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El Entierro de la Sardina despide al Carnaval

por Haiman El Troudi
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El Entierro de la Sardina despide al Carnaval

Pese a que en realidad devuelven el pez al mar o lo queman, la vieja tradición que marca el fin del Carnaval y el inicio de la Cuaresma es conocida, nacional e internacionalmente, como el Entierro de la Sardina.

Este popular personaje que representa los pecaminosos deseos de la carne y el desenfreno, desatados durante las festividades carnestolendas, muere cada miércoles de Ceniza cuando inician, para la feligresía católica, los 40 días de penitencia antes del Domingo de Resurrección.

 

El Entierro de la Sardina despide al Carnaval

La Sardina es enterrada, entonces, para dejar atrás al jolgorio, la fiesta, lo pagano y dar paso al recogimiento y el orden, lo divino. Es restaurar el orden subvertido por la juerga para que llegue la regeneración y la liberación espiritual.

Un Rey inicio la tradición

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La versión más conocida ubica el origen del Entierro de la Sardina en el siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III, en España. De acuerdo a la leyenda, el monarca ordenó sardinas para celebrar el final del Carnaval con el pueblo, en Madrid, pero éstas se descompusieron porque fue un día inusualmente caluroso.

La ciudad apestaba, por lo que el Rey publicó un edicto ordenando enterrar todas las sardinas podridas en la ribera del río Manzanares, presuntamente en la Casa de Campo, lugar donde la Cofradía del Entierro de la Sardina finaliza, cada año, el cortejo fúnebre tras recorrer varias calles de la ciudad.

En la celebración madrileña la sardina va en un ataúd cerrado. Junto a las viudas y religiosos desfilan comparsas de gigantes y cabezudos, figuras muy altas que desfilan al compás de una banda. En otras regiones del país, la sardina es exhibida en una carroza, seguida de muchas otras con diversas alegorías.

Francisco de Goya inmortalizó esta fiesta en el cuadro homónimo que pintó entre 1812 y 1819, relacionándolo con una serie de cuadros de gabinete de costumbres españolas, que se conservan en el museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, España.

El entierro tiene más sabor en Naiguatá

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Pero nada se compara con el sabor y el humor con el que se desarrolla el Entierro de la Sardina en Venezuela y en especial en la parroquia Naiguatá, ubicada en el estado costero de La Guaira.

Allí la parodia de lo que se vive en un cortejo fúnebre, así como la irreverencia y la burla de todo lo celestial o terrenalmente establecido, recorren las calles del pueblo al son de conocidas parrandas, fulías, samba, tambores y hasta merengues. En uno de estos jolgorios, nació la reconocida agrupación musical Las Sardinas de Naiguatá.

Aunque versiones señalan que ya en 1914, comunidades de españoles en Venezuela organizaban el Entierro de la Sardina, la celebración de esta fiesta popular en Naiguatá fue adoptada hace 62 años. Su preservación, pese a las dificultades vividas, se debe al empeño de los cultores, las cultoras y las familias locales en mantener la memoria colectiva y los valores culturales del pueblo.

También influye la fe en que con el acto de contrición de las viudas y el sacrificio de la sardina, se mantendrá la abundancia en la pesca y la siembra, actividades propias de la localidad guaireña.

Vestirse para despedir a la sardina

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La antesala a la despedida de la sardina es un admirable ejemplo de lo que significa compartir, pues el pueblo se reúne con los materiales para armar el “féretro” del difunto pez y con prendas de vestir, maquillaje y todo tipo de accesorios para engalanar a quienes participarán en el cortejo.

En colectivo se construye la sardina, que destaca por sus colores brillantes; se erige el armazón donde será paseada hasta su última morada, en el cual destacan flores, frutas, hortalizas, verduras; y se engalanan los acompañantes: el cura, los diablos, el fiscal, los monaguillos, los policías, además de las viudas que en la tradición nacional, son hombres vestidos de mujer.

“Fo, fo, fo la sardina se murió”

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En medio de los exagerados lamentos de las viudas, sale la sardina desde la playa para hacer su largo recorrido final. Poco antes de caer el sol, ante el inminente regreso del pez muerto al mar, todos comienzan a cantar al ritmo de parranda: “Fo, fo, fo la sardina se murió. Fo, fo, fo ya la llevan a enterrar”.

El Entierro de la Sardina despide al Carnaval

A lo largo del trayecto del cortejo, el fiscal se encarga de abrir paso al féretro, el sacerdote y sus monaguillos celebran una misa ficticia, los diablos son espantados con agua bendita cada vez que intentan robar el alma de la sardina o corromper a los dolientes, la reina de la festividad luce sus encantos, mientras las viudas no dejan de llorar. La tarde transcurre en medio de la música, el baile y la algarabía del pueblo.

Cabe destacar que días antes de la festividad se redacta un decreto, donde se anuncia el evento y se narran los acontecimientos relevantes de Naiguatá de manera muy jocosa. El entierro de la Sardina también se celebra en Osma, otro pueblo de La Guaira y Puerto Cabello, en el estado Carabobo.

La mezcla cultural venezolanizó el entierro

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Pese a que las celebraciones del Entierro de la Sardina en España y Venezuela coinciden en que se trata de una manifestación de la alegría y la vitalidad popular, la expresión cultural europea fue transformándose con los años en Venezuela.

Lo que venezolaniza la celebración del Entierro de la Sardina en Naiguatá, es el aporte mágico religioso producto de la mezcla cultural propia de la zona costera del país, asiento de los pueblos originarios, los colonizadores y los esclavos africanos.

Desde hace dos años se organizan las gestiones para que esta celebración sea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

 

Con información de Medium, Venezuela Tuya, La Verdad de Vargas, Alba Ciudad y Aleteia

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