El copey, especie endémica del trópico de Suramérica y el Caribe, se caracteriza por su belleza y vistosidad. En Venezuela, este árbol crece y se reproduce en los bosques montañosos de la Cordillera de la Costa, con profusión en la isla de Margarita, donde ofrece su atractivo en el Parque Cerro El Copey, al que le da nombre.
De mediana altura, hojas anchas de un verde intenso y pálidas flores, este árbol de rápido crecimiento se usa mayormente como planta ornamental, especialmente en ambientes marinos pues tolera la sal, requiere pocos cuidados y proporciona una agradable sombra.
Por algunos de sus peculiares usos, al copey se le llama árbol de autógrafos porque en sus gruesas hojas es posible escribir con facilidad. Lamentablemente hoy es una especie amenazada por la pérdida de hábitat.
El copey, tampaco o mamey silvestre
Clusia rosea, clusia major, mamey silvestre o tampaco, son las diferentes denominaciones que identifican al copey. Se trata de la más conocida de todas las Clusia gracias a su ornamentalidad. Su nombre Científico es Clusia multiflora, de la familia Clusiaceae, cuyo género se designó en honor al botánico Charles de l´Ecluse, o Carolus Clusius como se le conocía. Es una planta endémica del trópico americano, presente en Suramérica, el Caribe, Bahamas y las Indias Occidentales.
Es un árbol de rápido crecimiento, produce flores muy decorativas y proporciona una agradable sombra. Debido a estos atributos, el copey es recomendado para adornar parques y jardines. Estos árboles prefieren el ambiente de semisombra y los climas cálidos. La temperatura mínima que soportan es de 10ºC. Esta especie suele desarrollarse con mayor tendencia, en la costa caribeña bajo los 800 msnm.
Dependiendo de las condiciones del hábitat este árbol siempre verde es semiepífito, pues puede crecer como trepadora. Durante la etapa juvenil se enredan y forman marañas de ramas y raíces que pueden aprovechar las condiciones de otro árbol, llegar a estrangular a la planta tutor o forófito, y apoderarse de su espacio. También crecen solos e incluso, sobre rocas.
Alcanza una altura de entre cinco a 20 metros según las condiciones del ambiente. Sus ramas delgadas y flexibles que caen, ayudan a formar una copa baja y compacta. Aunque requiere suelos ricos y húmedos, con buen drenaje, el copey es resistente a la salinidad, por lo que puede cultivarse cerca de la costa en climas suaves.
Parque Cerro El Copey hogar ideal
En Venezuela, el copey encuentra su hábitat idóneo en las pendientes verdes del cerro más elevado de Nueva Esparta, específicamente en el Parque Nacional Cerro El Copey. La importancia de esta especie vegetal es tal que le da nombre a esta zona protegida.
El parque constituye la principal reserva de agua dulce de la isla de Margarita. Su cima se eleva ceca de los mil metros sobre el nivel del mar, por lo que su perfil es visible desde decenas de kilómetros, incluso desde tierra firme en el estado Sucre.
El copey forma parte de la biodiversidad que forma parte de esta Área Bajo de Régimen de Administración Especial (ABRAE). Entre ellas destacan especies endémicas como la cotorra margariteña y la subespecie Margaritae del Odocoileus virginianus, conocida como el venado enano de Margarita.
En el Cerro El Copey se pueden apreciar hermosos ejemplares medianos de esta especie que despliegan sus hermosas flores crema a mitad de año y luego se dejan los redondeados frutos que lo adornan por largo tiempo.
Hojas, flores y frutos
De color verde oscuro, ovadas, anchas y gruesas, son las hojas del copey. Sus puntas son ligeramente redondeadas y tiene márgenes lisos en la cara anterior, así como un nervio central más claro en su cara posterior. Contiene una savia blanca que irrita la piel y si se ingiere o cae en los ojos, puede llegar a ser tóxica.
Las llamativas flores del copey miden de 7 a 10 centímetros de diámetro, y están compuestas por siete pétalos de color rosado a crema o blanco, carnosos, redondeados en su base y curvados hacia adentro. Con un centro de color rojo intenso característico, están presentes todo el año, otorgándole belleza y encanto.
Pueden ser femeninas o masculinas. Las masculinas tienen muchos estambres que forman una esfera, mientras que las femeninas poseen un ovario visible, de color verde amarillento, cubierto por una corona de estigmas o pequeños pétalos. Ambas flores tienen sus órganos reproductivos cubiertos por una sustancia pegajosa, buscada por abejas para hacer sus panales.
Los frutos, cápsulas redondeadas con forma de estrella, muestran las semillas rodeadas de un arilo de color naranja que atrae a las aves. Tienen un diámetro de 4 a 9 centímetros. Su cáscara lisa, con una serie de protuberancias negras, están dispuestas en círculo cerca de la punta. Cuando madura, se torna amarillo con rojo. Las aves, ardillas y otros animales, se encargan de dispersar las semillas para su reproducción.
Más que una cara bonita
El clusia rosea es mucho más que una especie ornamental, pues tiene muchos usos. Al crecer en un área tropical endémica, el tronco del copey puede alcanzar unos 50 centímetros de diámetro en 50 años. Esta madera de textura fina, grano suave y resistencia moderada al ataque de hongos, es usada como leña esencialmente.
Por otro lado, el látex de color amarillo se emplea para curar torceduras y fractura de huesos. Mientras que la savia de la semilla, es utilizada para cerrar las junturas de embarcaciones y todo tipo de suelos, los cuales deben secarse con mucho sol. La raíz del copey se ha usado tradicionalmente para curar enfermedades venéreas.
Con información de Vereda ULA, Hemisferio Sur Guayana, El Mundo Forestal y Jardinería On
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