Mientras la naturaleza sigue enviando un mensaje cada vez más claro y fuerte a través de las sequías extremas, inundaciones devastadoras, intensas olas de calor, tormentas e incendios sin precedentes, la humanidad continúa saturando la atmósfera con las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), acelerando la crisis climática por el aumento de las temperaturas.
Si los países del mundo no reducen sus emisiones actuales de GEI, el planeta se encamina hacia un calentamiento de 2,8 °C al final de este siglo, concluye el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2022: La ventana se está cerrando. La crisis climática requiere de una transformación rápida de las sociedades humanas, publicado a finales de octubre por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), pocos días antes de la COP27.
Limitar ese aumento de temperatura implica que el mundo reduzca, en los próximos 8 años, sus emisiones de efecto invernadero a niveles sin precedentes. Para ello, advierte el mencionado informe, el único camino es una urgente e integral la transformación de las economías, los sectores productivos y de servicios (electricidad, industria, transporte y construcción); así como los sistemas alimentarios y financieros.
Brecha de emisiones: realidad versus compromisos
Los avances en materia de reducción de emisiones han sido insuficientes, lamentablemente, y, con los compromisos actuales de los países, las emisiones se reducirían tan solo entre un 5 y 10 %, advierte el PNUMA.
Las contribuciones nacionales determinadas (NDC) establecidas por los países como compromiso para 2022, apenas suponen 0,5 gigatoneladas de CO2 equivalente (CO2eq, valor que se usa para englobar a todos los gases en uno solo), que representa menos de un 1% de las emisiones globales proyectadas para 2030.
Para evitar la catástrofe climática que ya se vislumbra si continua el incremento de las emisiones y las temperaturas actuales, las emisiones mundiales deben disminuir un 45% para 2030 y llegar a cero en 2050. Esto implica acelerar la marcha con acciones que conlleven a cambios radicales, transformadores de la economía global que, a su vez, genere, un mundo sostenible, donde la equidad y la justicia, en todos los ámbitos, se manifieste sin distingo.
“Ya todos tuvimos la oportunidad de implementar cambios graduales, pero el tiempo para ello ya se acabó (…) Reformar la economía mundial y reducir casi a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2030 constituye un desafío enorme, incluso imposible según algunos, pero debemos intentarlo (…) Cada décima de temperatura cuenta: para las comunidades vulnerables, para las especies y los ecosistemas, y para toda persona en el mundo”, ha dicho Inger Andersen, directora Ejecutiva del PNUMA.
Récord histórico de emisiones otra vez
Nuevos máximos históricos registraron, en 2021, los niveles atmosféricos de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, los tres principales gases de efecto invernadero, de acuerdo al Boletín de la OMM, publicado en octubre también a escasos días de iniciar la COP27 en Egipto.
Durante ese período, las concentraciones de dióxido de carbono (CO2) alcanzaron 415,7 partes por millón (ppm), las de metano, 1.908 partes por mil millones (ppmm), y las de óxido nitroso, 334,5 ppmm. Valores que presentan 149%, el 262% y el 124%, respectivamente, de los niveles preindustriales, antes de que las actividades humanas alteraran el equilibrio natural de esos gases en la atmósfera.
Un dato que resalta en ese Boletín de la Organización Meteorológica Mundial, corresponde al comportamiento del metano. Las concentraciones de ese gas de efecto invernadero registraron, en 2021, el mayor aumento interanual desde que comenzaron las mediciones sistemáticas hace casi 40 años.
Concentración de CO2 sigue creciendo
Respecto a los niveles de CO2 presentes en la atmósfera señala que, entre 2020 y 2021, el aumento fue superior a la tasa media de incremento anual del último decenio. Crecimiento que ha continuado en todas partes del mundo durante 2022, se acuerdo a las mediciones de la red de estaciones de la Vigilancia de la Atmósfera Global (VAG) de la OMM.
El efecto de calentamiento del clima o “forzamiento radiativo” inducido por los gases de efecto invernadero de larga duración, tuvo un aumento de casi 50 %, cuya mayor contribución fue la del dióxido de carbono (CO2) con 80%, aproximadamente.
“El continuo aumento de las concentraciones de los principales gases que retienen el calor y la aceleración, sin precedentes, de la acumulación de metano en la atmósfera, muestran que vamos en la dirección equivocada”, ha señalado Petteri Taalas, secretario General de la OMM.
Combustibles fósiles y producción de cemento
La quema de combustibles fósiles y la producción de cemento es la principal causa de las emisiones de dióxido de carbono, que han tenido un repunte después que concluyeron los confinamientos de 2020 por la pandemia de Covid-19.
El CO2 atmosférico alcanzó, en 2021, el 149 % de los niveles preindustriales. Del total de las emisiones generadas por actividades humanas en el período 2011-2020, cerca 48 % se acumularon en la atmósfera, 26 % en los océanos y 29 % en la tierra.
De acuerdo a la agencia meteorológica de la ONU, reducir las emisiones de CO2, la causa principal del cambio climático y de los fenómenos meteorológicos extremos asociados, debe ser la prioridad más urgente. “Tenemos que transformar nuestros sistemas industriales, energéticos, de transporte, y todo nuestro estilo de vida. Los cambios que deben aplicarse son asequibles desde el punto de vista económico y viables en el plano técnico. El tiempo se agota”, asegura el Secretario General de la Organización Meteorológica Mundial.
Con información de la PNUMA, OMM y Climática
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