Recientemente una diseñadora industrial chilena, Margarita Talep, presentó un nuevo material desarrollado a partir de algas, para la elaboración de envases biodegradables, principalmente para el envasado de alimentos.
Este producto viene a sumarse a otros que se han desarrollado en los últimos años en distintas partes del mundo, como parte de las acciones adelantadas en pro de un mundo con menos plástico y más alternativas biodegradables.
La mezcla del material se hace con un polímero, un plastificante y un aditivo, en distinta combinación de acuerdo a la consistencia deseada en el producto que se quiere obtener.
Las posibilidades del versátil producto parecen ser ilimitadas pues tiene el potencial de generar diferentes tipos de bioplásticos, que oscilan entre rigidez y flexibilidad, e incluso se puede usar para fabricar pajillas o pitillos y cucharas.
El compuesto es más adecuado para envases de alimentos secos (como pasta o cereal), ya que la composición química es sensible a la humedad.
Plástico parece pero no es
Como polímero se usa una sustancia polisacárida gelatinosa que se extrae de las algas rojas por ebullición: agar, muy usado en la industria de la alimentación como espesante. Posteriormente se le añade agua como plastificante.
La mezcla líquida se lleva a una temperatura de unos 80 ºC y se vierte sobre una superficie o molde. Cuando su temperatura desciende por debajo de los 20 ºC, se convierte en un gel.
El material se seca en un ambiente ventilado a temperatura constante. El agar genera una película cuando se seca que puede ser más opaca o brillante dependiendo del molde. Esta condición hace que el material sea similar a ciertos tipos de plástico.
Rápida vuelta a lo natural
Entre las ventajas del novedoso material es que se descompone de forma natural en dos o tres meses según su grosor en la temporada de mayor calor. En temperaturas más bajas, tarda un par de semanas más para descomponerse.
Con el material se puede producir biocelofán, similar a las bolsas de celofán comunes, y el envase creado para los bocadillos.
“Este envase tendrá una vida útil de 5 a 15 minutos, luego será desechado y descompuesto completamente en dos meses”, dice la diseñadora Talep en el Instagram de su marca Desintegra.Me.
El empaque biodegradable también se puede colorear con ingredientes naturales provenientes de frutas y verduras tales como la col morada, remolacha, zanahoria y arándanos.
Con este material Margarita Talep ha creado diferentes propuestas incluyendo un estuche para bolígrafos, una tarjeta de presentación e incluso un envase para galletas.
Adicionalmente el sello del embalaje no requiere pegamento pues se hace con calor, lo que además mejora la presentación.
Movimiento mundial biodegradable
La tendencia mundial de aumentar la conciencia sobre las consecuencias negativas de los plásticos, especialmente los de un sólo uso, ha llevado en los últimos años a profesionales de varios campos a desarrollar soluciones biodegradables para reemplazarlos.
En Indonesia por ejemplo a principios del 2018, una empresa anunció el desarrollo de un empaque 100% comestible y biodegradable hecho a partir de algas marinas.
La empresa indonesia Ecowave fabrica estos empaques a partir de las algas que aportan productores locales, con lo que además impulsa el desarrollo regional.
El empaque es 100% comestible y soluble al agua, libre de conservantes y tiene una duración de hasta dos años en almacenaje; además puede ser impreso o sellado con calor.
Envases biodegradable australianos
En la exposición Designing Bright Futures del Australian Design Centre, los estudiantes de diseño de la UNSW presentaron recientemente un empaque completamente biodegradable hecho a partir de algas marinas.
La estudiante Jessica Zinga explicó en la exposición que los paquetes se producen a partir de 100% de algas marinas que, a diferencia del plástico y el poliestireno, pueden devolverse al océano en lugar de a un relleno sanitario, creando un ciclo de vida de ciclo cerrado.
«He usado las algas marinas como un material renovable que no usa agua dulce para el riego, pesticidas o que consume tierras agrícolas fértiles», dijo la joven al presentar su proyecto, Sea Harvest.
“Considero que las algas marinas crean valor a partir de recursos sostenibles y de acceso local que podrían explorarse en cualquier región del mundo » señaló la joven estudiante australiana.
Las algas cosechadas se comprimen y se moldean para producir recipientes en forma de cuenco, ideales para los alimentos para llevar.
Zinga también utiliza algas para hacer tintes naturales para textiles.
Menos plástico más vida
Se estima que un 90% de los plásticos de un sólo uso terminan en el océano, su proceso de descomposición puede ser mayor a los 400 años.
Entre 5 y 13 millones de toneladas de plástico se filtran cada año en los océanos del mundo y son ingeridos por aves marinas, peces y otros organismos. Otro riesgo son los microplásticos que, al ser consumidos por la fauna marina, muchas veces retorna a las mesas de los seres humanos.
De no haber nuevas opciones al plástico, según los datos de los estudios y estimaciones de la Fundación Ellen MacArthur, se calcula que para el año 2050 en los océanos habrá más plástico que peces.
Ante esta perspectiva se hace evidente que toda iniciativa que promueve la sustitución del uso del plástico redundará a favor de la existencia misma del ser humano en el planeta tierra.
Con información de: EcoInventos, Ecocosas , Margarita Talep , Green Screen Media y News room UNSW
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