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Glaciares de los Andes se derriten a un ritmo aterrador

por Haiman El Troudi
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Los glaciares de los Andes se están derritiendo a un ritmo aterrador y han entrado en un proceso de cambio sin precedentes. La advertencia la hace un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que indica, además, que el deshielo de los glaciares de la cordillera Andina se ha acelerado en los últimos años.

El estudio refiere que algunos glaciares en los Andes tropicales podrían perder entre 78 y 97 por ciento de su volumen de aquí a finales de siglo. En ese sentido, la publicación ofrece datos preocupantes sobre el retroceso de los glaciares al constatar que Perú, el tercer país del mundo más vulnerable al cambio climático, ha perdido ya la mitad de su superficie glaciar entre finales de los años 70 y el inicio de la actual década.

El escenario de los glaciares tiende a ser más preocupante ante el aumento de la temperatura, si se tiene en cuenta que la temperatura media anual de la mayoría de los países de los Andes tropicales (Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) se está incrementando en alrededor de 0,8 °C durante el último siglo y todavía podría aumentar entre 2 y 5 °C antes de finales del siglo XXI, si no se toman los correctivos urgentes para detener la vertiginosa carrera del calentamiento global.

Retroceso de glaciares andinos es irreversible

Investigaciones recientes señalan que el retroceso glaciar en los Andes se está produciendo desde el año 1900 y apuntan a que este proceso es irreversible.

De acuerdo a los estudios, en 1950 se confirmó el aumento del calor en hasta 0,3°C cada diez años, lo que paulatina e inexorablemente está derritiendo el hielo de una de las más grandes reservas de agua dulce en el planeta. Esto repercute directamente en la vida de cientos de miles de personas, que dependen del que el agua del deshielo de los glaciares.

Algunas de las ciudades de la región andina tienen en los glaciares su principal fuente para abastecerse agua. Entre ellas: Quito, la capital de Ecuador (5 por ciento); La Paz, capital de Bolivia (61 por ciento) y la peruana Huaraz (67 por ciento). No obstante, esta proporción de dependencia del vital líquido puede aumentar, en los años de sequía producto del aumento de las temperaturas a 15 por ciento en el caso de Quito; 85 por ciento para La Paz y 91 por ciento para Huaraz.

En general, para las naciones que forman parte de la cadena montañosa de los Andes (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina), se preveen importantes e irreversibles cambios en la biodiversidad, servicios ecosistémicos, uso de la tierra, producción tanto de alimentos como de energía, turismo y aumento del nivel del mar, entre los más representativos.

Venezuela es la primera en perderlos

Pico Humboldt

Venezuela es el primer país que pierde sus glaciares tropicales en América del Sur y el mundo, según un estudio publicado en la revista Artic en octubre de 2020). A causa del aumento de la temperatura en la Cordillera de los Andes, producto del cambio climático planetario, se extinguió el nevado Humboldt (4940 m.s.n.m) y el Pico Bolívar sucumbió a inicios del 2020, a los que se suma El Concha, desaparecido hace 30 años.

En la región sur de Sudamérica, el derretimiento de los glaciares de la Cordillera de Los Andes, no tiene marcha atrás y tendrá efectos en los ciclos del agua de las cuencas de los ríos en Chile. Con respecto a Perú, se ha observado en los glaciares Suyuparina y Quisoquipina (cordillera de Vilcanota), un retroceso de más de 100 metros de longitud en los últimos 10 años.

De igual manera, la Cordillera Real de los Andes bolivianos, a 5421 metros de altitud sobre el nivel del mar, se quedó sin el glaciar Chacaltaya. Cabe destacar que la zona que está perdiendo la mayor cantidad de hielo, es la Patagonia (Argentina), donde se encuentran algunos glaciares que han tenido retrocesos frontales de más de 20 kilómetros en los últimos 100 años; entre ellos el glaciar Jorge Montt, o el San Rafael.

Grave riesgo para los humedales

Glaciar Chacaltaya, Bolivia.

Al norte de los Andes, en Chile, Ecuador, Bolivia, Argentina y Perú, existen humedales de gran altitud que dependen del agua del deshielo de los glaciares. Estos humedales de altura, llamados bofedales, oscilan entre los 3.000 y 6.000 metros sobre el nivel del mar y son ecológicamente muy diversos y socialmente importantes. Los habitantes de los Altos Andes han utilizado los bofedales como fuente de agua para regar cultivos y criar ganado.

Pero los glaciares que los abastecen son muy pequeños y han superado el pico de agua, por lo que el vital líquido está disminuyendo. El pico de agua describe el momento en que el deshielo y la masa de los glaciares siguen siendo altos, antes de que los glaciares sean demasiado pequeños para contribuir de manera significativa. En ambientes áridos y de gran altitud como los Andes, la única forma de mantener estos humedales es con la escorrentía glaciar.

Por otra parte, además de la sequía extrema y escasez de agua con todo lo que ello implica, el retroceso de los glaciares tiene una repercusión cultural, ya que muchas comunidades andinas han tenido un fuerte vínculo con éstos por medio de creencias culturales, percepciones y valores sociales.

Por ello, también se considera que la desaparición de los glaciares y los cambios en el paisaje natural tradicional tienen un significado simbólico, que puede asociarse con las comunidades locales y las amenazas para sus medios de vida futuros.

Seguridad alimentaria en peligro

Para los científicos, es alta la probabilidad de que un descenso de la escorrentía de los glaciares provoque estrés hídrico y afecte la producción agrícola y la seguridad alimentaria de algunos países andinos.

Sistemas de abastecimiento de agua para uso doméstico, tanto para el consumo como para el saneamiento se verán comprometidos, así como los cultivos, sobre todo en las regiones áridas y semiáridas de algunos de las naciones andinas, como Perú y Bolivia.

De los glaciares también depende el crecimiento económico de determinadas zonas. Por ejemplo, los glaciares de la costa del Pacífico de Perú ocupan el cuarto lugar en la lista del Producto Interno Bruto (PIB) esperado para 2050, con US$380.000 millones, 6,8 veces lo que se produjo en el año 2000, porque donde no hay precipitaciones en el verano, los ríos dependen principalmente del deshielo de los glaciares.

Otros sectores que se verán seriamente afectados por la disminución del tamaño de los glaciares, son la minería y la energía hidroeléctrica, además de la actividad turística. A esto se le suma la competencia entre usos, en especial entre las necesidades locales; y el peligro que significa la posibilidad del desbordamiento repentino de un lago glaciar.

Respuesta a los retos del retroceso glaciar

 

Rescatar a los glaciares de su retroceso, pasa por aumentar el apoyo para las decisiones sobre políticas basadas en el conocimiento científico, mapear los efectos actuales y previstos del cambio climático en los glaciares andinos, aplicar medidas preventivas contra los riesgos naturales relacionados con ellos y desarrollar servicios climáticos; así como mejorar la comprensión de la demanda y el uso del agua, ahora y en el futuro.

Asimismo, urge aplicar la buena gobernanza de los recursos hídricos, promover los mecanismos de aprendizaje para la adaptación, financiar medidas de adaptación, centrar la política de adaptación en las montañas; además de aumentar la coordinación e integración en materia de políticas en el seno de cada país andino y entre todos ellos.

Al actuar como reservorios gigantes, los glaciares atrapan el agua que cae en forma de nieve a gran altura durante las estaciones húmedas antes de liberarla como agua de deshielo durante las estaciones secas.

Esas masas de agua convertidas en ríos helados que se abren paso por las laderas de las montañas, son parte integral de los medios de vida, la naturaleza, la industria y el clima en todos los continentes de la Tierra. Y son esenciales para sustentar la vida en algunas de las regiones más densamente pobladas y en rápida expansión del mundo. Cuidemos el llanto de las nubes para que brote de la madre tierra el fruto de la vida.

 

Con información de Atlas de Glaciares y Aguas Andinos, Universidad de Chile, BBC Mundo, El Peruano, Chile Sustentable, DW e IAgua Magazine  

Fotos cortesía de Mongabay, BBC Mundo, DW, Ambientum


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