El Krestovsky Arena, también conocido como Zénit Arena, forma parte del grupo de estadios que acogen el Mundial de Rusia 2018. Está ubicado en San Petersburgo en el extremo occidental de la isla Krestovsky con vista hacia el Golfo de Finlandia. El proyecto fue liderado por el arquitecto japonés Kisho Kurokawa (1934-2007), a quien se le pidió crear un estadio a imagen y semejanza del Toyota Stadium que diseñó para su país.
Cuando se decidió contratar al arquitecto asiático no se sabía que Rusia sería la sede del Mundial 2018. A Kurokawa, uno de los fundadores del Movimiento Metabolista en 1960, corriente arquitectónica caracterizada por grandes escalas, estructuras flexibles y extensibles con un crecimiento similar al orgánico, se le pidió el diseño de una obra que se convirtiera en emblema de la ciudad.
Las cosas se complicaron cuando Kurokawa falleció el mismo año que lo contrataron, pero nadie esperaba que las obras se dilataran durante una década. Retrasos, cambios de empresa constructora, incremento de los costes ensombrecieron un proyecto que cuando se inauguró en 2017, se dijo que costó 800 millones de dólares, pero extraoficialmente se habla de entre 1.000 a 1.500 millones, lo que lo convierte en el estadio más caro del mundo.
Eco-arquitectura sostenible en Rusia 2018
Como otros estadios del Mundial, la cubierta es uno de sus elementos característicos. La del Zénit es retráctil con una estructura de membrana que se infla con aire caliente para derretir la nieve en invierno. De sus «mástiles» (que funcionan como tensores estructurales y se reconocen a kilómetros de distancia), cuelga una gigantesca cubierta.
La arquitectura del estadio es respetuosa con el medio ambiente, a través de tecnologías ambientales avanzadas, como el sistema de reciclaje de agua de lluvia y drenaje, el uso de energía solar, entre otros.
Mucho más que fútbol
El Zénit Arena no solo cumple con los estándares de la FIFA, sino también para otros eventos de gran escala. Su implantación fue pensada a partir de un plan para toda la isla Krestovsky, que respeta el entorno natural y proporciona al ciudadano de San Petersburgo un lugar agradable para deportes, turismo, entretenimiento y otras actividades recreativas en todo el año.
El resultado de esta larga historia de una década es un impresionante estadio con forma de nave espacial, techo retráctil, capacidad para más de 68.000 espectadores y situado en un paraje espectacular, en una isla bañada por el río Neva.
Con información de El Clarín