El joropo es tan rico y diverso como lo son las regiones naturales y la cultura de Venezuela. Es mucho más que música, canto y baile, es identidad nacional, sentido de pertenencia, es esencia de lo afirmativo venezolano.
Cuando hablamos de joropo en nuestro país, evocamos celebración y reencuentro colectivo, familiar o popular, una fiesta de música, coplas, contrapunteo, valseado, escobillao y zapateado.
Nuestro joropo, presente en casi todo el territorio, es un género musical, es poesía, danza y canto. Como manifestación cultural nacional, refleja un modo de vida y el entorno natural: llanura, sabana, montaña, mar, ríos, lagunas, pueblos y ciudades; paisajes, clima, flora, fauna y por supuesto, los mujeres y hombres habitan en esos territorios.
Adopta las características propias de cada región de Venezuela donde se practica y esto le otorga, una rica y compleja variedad expresiva: distintas musicalidades, estructuras literarias, así como diversas formas de bailar y cantar.
Del fandango al joropo
“Los orígenes del joropo, sus antecedentes afroamericanos y árabe-andaluces son una expresión de nuestra multiculturalidad y sincretismo”, afirma el musicólogo y compositor Rafael Salazar, quien ha realizado numerosas investigaciones en las áreas de etnomusicología y folclore en Venezuela y Latinoamérica.
El precedente del joropo venezolano es el fandango español, manifestación que su vez tiene antecedentes en las danzas afroamericanas como la zarabanda, la chacona, el cumbé y el propio fandango, así como en los ritmos y melodías de la música árabe. producto del sincretismo que se dio, desde el siglo XVII, en la región de la península ibérica conocida como Al-Ándalus, bajo la dominación del califato Omeya, primero y, posteriormente, del califato Abasí.
El fandango africano, baile colectivo con tambores y lleno de gestualidades y movimientos, lo traen las comunidades de Guinea Ecuatorial, el Congo y Angola que llegaron a América como mano de obra esclava. Se establece, principalmente, en el Caribe (Cuba, República Dominicana y Jamaica) y es llevado a tierra andaluzas por fue aprendido por la soldadesca española.
“La evolución del fandango implicó múltiples viajes de ida y regreso por el océano Atlántico (…) Los soldados y conquistadores españoles regresaban de América a España con ese ritmo, al cual se le añadió la influencia ibérica y árabe, incluyendo instrumentos de cuerda y percusión, para luego cruzar el Atlántico de vuelta a América, donde continuó evolucionando hasta convertirse en numerosos bailes y ritmos latinoamericanos. Uno de ellos, el joropo”, explica Salazar.
Llegó a Venezuela y se hizo joropo
Tres variedades del fandango árabe-andaluz llegaron a Venezuela y con el transcurrir del tiempo y gracias al mestizaje nace, entre finales del siglo XVI y principios del XVII, el joropo, una manifestación con nacionalidad venezolana.
Su existencia desde el año 1749 queda documentada en una cita que reproduce Lisandro Alvarado en “Glosario de voces Indígenas”, del trabajo de Juan José Chourión titulado El joropo o jarabe venezolano, donde se recoge lo siguiente: “En algunas villas y lugares de la Capitanía General de Venezuela se acostumbra un bayle que denominan xoropo escobillao que, por sus extremos movimientos, desplantes, taconeos y otras suciedades que lo inflaman, ha sido mal visto por algunas personas de seso”.
No faltó la prohibición, durante la época de la colonia, de bailar en público el joropo escobillao porque, además de obscenos sus movimientos, era sacrílego porque también se realizaba en los velorios de los muertos.
Joropo es joropo
Los primeros fandangos llegaron a Caracas y, de acuerdo a lo expresado por Rafael Salazar, eran interpretados con “bandurria, vihuela (cuatro), clavecín y mandora (bandola)” en las veladas que se hacían en las casas de dueños de las haciendas cercanas a la capital.
“De los fandangos tañidos en arpa diatónica o interpretados en el clavecín por los músicos mantuanos, nuestros campesinos –negros y mulatos– aprendieron de oído las frases más comunes y alegres de esta música afroandaluza y le imprimieron la rítmica negra a través de los bordones de un arpa rústica popular”, afirma el musicólogo.
De allí se extendió por el país, transformándose según la dinámica y características de cada región en joropo llanero, central, oriental, andino, guayanés, variantes principales conformadas a su vez, por decenas de subvariantes o tipos.
Tanto desde el punto de musical y dancístico todas las variantes y subvarientes tienen algo en común: la rítmica en tres tiempos o seis por ocho y algunas figuras del baile.
“Todos los joropos tienen valseado, lo cual indica que allí hay una madre común. Todos los Joropos tienen zapateo, en unos más fuertes, menos fuertes, más elegantes (…).El Joropo es Joropo, afirma Salazar.
Joropo llanero
Esta variante está asociada con la ruda faena del Llano, el arreo de ganado, la doma de los caballos cimarrones y el herraje. Actividades que le dieron al joropo llanero un aire recio con su música, interpretada con arpa cuatro y maracas aunque en algunas zonas la bandola de cuatro cuerdas sustituye al cuatro, baile y canto de porfía (contrapunteo), con más de 30 variantes: el zumba que zumba, seis por derecho, seis numerao, quirpa, gabán, gavilán, sanrafael, guacharaca y periquera, entre otras.
Se manifiesta en Apure, Barinas, Portuguesa, Guárico, y en los llanos orientales de Anzoátegui y Monagas.
Además del joropo recio o Golpe como se le conoce, con todas sus variantes, en el Llano venezolano se cultiva el pasaje, que es un tipo de joropo más sereno y lírico y aborda el amor como tema central en el sentido amplio.
Joropo oriental
En la región oriental de Venezuela, conformada por los estados Anzoátegui, Monagas, Sucre y Nueva Espartase manifiestan dos tipos de joropo, la Malagueña y el Golpe.
El primero nace de los fandangos que llegaron con los barcos a Cumaná y Cubagua, que en España es bailable pero perdió el baile y se transformó en un canto al amor y a la vida, de aire nostálgico, que narra las vivencias de los pescadores.
El golpe tiene también la influencia del fandango redondo, al igual que el llanero, pero se toca con bandolina o bandola y se transformó, gracias al aporte africano e indígena, con la incorporación de la Caja y la Maraca ordeñada. Tiene tres partes: el golpe, el golpe de Arpa y el estribillo”, señala Salazar.
Joropo central
En los valles centrales de los estados Miranda, Aragua y norte del Guárico, la bandola de ocho cuerdas, en sustitución del arpa, se incorporó a la interpretación de los fandangos. De allí surge el joropo central y sus variantes: el golpe, la resbalosa, el pajarillo, el yaguazo, el pasaje, la revuelta y la hornada, que configuraron la esencia musical de esta región.
Joropo occidental
En el occidente del país, los campesinos de El Tocuyo y Quibor asimilaron el fandango incorporando solo instrumentos de cuerda, no se usa el arpa y es un joropo que se diferencia radicalmente de los otros. Se interpreta con el cuatro, el cuatro y medio, el cinco, el octavo acompañado de la tambora golpera, las maracas y, a veces, de un pandero.
Aunque se le conoce como Golpe larense se extendió a Falcón, Yaracuy y al norte de Portuguesa. Es un joropo cantado a dos voces.
Joropo andino
El Corrido y el Galerón son las dos variantes básicas del joropo andino. Es más lento, propio del paisaje montañoso y se interpreta con violón y mandolina.
En la región de los Andes venezolanos son famosos el Pato Bombiao, la Perra Baya y el Chorote. Este último, forma parte de la simbología de la región y consiste en una gran fiesta donde el hombre rompe una piñata de barro para anunciar que la mujer terminó la cuarentena después del parto y se celebra bailando este joropo.
Joropo guayanés
En la región Guayana se originó una variante del joropo que es la fusión del oriental y el llanero. Inicialmente la llamaban música ‘llabajera’ porque venía del Bajo Apure.
Se incorpora en la interpretación, con cuatro y maracas, “la bandola de 8 cuerdas, llamada Bandola guayanesa con la que se interpreta el Seis, la Josa, el San Rafael, entre una gran variedad de golpes que hay en Guayana”, explica Salazar. En la actualidad se acompaña también con bajo y guitarra.
La palabra joropo es una derivación de la voz árabe xorop, que significa jarabe, sirope o hidromiel. Aunque algunos estudiosos sugieren que deriva del quechua huarapu, guarapo, una bebida proveniente del jugo de la caña, de acuerdo a los apuntes del viajero francés Eduard André en América equinoccial, libro editado en Barcelona en 1884.
El joropo con todas sus variantes musicales, dancísticas y líricas, Patrimonio Cultural de nuestro país, conforma nuestra identidad y sin lugar a dudas, es esencia de lo afirmativo venezolano.
Con información de Alba Ciudad, IAM Venezuela, Hablemos de Culturas y Revista Así Somos N° 6
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Verdaderamente patrimonio cultural.