Elisa Soteldo tuvo una vida marcada por y para la música, como ella misma lo expresó en una oportunidad al hablar de la satisfacción que le producía el proyecto de las Voces Blancas como hito definitivo de su larga y fructífera trayectoria en la música, el canto, la actuación y la docencia.
Nacida el 25 de julio de 1922, en una numerosa familia donde el amor se exaltaba con música, Elisa Soteldo inició su formación con la guía de su padre, Rafael Soteldo, un destacado compositor de música sacra y orquesta, además de tenor y docente, y de su madre, Ángela Fernández de Soteldo, notable pianista y maestra de ese instrumento, quienes la encaminaron por la senda de la música culta.
Pero con la inspiración e inquietud de la juventud, tanto Elisa como sus hermanos y hermanas: Rafael Horacio, Antonio María, Salvador Manuel y Carmen, incursionaron en la música popular en Radio Barquisimeto, ubicada en la ciudad homónima donde todos nacieron. Apenas tenía 12 años. Dos años más tarde, la familia se trasladó a Caracas, donde su ascenso a la fama fue vertiginoso.
“Por allí voy yo”
“Mi papá, sin quererlo mucho, nos ayudó a descubrir lo popular cuando compró una radio y escuchamos a Graciela Naranjo cantando Frenesí. ¡Por allí voy yo!, le dije a mis hermanos ya iniciados en la música y hasta famosos”, contó Elisa Soteldo sobre el momento en el cual decidió ser cantante de música popular.
Pasó de tocar piano y cantar en italiano, con 7 años, a conformar junto a sus hermanos un coro de niños que entonaba canciones en latín durante misas y actos eclesiásticos. Con 14 años llegó a Caracas. A los 17 ya cantaba temas en cuatro idiomas: inglés, italiano, francés y portugués.
Elisa Soteldo supo enfrentar los obstáculos que la sociedad y el mismo ambiente artístico, ponían a las mujeres de su época para ser exitosas. Su formación, entereza y determinación la llevó a ser la primera mujer integrante de una orquesta venezolana, la de Luis Alfonso Larrain.
También estuvo en la orquesta de baile de Aldemaro Romero, además de presentar espectáculos como solista. Interpretó boleros, jazz, música brasileña, e incluso ayudó a introducir elementos modernos en el merengue venezolano. Fue actriz de teatro y hasta incursionó en el cine. De ahí que al referirse a su carrera haya afirmado que “no hay nada que no me satisfaga. He hecho de todo”.
La maternidad, su otra pasión
Sus hijos e hijas fueron la otra gran pasión de Elisa Soteldo. Cumplir el rol de madre fue lo único que la alejó de los escenarios. La primera vez, cuando nacieron los mayores, Keyla y Federico, producto de su matrimonio con Luis Alfonso Larrain. Luego se divorció y volvió a cantar, gracias el impulso de su tío Virgilio Soteldo y de la asesoría de Vicente Amengual, dueño del club nocturno Rainbow Room, donde retomó su carrera artística.
El nacimiento de su cuarta hija, Elaiza Romero (concebida con Aldemaro Romero), la volvió a alejar del espectáculo, en ese entonces ya su tercer hijo, Jesús “Chuchito” Sanoja (de su matrimonio con “Chucho” Sanoja), contaba con cuatro años. Elisa Soteldo retornó a los escenarios de la mano del trompetista dominicano, Mario Fernández y su orquesta. Con éste se casó en 1955, un año más tarde tuvo a su hija Liz Fernández y de nuevo se retiró para dedicarse al hogar.
Sobre sus hijos, dijo: “cada uno tiene un significado tan grande, tan importante y tan vívido”; mientras que sobre los cuatro matrimonios que vivió expresó que “el amor es todo”, y que “no hay nada que se le compare a esa fuerza. Lo aseguro porque lo he vivido intensamente”. Esta versátil artista se confesó “exageradamente amada”, pero destacó que “también he amado demasiado. Sin mezquindad”.
Nacen las Voces Blancas
Las Voces blancas nacieron cuando Elisa Soteldo regresó de Nueva York, ciudad a la que se mudó con toda su prole y su último esposo, Mario Fernández (quien fue contratado por la orquesta de Tito Puente). Ciudad en la que se dedicó al hogar, aunque sin deslindarse de la música, pues dio clases de piano en el colegio de sus hijas, donde aprendió la técnica para enseñar a los niños a cantar, bailar e interpretar al mismo tiempo.
Horrorizada porque en Venezuela “estaban en la onda de poner a los niños a doblar a los adultos”, se trazó la meta de “hacer de la música parte de la formación de todo chiquillo”. Recién llegada al país, reunió a una veintena de niños y niñas, vecinos de su casa, a los que, junto a sus retoños, les enseñó arreglos musicales con características especiales para voces infantiles, también denominadas voces blancas, combinando el baile con los movimientos y el canto.
Así fue el nacimiento de las Voces Blancas, en 1967, mismo año en el que presentaron un espectáculo en la Televisora Nacional, canal 5, para homenajear a las madres en su día. Tal fue el éxito de aquella presentación que un directivo le ofreció un programa sabatino, donde se mantuvieron por cinco años.
Una escuela sin discriminación
Con la popularidad del programa televisivo, llegó la demanda de clases particulares lo que dio paso a la escuela de las Voces Blancas, un espacio de enseñanza sin discriminación, porque su creadora, sinceramente, confiaba en las actitudes naturales para la música y la actuación de niños y niñas. Por ello, se definieron métodos de enseñanza idóneos para extraer lo mejor de las condiciones artísticas de cada estudiante.
“Las Voces Blancas es una escuela donde los niños aprenden si darse cuenta a tener un concepto elevado de la buena música y el arte en general; en esta escuela se combinan canciones, letras, música, movimientos y bailes; concebidos y pensados especialmente para la niñez”, explicó en su oportunidad la misma Elisa Soteldo.
Concebido como un coro de voces “que se va clasificando de acuerdo al desarrollo y facultades del niño cantor”, las Voces Blancas dio a los pequeños, con mucho amor y disciplina, la capacitación para lograr la afinación, aprendiendo a usar su mucha o poca voz.
“Sólo la constancia forma”
“Sólo la constancia forma”, afirmaba Elisa Soteldo y gracias a la práctica de este tipo de valores, sobran exalumnos y exalumnas multiplicadores de sus enseñanzas y satisfechos por haber vivido la experiencia colectiva de aprender e interpretar música ligera, clásica, popular, folclórica y litúrgica; así como la pericia teatral en todos los niveles.
Entre las piezas de teatro interpretadas por las Voces Blancas son recordadas “Memorias de Mamá Blanca”, “Las navidades de Juan Simón Oliver”, “Hans Christian Andersen”, “La vendedora de luces”, “Aventura de dos niños en el espacio” y “Anita la huerfanita”, la más destacada, con más de 100 funciones durante los nueve meses que estuvo en cartelera.
Innumerables fueron los premios y reconocimientos tanto para Elisa Soteldo como para sus Voces Blancas, en Venezuela y el mundo, a lo largo de los años, entre los que destacan los galardones obtenidos en Milán (Italia), Odense (Dinamarca), Ankara y Estambul (Turquía).
Elisa Soteldo murió el 22 de enero de año 2016 y, como lo quería, es recordada “como un ejemplo a seguir por las nuevas generaciones”, a las que recomendó «estudiar y oír buena música”.
Con información de Egly Colina Marín Primera Blog y
Elisa Soteldo, nacida para cantar. Trabajo de Grado. Universidad Católica Andrés Bello, 2005.
Fotos cortesía de Chuchito Sanoja, Publividas, Artistas Famosos, Analítica y El Estímulo
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