el pasado», dijo Suxia Liu, hidróloga de la Academia de Ciencias de China y autora principal del estudio.
La nueva investigación suma sus hallazgos al cúmulo de evidencias del gran impacto que el calentamiento, global provocado por la actividad humana, sobre el planeta y en este caso en particular, sobre el eje de rotación de la Tierra.
Con información de Geophysical Research Letters, Advancing Earth and Space Science y BBC News
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