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El deslumbrante brillo del legado de Humberto Fernández Morán

por Haiman El Troudi
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El deslumbrante brillo del legado de Humberto Fernández Morán

Aun fuera de este plano terrenal, el científico venezolano Humberto Fernández Morán sigue deslumbrando con el brillo de su valioso legado a la investigación sobre las enfermedades neurológicas y a la evolución de la microscopia electrónica, más allá de la cuchilla de diamantes, el invento por el que más se le ha reconocido mundialmente.

Este investigador de alto calibre que consideró a la crio ultramicrotomía y la críomicroscopia electrónica como sus logros científicos más importantes, fue un visionario cuyos estudios contribuyeron fundamentalmente al desarrollo tanto de la técnica de la microscopía electrónica, como de sus aplicaciones en biología, medicina y ciencia de los materiales.

Estigmatizado políticamente vivió un exilio voluntario en los Estados Unidos, pero nunca dejó de añorar a su país al que logró volver en varias oportunidades, aunque no logró apoyo  para concretar proyectos de formación para la juventud.

Médico Summa Cum Laude a los 21 años

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Con apenas 21 años, Humberto Fernández-Morán Villalobos obtuvo el título de médico en la Universidad de Múnich, Alemania, distinguido como  Summa Cum Laude.  Era el año 1944 y se iniciaba el fin de la Segunda Guerra Mundial. Volvió a Venezuela y revalidó su título en la Universidad Central de Venezuela.

Fernández Morán nació en Maracaibo, estado Zulia, el 18 de febrero de 1924. Su familia se tuvo que trasladar a los Estados Unidos, porque su padre, Luis Fernández Morán, se oponía al régimen del dictador Juan Vicente Gómez. Irónicamente el científico marabino hubo de abandonar el país en 1958, porque la democracia representativa  promovió su rechazo al vincularlo políticamente con el general Marco Pérez Jiménez.

Estudió primaria en Nueva York y de regreso a Venezuela, inició estudios de bachillerato en el Colegio Alemán de Maracaibo, pero culminó esta formación en un liceo de Alemania, donde se graduó a los 15 años.

De la práctica médica a la investigación

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En una de sus publicaciones, Reflexiones sobre Investigación Biológica (1967), Humberto Fernández Morán  admitió que de la práctica médica se cambió a la investigación básica con el deseo de aprender más sobre los tumores del cerebro,  movido por la impotencia al ver morir a los pacientes a pesar de todos los esfuerzos que se hacían.

En el camino recorrido antes, el galeno venezolano realizó una especialización en Neurología y Neuropatología en la Universidad George Washington, con el profesor Walter Freeman, quien practicaba la lobotomía para el tratamiento de ciertas psicosis, técnica de gran prestigio  a mediados de los años 40. De hecho Fernández Morán la aplicó a pacientes del Hospital Psiquiátrico de Maracaibo.

El paso definitivo de la práctica clínica a la investigación lo dio Fernández Morán en Suecia, país al que viajó para seguir explorando en el campo de la neurología. Algunas biografías refieren que fue Albert Eisntein quien le recomendó esa nación para completar su formación científica en biofísica. Lo concreto es que el marabino trabajó como asistente extranjero en el Instituto Karolinska, una de las más prestigiosas universidades médicas del mundo.

Pero con el tiempo la práctica de la lobotomía se fue sustituyendo  por drogas psicotrópicas, el método pasó a la historia y Fernández Morán pasó página hacia el capítulo de la investigación. Además agregó un nuevo capítulo a su vida íntima al casarse con Anna Browallius, con quien tuvo a sus hijas Brígida Elena y Verónica.

El bisturí de diamante

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El profesor  Manne George Siegbahn, Premio Nobel en Física  y director del Instituto Nobel de Física en Estocolmo, lo invitó a trabajar en el laboratorio de microscopia electrónica, en calidad  de Research Fellow (compañero de investigación). En esa época obtuvo el Doctorado en Filosofía (PhD), mención Biofísica, en la Universidad de Estocolmo.  En ese laboratorio desarrollaría la cuchilla de diamante también conocida como el bisturí de diamante.

Desde su invento, la cuchilla de diamante permite a los científicos de todo el mundo hacer cortes ultrafinos de tejidos biológicos, incluso de cierta dureza como el tejido óseo. Las cuchillas de vidrio existentes duraban poco y dificultaban el corte de tejidos más duros.  Fernández Morán describió su invento en un artículo publicado en 1953.

Los minúsculos cuchillos de diamante se montan en un dispositivo especial para su uso en ultramicrótomos (instrumento que se utiliza para realizar investigaciones biológicas con el microscopio de transmisión electrónica) con el fin de hacer los cortes ultrafinos para su  observación con el microscopio electrónico. Posteriormente, la tecnología de las cuchillas de diamante también se  utilizó para el desarrollo de instrumentos quirúrgicos usados en intervenciones oftalmológicas y para diversos usos industriales.

Fernández Morán, el gran visionario

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La experiencia adquirida en Suecia dotó a Humberto Fernández Morán de profundos conocimientos en la joven microscopia electrónica y lo proyectó como un gran visionario. El bisturí de diamante fue solo el primer paso de una vida de investigaciones y descubrimientos.

En esa etapa también concibió la crio-ultramicrotomía, un método para cortar muestras biológicas ultrafinas congeladas, que aventajaría al tradicional proceso de ultramicrotomía en la rapidez. De hecho, en 1956, desarrolló su propio ultramicrótomo de cabeza rotatoria que utiliza un sistema de avance térmico.

El científico venezolano fue pionero en dos descubrimientos que se hicieron merecedores del Premio Nobel muchos años después de su muerte. En 1962 describió lo que bautizó como las “partículas elementales’ de las mitocondrias. Ello abrió las puertas a nuevas investigaciones que le valió el Premio Nobel de Química de 1997 a Paul D. Boyer y John E. Walker por “la elucidación del mecanismo enzimático de la síntesis de ATP”; así como a Jens C. Skou  por “el descubrimiento de la enzima transportadora de iones, Na+ K+ ATPasa”.

En 1963 Fernández-Morán avanzó en el concepto de la crío-microscopia electrónica construyendo luego el primer crío-microscopio electrónico con lentes superconductoras operadas a temperatura de helio líquido, en la Universidad de Chicago. Lo que permitió este prototipo fue referencia futura a trabajos que  llevaron el Premio Nobel de Química del 2017 a Jacques Dubochet, Joachim Frank y Richard Henderson por “el desarrollo de la crío-microscopia electrónica para la determinación de la estructura en alta resolución de biomoléculas en suspensión”.

Reconocimiento por el bienestar de la humanidad

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Reactor nuclear RV-1 del IVIC, hoy Planta de Esterilización por Rayos Gamma (Pegamma).

Humberto Fernández Morán fue distinguido con la medalla y premio John Scott Legacy por haber contribuido significativamente  a la “comodidad, bienestar y felicidad de la humanidad” gracias a la invención de la cuchilla de diamante.

Este reconocimiento, que es otorgado por la ciudad de Filadelfia desde el año 1822, ha distinguido entre a grandes científicos y científicas como Jonas Salk, por la vacuna antipoliomielítica; Marie Curie por el descubrimiento del Radio y la determinación de sus propiedades radiactivas;  Thomas Edison por la lámpara incandescente y Alexander Fleming por el descubrimiento de la penicilina.

En 1968 Humberto Fernández Morán fue nominado por dos personas para el Premio Nobel en Fisiología o Medicina por sus contribuciones al estudio de la ultraestructura celular por medio del uso del microscopio electrónico, con especial mención al desarrollo de la cuchilla de diamante, pero no fue seleccionado para su ulterior consideración para el premio. Ese año la competencia por el Nobel fue muy fuerte, con la disciplina de la biología molecular despuntando.

Vale señalar que en el año 2017, 49 años después, en el documento técnico emitido por la Real Academia Sueca de las Ciencias para justificar el Premio Nobel, se reconocen los esfuerzos tempranos de Fernández-Morán en crío-microscopia electrónica entre los antecedentes al trabajo de los científicos premiados.

Fundación del Ivnic

Firme defensor de la trascendencia de la ciencia para la vida y el desarrollo humano, pese al rechazo de miembros de la comunidad científica local, Fernández Morán logró fundar en Venezuela el Instituto Venezolano de Investigaciones Neurológicas y Cerebrales (Ivnic), en 1954 a los 30 años de edad.

Concebido como un centro de excelencia para las investigaciones del cerebro, el Ivnic fue dotado de laboratorios, bioterio, oficinas, talleres, viviendas para los investigadores y una biblioteca especializada en neurología. Destacaba el taller de cuchillas de diamantes, donde se producían las cuchillas que, sin costo alguno, eran distribuidas a  investigadores calificados de todas partes del mundo.  Y hasta contaba con un proyecto para un reactor nuclear con fines de investigación y docencia.

Fernández-Morán colocó a Venezuela en el mapa científico mundial al producir investigación original en el campo de las investigaciones cerebrales y las neurociencias, entre 1954 y 1958. El Ivnic fue precursor del IVIC (Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas), reconocido por el propio científico zuliano, en 1985, como provisto de una nueva generación de científicos con todos los recursos necesarios para llevar a cabo trabajos de investigación y de docencia, “jugando un importante papel en el desarrollo cultural y científico de Venezuela y países vecinos”.

El exilio voluntario

En exilio voluntario tras la caída del gobierno del general Marcos Pérez Jiménez, estigmatizado políticamente por haber aceptado ser Ministro de Educación (cargo en el que solo estuvo 10 días), Humberto Fernández Morán vivió con su familia en los Estados Unidos hasta su retiro en 1986.

En Boston y Chicago, donde desempeñó cargos relevantes de investigación y docencia,  vivió su época de mayor productividad científica, especialmente en las áreas relacionadas con la críomicroscopia electrónica. No obstante, allí también padeció las condiciones de trabajo altamente competitivas, al punto que con frecuencia recomendaba a los científicos venezolanos evitar irse  a trabajar a Estados Unidos.

Fernández- Morán recibió subvenciones de la NASA (años 70), participando como Investigador Principal de sus propios proyectos para conocer “la biología molecular relacionada con el espacio, incluyendo consideraciones sobre la organización molecular de materiales extraterrestres”. Usó la capacidad de la cuchilla de diamante para realizar cortes de material lunar, con el fin de examinar su estructura.

Siempre volvió a su patria

A una década de haber salido de Venezuela, volvió como visitante e invitado en actividades científicas como ponente. Regresó en varias oportunidades, siempre con propuestas que generalmente fueron rechazadas, entre ellas la de un Centro de Investigaciones Tecnológicas para la Región de Guayana, un Centro Politécnico de Estudios Avanzados para  Occidente (1974) y un laboratorio de astronomía al sur del lago de Maracaibo (1986).

Humberto Fernández Morán murió en Estocolmo, el 17 de marzo de 1999, a consecuencia de un aneurisma cerebral. La lista de sus contribuciones científicas cuenta con unas 120 publicacionesy 14 patentes a su nombre.

Durante  su  carrera  científica,  recibió  múltiples  reconocimientos  y  homenajes,  tanto  en  Venezuela,  como  en  el exterior. Entre ellos, el Sillón XXVI de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales del país, la Medalla Claude Bernard de la universidad de Montreal  y el premio Médico del Año de la universidad de Cambridge; un reconocimiento especial de la NASA con motivo del X aniversario del programa Apolo y el bautizo con su nombre tanto del Departamento de Biología Estructural del IVIC, como de un asteroide del cinturón principal descubierto en Mérida.

Siempre visionario y brillante, hoy continua vigente su mensaje a la juventud venezolana al asumir el Ministerio de Educación en enero de 1858: “Vivimos en la era atómica y de la conquista del espacio. Esto no es una hipótesis, sino ya una realidad que absorbe la atención de todo los pueblos. La consigna para nuestra juventud es categórica: prepararse mediante adiestramiento adecuado para cumplir a cabalidad su misión”.

 

Con información de Gaceta Médica de Caracas, Venezuela en Retrospectiva, Biblioteca Clacso y Correo del Orinoco


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