Inicio EcoVidaActualidad Verde Fabrican leña ecológica con desechos de frutas en Argentina

Fabrican leña ecológica con desechos de frutas en Argentina

por Haiman El Troudi
0 comentarios
Fabrican leña ecológica con desechos de frutas en Argentina

La mayor fuente de inspiración del ser humano suele ser el contexto en el que vive, así fue como un veterinario jubilado de Argentina concibió la idea de crear leña ecológica a partir de desechos de fruta. Una iniciativa que hoy produce una versión de biocombustible de manera circular y artesanal, a precios similares que el carbón o la madera, pero con mucho menos coste para el medio ambiente.

Este innovador producto, concebido por José Alberto Aramberri, elimina por un lado el manejo del descarte de la producción de jugos de fruta (unas 500 mil toneladas anuales) disminuyendo el impacto ambiental, mientras que por el otro, convierte un recurso aparentemente inútil en energía verde.

Además, contribuye al desarrollo socioeconómico de las regiones con respeto al medio ambiente. Una acción de sumo interés para Argentina y muchos países en todo el mundo.

Estos bloques similares a la leña tradicional, no solo en su aspecto sino también por su capacidad de generación de calor, se crearon después de que Aramberri comenzó a pensar qué tan combustible es el descarte de las empresas que producen sidra y jugos en su región. Con un poder calórico igual o superior a la madera, los extraordinarios resultados de su idea lo llevaron a producir un “biotronco” al que llamó BIOT.

El hombre tras la idea

El creador de esta leña ecológica, José Alberto Aramberri, el veterinario jubilado oriundo de Neuquén, Argentina, afirma: “El mismo árbol que me provee las frutas, me da la leña todos los años y sin necesidad de talarlo”.

Con estudios en agricultura y veterinaria, el Vasco, como lo llaman en el pueblo, solía desplazarse a las colinas circundantes al valle de Neuquén para ocuparse de los animales. Allí comenzó la historia de esta innovación 12 años atrás, cuando el ingenio y la casualidad, o más bien la causalidad, se encontraron. Durante sus visitas a un campo para revisar animales, Aramberri notó que estos comían una masa marrón. Ante la curiosidad por saber de qué se trataba el alimento, le informan que era orujo, es decir, desecho de la fruta que ya había sido exprimida.

Por su formación, el veterinario sabía que el aporte nutritivo de esa sustancia no era significativo, pero se sorprendió cuando le informaron, además, que ese desecho también lo utilizaban para cocinar y calentar las casas.

Esta información y las montañas de orujo desechado en el valle de Neuquén le hicieron preguntarse si este residuo podía tener algún valor o utilidad.

De desecho a bioproducto

La provincia argentina de Neuquén viene precedida por una histórica economía regional frutícola, particularmente de peras y manzanas que también se usan para la elaboración de sidra y jugos.

Al procesar la fruta, la industria genera un descarte que resulta del prensado una vez que no tiene más jugo. Queda entonces una masa marrón con pulpa, semillas, cáscara y demás, llamada orujo.

En el Alto Valle de Río Negro se genera mucho orujo, pues la fruta que normalmente se considera “dañada” se destina a la producción de sidra. Al pasar tres rondas de prensado para asegurarse de extraer todo el jugo, queda la pulpa que se conoce como orujo.

Cuando ésta se seca resulta un compuesto altamente combustible, base del innovador producto desarrollado por José Aramberri.

La basura como inspiración

El orujo generalmente se descarta después de la producción de jugos y sidra. Sin embargo, Aramberri descubrió que esta pulpa seca tenía un alto poder calórico comparable al carbón que, con el paso de un año, se volvía extremadamente sólido.

Intrigado por este hecho, se acercó a los lugareños para indagar sobre su utilidad y estos le revelaron que lo empleaban como combustible para estufas y cocinas económicas, una vez que lograban cortarlo debido a su extrema dureza. De allí vino la idea de poder hacer leña ecológica.

Con eso en mente, se llevó consigo una parte de ese orujo para enviarlo al Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) para conocer cuántas kilocalorías poseía.

Más poder calórico que la madera

Los resultados del análisis del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) confirmaron el impresionante rendimiento y alto poder calórico del orujo de 4.254 kilocalorías. Para entender su poder de combustión se puede comparar con las 2.500 kilocalorías que genera el eucalipto, mientras que el quebracho, un árbol de madera muy dura, supera las 5.000 kilocalorías.

Ante este dato, surgió en Aramberri la pregunta sobre cómo aprovechar eficazmente este residuo que al llegar a su finca se asemejaba a una especie de “sopa”. Este subproducto debía ser lavado en profundidad para ser separado de la prensa, lo que resultaba en un sorprendente 80% de contenido de agua. Esto implicaba que, al llegar en camión, la mayor parte de la carga consistía en agua, dejando solo un 20% de orujo seco.

Entonces, el principal reto estaba en eliminar eficazmente el exceso de agua del orujo, acelerando su proceso de secado para que no tardara uno o dos años, como sucedía con el proceso natural que sufría el material abandonado en la colina.

El veterinario decidió diseñar una maquinaria que pudiera resolver estos temas para poder fabricar el producto. Este ingenioso invento sería el resultado del esfuerzo José y su esposa Cristina Di Francesco, junto con la colaboración de un colaborador de la finca. En cuanto a la materia prima, la sidrera proporcionaría este desecho de manera gratuita, mientras que ellos asumían la responsabilidad de costear el transporte, que involucraba un recorrido de unos 30 kilómetros desde la fábrica más cercana hasta su finca.

Proceso circular y artesanal de la leña ecológica

Con una consistencia similar a la sopa espesa, el orujo llega en camiones volquetes proveniente de las sidreras y productoras de jugo de la región. Para estas compañías es una ventaja, porque es un problema menos a resolver puesto que, ahora, ese descarte de la fruta ya no es basura, sino que se volvió un recurso que se reutiliza. Como dato, solo la industria de la sidra de manzana en Argentina genera unas 75.000 toneladas métricas de sobras.

A partir de allí comienza el proceso de esta leña de orujo, el cual va desde el secado de la materia prima hasta el fraccionamiento y embalaje de los bloques. Aramberri diseñó todo el proceso artesanal y circular para obtener la leña ecológica de los desechos. Para ello modificó una cosechadora y la convirtió en una moldeadora de bio troncos.

Dependiendo de su contenido de agua, el orujo es colocado en un playón, que su creador ha construido para facilitar el drenaje. También suele volcarlo directamente sobre la gramilla. Allí queda depositado para iniciar el proceso de secado natural al sol y la paulatina concentración del sólido, lo que le permite economizar costos de producción. Tras solo unos 5 días ya está listo para recolectarlo y usarlo.

Cuando el orujo alcanza la consistencia correcta, se coloca en una máquina para esparcirlo de manera más uniforme en la finca ya moldeado y cortado en bloques. José ajusta con precisión la humedad de la mezcla, y después la moldea y corta antes de colocarla al sol para su secado.

Cuando salen de la máquina, los leños tienen aún una consistencia muy blanda. Una vez que está completamente seco, el producto se almacena en un lugar resguardado, pues es fundamental evitar que se humedezca.

Múltiples ventajas

Fabrican leña ecológica con desechos de frutas en Argentina

Esta innovadora leña ecológica ofrece muchas más ventajas, más allá de las evidentes determinada por el aprovechamiento de desechos que de otra forma contribuirían a contaminar el ambiente. Por supuesto, al ser un producto generado a partir de descartes orgánicos evita la tala indiscriminada para la obtención de la leña. Además, para las productoras de sidra y juego resulta positivo que un tercero se lleve el remanente porque es un problema menos, ya no es basura, sino que es un recurso que se reutiliza.

Estos biotroncos aportan la misma cantidad de energía que la leña normal y son altamente combustibles. Asimismo, debido a su escaso contenido de humedad, son de encendido inmediato, por lo que aportan calor al instante y por un lapso de dos horas continuas.

Gracias a su composición, genera poco humo, esto implica una menor contaminación del aire, y una huella de carbono muy baja. Cuesta lo mismo que el carbón y forma parte de la economía circular, siendo utilizados como una opción de bajo impacto ambiental tanto sea para calentar o cocinar. Por si fuera poco, son livianos, muy limpios y al usarlos para la cocción de alimentos no modifica su sabor.

 

Con información de Puntual, TN, Más Campo y Nota al pie

Deje un Comentario

@Copyright 2018-2024 | Haiman El Troudi | Todos los derechos reservados.

Si continuas navegando en esta web, aceptas el uso de las cookies Acepto Leer Más

Política de Cookies y Privacidad