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En las Queseras del Medio la temeridad triunfó sobre la estrategia

por Haiman El Troudi
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En las Queseras del Medio la temeridad triunfó sobre la estrategia

Con un  atronador “¡Vuelvan caras!”, la temeridad, valentía y destreza de José Antonio Páez, con solo una caballería de 150 jinetes patriotas, se impuso a la estrategia y el poderío del ejército español, comandado por el realista Pablo Morillo, en la batalla de Las Queseras del Medio.

Apure fue el escenario de este capítulo cumbre entre la estrategia de lucha convencional del imperio español y las veloces guerrillas de caballería de los llaneros del ejército patriota. Allí, Morillo cosechó lo que sembró por  su sanguinaria persecución al liderazgo militar sobreviviente de la Segunda República.

Morillo envalentonado y con ventaja numérica

En las Queseras del Medio la temeridad triunfó sobre la estrategia

 

Inspirado por una serie de victorias sobre los patriotas, Pablo Morillo se envalentonó a principios de 1819 y decidió volver a intentar someter a los llanos venezolanos, donde José Antonio Páez lideraba a los guerreros locales.

Morillo atravesó Apure a finales de enero. Al llegar a San Fernando ya sumaba 8 mil 500 combatientes provenientes de las divisiones Miguel de la Torre y Sebastián de la Calzada, los llaneros de Francisco Tomás Morales, los regimientos de José Pereira, los carabineros de Narciso López, loa 16 escuadrones de húsares de Fernando VII y de dragones de la Unión que completan su caballería; además de seis piezas de artillería de campaña.

En contraste, las tropas patriotas apenas contaban con unos dos mil infantes jóvenes poco equipados y aproximadamente la misma cantidad de jinetes (muchos de ellos peones) y caballos, una división poderosa pero poco disciplinada.

Veloces guerrillas de caballería debilitan al enemigo

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Relieve alusivo a la Batalla de las Queseras del Medio, ubicado en el Parque Glorias Patrias del estado Mérida. Foto Samuel Hurtado Camargo

 

Ante la evidente desventaja, Páez decidió retroceder al paso de Morillo y resguardar en una isla del río Orinoco las tropas que les confió el Libertador Simón Bolívar, cuando lo ascendió a General de División y le confió, con el mando del ejército, la dirección provisional de la campaña. No obstante, escogió a 800 jinetes convertidos en veloces guerrillas de caballería, con  quienes  se devolvió a por el ejército realista.

En la ruta hacia Morillo,  los ataques sorpresa y las escaramuzas contra Morales, La Torre, Calzada y Pereira lo convirtieron en el azote de las tropas realistas. Tales ataques iban del acuchillamiento de batallones enteros a tácticas nocturnas para semejar espantos que llenaron de terror a los soldados enemigos.

Páez y sus jinetes llaneros, también mermaron las provisiones de los españoles al robarles ganado y agua, entre otras acciones. El ejército del imperio invasor se debilitó. Morillo retrocedió y se vio obligado de establecer su cuartel general en Achaguas.

Bolívar marcha por Morillo

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Ya con los poderes que le ratificó el Congreso de Angostura, junto a 500 veteranos ingleses dispuestos a combatir a favor de la República y  con las fuerzas de José Antonio Anzoátegui, el Libertador volvió  a remontar el río Orinoco para marchar contra el cuartel general de Morillo.

Pero el español se le adelantó y lo repelió. Morillo se dispuso a jugar el rol del estratega paciente, mientras el Libertador buscaba llevarlo a campo abierto, donde podía desplegarse a gusto la caballería independentista.  La mañana del 2 de abril de 1819 lo logró. El oficial del imperio español y su ejército aparecieron frente a las Queseras con el río Arauca en el medio.

Así era el panorama: a la izquierda del río Arauca estaba todo el ejército español, alineado en batalla con sus banderas desplegadas y un bosque en la parte trasera que les servía de protección. En la margen derecha del río se situó el ejército republicano, con Bolívar a la cabeza, acompañado por Carlos Soublette, Cedeño, José Antonio Anzoátegui y Ambrosio Plaza, entre otros.

El audaz e impetuoso Páez

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Ambos ejércitos separados por el Arauca evitaban tomar la iniciativa del ataque ante lo que implicaba cruzar el potente río. El Libertador ya perdía la paciencia mientras que el español permanecía impasible, cuando irrumpió Páez con 150  aguerridos jinetes y con la audacia e ímpetu que le caracterizaba, cruzó el río para atacar a los realistas.

Bolívar, a caballo, aplaudía y seguía el avance de Páez. Morillo, aunque sorprendido, no dejó de vigilar los movimientos del ejército patrio temiendo un ataque cónsono con la provocación del caudillo llanero, lo que cierta forma lo inmovilizó. Muy tarde entendió que aquello era iniciativa de la heroica temeridad de Páez.

El también conocido como centauro de los llanos, atacó a los españoles por el medio y nada pudieron hacer para detenerlo cañones, fusiles y piezas de artillería. Morillo buscó rodearlo con dos regimientos.

Los patriotas no dejaron de atacar por el centro, pero en un momento se fingieron derrotados y en retirada. Tras ellos, Páez abandonó la ribera del Arauca y dividió en siete grupos a sus jinetes. Morillo mandó a  mil 200 de sus jinetes a exterminarlos.

Caballería con Páez en la retaguardia

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Los revolucionarios cabalgaron alineados con Páez a la retaguardia vigilando el avance de sus verdugos. Recorrida una buena distancia aminoran la marcha y los realistas, ávidos de sangre y venganza, creyeron que los están alcanzando.

De pronto una nueva sorpresa: el “¡Vuelvan caras!” de Páez retumbó. Los patriotas le obedecieron de inmediato. El choque fue apoteósico, el asombro pasmoso. La primera caballería española quedó revolcada; la segunda, al vacilar, fue acuchillada; el centro quedó arrasado.

El desesperado repliegue de los jinetes realistas obstaculizó la acción defensiva de sus propios escuadrones y se convirtió en una gran amenaza para los batallones. Morillo se vio obligado a disparar los cañones contra lo que quedaba de su propia caballería y a huir hacia la zona boscosa. Fue una derrota humillante. Se afirma que unos 400 realistas murieron; mientras que los patriotas solo tuvieron dos bajas definitivas.

La Cruz de Libertadores        

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Como “la proeza más extraordinaria que puede celebrar la historia militar de las naciones” calificó Simón Bolívar a la hazaña de Páez y sus jinetes, a quienes condecoró con la Orden Cruz de los Libertadores.

En la proclama del 3 de abril de 1919, en el  Cuartel general de los Potreritos Marrereños, dirigida ‘A los Bravos del Ejército de Apure’, el Libertador también destacó: “Ciento y cincuenta hombres, mejor diré ciento y cincuenta Héroes, guiados por el impertérrito General Páez, de propósito deliberado han atacado de frente a todo el ejército español de Morillo. Artillería, infantería, caballería, nada ha bastado al enemigo para defenderse de los ciento y cincuenta compañeros del intrepidísimo Páez. Las columnas de caballería han sucumbido al golpe de nuestras lanzas; la infantería ha buscado asilo en el bosque; los fuegos de sus cañones han cesado delante de los pechos de nuestros caballos. Solo las tinieblas habrían preservado a ese ejército de viles tiranos a una completa y absoluta destrucción”.

Acto seguido, no perdió la oportunidad para arengar a los triunfadores: “¡Soldados! Lo que se ha hecho no es más que un preludio de lo que podéis hacer. Preparaos al combate, y contad con la victoria que lleváis en las puntas de vuestras lanzas y vuestras bayonetas”.

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Con información de Revista Memorias N°14Revista Memoria N°65 y Venezuela Tuya

Blanco, Eduardo. VENEZUELA HERÓICA (1978).Distribuidora Escolar S.A


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