San Mateo, en los valles de Aragua, fue el lugar donde en 1812, el generalísimo Francisco de Miranda tuvo que firmar la capitulación del Ejército Patriota, que concretó la pérdida de la Primera República venezolana. Pero sólo dos años más tarde fue el escenario de la batalla donde el Libertador, Simón Bolívar, dictó cátedra en estrategia militar y el capitán neogranadino, Antonio Ricaurte, pasó a la inmortalidad.
A 10 días de la heroica defensa de La Victoria por parte del general José Félix Ribas y los valientes jóvenes de seminarios y colegios de Caracas, Bolívar estableció su Cuartel General en San Mateo, cuyos pobladores huían despavoridos por las noticias de la proximidad del sanguinario José Tomás Boves con sus tropas realistas, quien ya había tomado Cagua.
San Mateo era un punto estratégico para Bolívar porque podía vigilar los movimientos del ejército realista, reconcentrado en Villa de Cura, buscando atraerlo para vencerlo, así como para auxiliar, en caso de ser necesario, a Caracas o a Valencia, las dos ciudades más importantes para los patriotas.
Así que reforzó sus posiciones con algunas obras de defensa para resistir, mientras se aproximaba el ejército de Oriente comandado por Santiago Mariño. Esto le daba posibilidades de atacar a Boves y de abrir una nueva campaña para impedir su avance a Caracas.
La hacienda de profundas enseñanzas
San Mateo era una aldea cruzada al norte por el camino que comunicaba de forma directa, a La Victoria con Valencia y limitada al este, por los extensos plantíos de caña de la hacienda propiedad de Simón Bolívar.
Allí, el niño Simón vivió momentos muy felices con sus tres hermanos y recibió clases del maestro Simón Rodríguez, quien también lo enseñó a montar a caballo y a enlazar, así como fuertes ejercicios físicos para que fortaleciera su cuerpo y espíritu, en comunión con la naturaleza.
Hasta allí, luego del primer fuerte ataque de los realistas, Bolívar extendió en 1814, la línea de defensa y ubicó el parque (municiones, pólvora y víveres) como un cuerpo de infantería en la casa alta. Además dio cobijo a mujeres, niños y ancianos enfermos y hambrientos que pidieron su protección y entregó los cañaverales como pasto a la caballería, clara evidencia tanto de su desprendimiento como de su interés supremo por la libertad venezolana.
Los Villapol, de tal padre tal hijo
Alrededor de un mes resistieron las tropas bolivarianas, el fuerte asedio de los realistas a cargo de José Tomás Boves y su lugarteniente Francisco Tomás Morales. El 28 de febrero fue el primer gran ataque de la llamada División Infernal contra los patriotas, en especial contra la trinchera central comandada por Simón Bolívar. También fue el día en el que alcanzaron la gloria el coronel Manuel Villapol y su hijo.
Luego de cinco horas y media de repeler el ataque, el Libertador ordenó al coronel Vicente Campo Elías reforzar el ala izquierda en la zona del Calvario, a cargo del coronel Manuel Villapol. Boves auxilió ferozmente ese flanco, donde fue mortalmente herido Campo Elías.
Villapol reconquistó la posición perdida, pero al proclamar el triunfo murió de un balazo en el corazón. Los soldados retrocedieron al quedar sin un oficial que los dirigiera, pero a punto de ser derrotados, los reorganizó un joven oficial mal herido: el hijo de Villapol, quien al enterarse del asesinato de su padre, volvió a la lucha para vengarlo y lo logró. En su última carga, Boves quedó herido y suspendió el ataque. Bolívar declaró la victoria.
La batalla definitiva
Seguro del regreso de Boves, el Libertador decidió la ya comentada ampliación de la línea de defensa a su hacienda. El jefe realista volvió 20 días después de su partida. Harto de que sus tropas no hubiesen logrado vencer al enemigo y a sabiendas de la marcha del Ejército de Mariño hacia San Mateo, decidió que la batalla definitiva sería el 25 de marzo, al tiempo de planificar la toma sorpresiva del parque patriota en la casa alta del Ingenio Bolívar.
Bolívar confió la custodia de la casa alta al capitán Antonio Ricaurte de 28 años, quien se unió a la Campaña Admirable en su Nueva Granada natal. Llegó a Venezuela en 1813 y a la fecha había participado en los combates de La Grita, Carache, Niquitao y Taguanes, entre los más importantes.
Pasadas nueve horas del sangriento combate, los realistas agotaron sus municiones de reserva, pero confiaban en la toma del parque de la casa alta, donde sólo 50 soldados acompañaban a Ricaurte. La fuerte columna con las mejores tropas que había agazapado Boves, se activó sorprendiendo a los patriotas en pleno enfrentamiento.
La proeza inmortal de Ricaurte
La pérdida del parque era la pérdida de la batalla, por lo que Bolívar bajó de su caballo para arengar a sus tropas: “Aquí entre vosotros, mis valientes, moriré yo el primero”, mientras en la casa alta Ricaurte, ante la inminente derrota, ordenaba el desalojo de los heridos, los civiles refugiados y los saldados a su mando.
Ya la División Infernal celebraba el triunfo en el campo de batalla, cuando una poderosa y aterradora explosión sorprendió a ambos bandos. Ricaurte había hecho estallar el polvorín con una antorcha, proeza que lo inmortalizó, como lo dice la tercera estrofa del himno del estado Aragua: En el campo sangriento de Marte / libertad a la patria ofrendó / la proeza inmortal de Ricaurte / que en tierra aragüeña su Olimpo encontró.
Y como lo reafirma la XI estrofa del himno nacional de Colombia: Ricaurte en San Mateo en átomos volando/ deber antes que vida, con llamas escribió. Sí, el capitán Antonio Clemente José María Bernabé Ricaurte Lozano, se inmoló. Dio su vida por mil vidas y por el triunfo de los suyos. Por la libertad de un pueblo. Por la independencia del imperio español.
Contraataque y victoria bolivariana
El denso humo y las cenizas facilitaron el contraataque de Bolívar, quien persiguió a un horrorizado y perplejo Boves en su retirada de San Mateo, la cual tardó tres días en ser definitiva y completa.
Las bajas de los patriotas, entre heridos y muertos, fueron 213, mientras que las realistas se calcularon entre 800 y 1000 hombres.
San Mateo no fue una simple batalla. Además de ser una de las más largas de la guerra de independencia venezolana, fue un esfuerzo desesperado para mantener la Segunda República y con el que Bolívar, logró romper el asedio de Valencia. Además retrasó tres meses, la llegada de Boves a Caracas, con lo que pudo salvarse gran parte de su población al migrar a Barcelona.
De igual manera contribuyó a cerrar la brecha entre el pueblo y su ejército patriota, al haberle ofrecido refugio a niños, mujeres y ancianos, que aterrorizados, enfermos y con hambre pidieron su protección.
Con información de Revista Memorias de Venezuela, San Mateo 2001 y Venezuela Tuya
Blanco, Eduardo. VENEZUELA HERÓICA (1978).Distribuidora Escolar S.A
Fotos cortesía de Alba Ciudad
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