Todo indica que, durante la pandemia, el calentamiento global y la crisis climática continúan su avance implacable y a ritmo acelerado. Una tendencia de las últimas décadas que da señales de continuar.
Las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero (GEI) alcanzaron niveles récord este año y siguen aumentando. En tanto las emisiones, que se redujeron a raíz de las medidas de confinamiento por el Covid-19, apuntan a los valores previos a la pandemia.
Así lo revela el informe “Unidos por la Ciencia 2020” presentado en septiembre por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), elaborado con el aporte de diversas organizaciones científicas de vanguardia en el tema. Es una actualización del primero, publicado en 2019 a propósito de la Cumbre de Acción Climática de Naciones Unidas.
Durante 2020, un año donde la pandemia del Covid-19 ha trastocado la vida de millones en el planeta, las consecuencias del calentamiento se manifiestan con mayor intensidad y frecuencia: ola de calor récord, incendios forestales devastadores, pérdida de hielo, fuertes inundaciones, sequías con un impacto negativo en las condiciones de vida de comunidades, países y economías en el mundo.
Nuevo récord de concentraciones atmosféricas
Las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, actualmente con los rangos más elevados en 3 millones de años, registran un continuo incremento y este año alcanzaron nuevos niveles récord.
El informe señala que el análisis completo de los tres principales gases de efecto invernadero evidencia aumentos anuales de 147% para dióxido de carbono (CO2), 259% para metano (CH4) y 123% para óxido nitroso (N2O), con respecto a la preindustria.
Por otro lado, las concentraciones de CO2 atmosférico no revelaron signos de alcanzar su punto máximo y han seguido en aumento, registrando nuevos récords. Durante el primer semestre de 2020, las concentraciones de CO2 fueron superiores a 410 partes por millón (ppm). Mientras que las estaciones de Mauna Loa (Hawái) y el cabo Grim (Tasmania) se registraron 414,38 ppm y 410,04 ppm, respectivamente, en el mes julio de este año, respecto a las 411,74 ppm y 407,83 ppm correspondientes a julio de 2019.
Descenso de emisiones de CO2 y la pandemia
Las emisiones de CO2 registraron un descenso sin precedentes de 17%, con respecto al 2019, durante el pico de las medidas de confinamiento a raíz del Covid-19 en abril de 2020. Aunque éstas mantuvieron niveles similares a los registrados en 2006, lo que evidencia el drástico incremento de los últimos 15 años y la dependencia de fuentes de energía fósiles.
Sin embargo, a principios de junio de este año, las emisiones mundiales diarias de CO2 fósil subieron a niveles cercanos a los registrados en 2019 durante el mismo período: 5 % por debajo de los valores del año pasado cuando alcanzó un nuevo récord de 36,7 gigatoneladas (Gt). Lo que representa 62 % más de emisiones que las registradas en 1990, cuando iniciaron las negociaciones del cambio climático.
Sin bien los científicos estiman que en 2020 se reducirán las emisiones de CO2 disminuirán entre 4% y 7 %, como consecuencia de las medidas de confinamiento adoptadas por la pandemia, señalan al mismo tiempo que esta reducción tendrá un efecto mínimo sobre la tasa de incremento de las concentraciones atmosféricas porque son el resultado de las emisiones pasadas y actuales; así como del período de vida sumamente prolongado de este gas de efecto invernadero.
Sube la temperatura
Respecto a proyección climática a largo plazo, el informe advierte que es probable que en cada uno de los años del período 2020-2024, la temperatura media mundial anual esté 1 °C por encima de los niveles preindustriales (1850-1900).
Pronostican además la probabilidad de que un año del quinquenio al menos, supere el 1,5°C por encima de los niveles preindustriales, valor establecido como límite para el calentamiento global, es de 24 %.
También alertan sobre la probabilidad, en un70%, de que en uno o varios meses de los próximos cinco años, se alcance una temperatura de por lo menos 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales.
El océano y la criosfera
Los océanos y las superficies congeladas de la Tierra (criosfera) sufren la peor parte del calentamiento global. El aumento de la temperatura ha generado el deshielo de las zonas polares, la pérdida de glaciares, en extensión y grosor; la reducción de las coberturas de nieve de las montañas y el descongelamiento del permahielo (permafrost).
También y no menos importante, el calentamiento de los océanos y aumento del nivel mar con impactos graves para la alimentación, los recursos acuíferos, la calidad del agua, etc.
“Unidos por la Ciencia 2020”, ratifica lo señalado por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), en su “Informe especial sobre los océanos y la criosfera en un clima cambiante”, publicado a finales del año pasado.
En ese sentido indica que todos los años correspondientes al período 2016 y 2020, la extensión del hielo marino del Ártico ha estado por debajo de la media. En ese lapso, la pérdida de masa de los glaciares registrada superó los valores de cualquier otro quinquenio previo desde 1950.
La velocidad de subida del nivel medio del mar a escala mundial continúa su incremento, así como la acidificación del océano que ha absorbido entre 20% y 30% del total de emisiones antropogénicas de CO2, desde la década de 1980.
El calentamiento del océano, los cambios del hielo marino y la pérdida de oxígeno, ha alterado los ecosistemas y especies marinas, generando cambios en el rango geográfico y las actividades estacionales.
La recuperación post pandemia
Los científicos afirman que la solución para frenar el aumento de la temperatura global y mantenerla por debajo de 1.5 C °, es reducir las emisiones de forma drástica y sostenida hasta llevarlas a cero en 2050 y alcanzar la neutralidad de carbono. Para ello es necesario un cambio global de los patrones de producción y consumo.
Los planes de recuperación de la pandemia son una oportunidad para abordar la crisis climática, incorporando medidas para la transición energética y un desarrollo sostenible e inclusivo.
Con información de la Organización Meteorológica Mundial
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