El Tapir Común Suramericano (Tapirus Terrestris) es la Danta que vive en Venezuela y la única de las cuatro especies existentes en el mundo que, por ahora, no se encuentra en la categoría en peligro de extinción de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN por sus siglas en inglés).
Con la distinción de ser el mamífero terrestre más pesado y corpulento, tanto de Venezuela como de Sudamérica, este animal omnívoro que es una potente arma contra el efecto invernadero, todavía puede ser visto al norte del río Orinoco, el piedemonte de la cordillera andina y en la Cordillera de la Costa de nuestro país. No obstante, ya figura como Vulnerable (VU) en la categoría y criterios de la mencionada lista.
Cabeza triangular con una trompa
Una Danta promedio puede pesar entre 200 y 250 kilogramos. Mide alrededor de un metro de alto y llega a sobrepasar los dos metros de longitud. Su cuerpo es cilíndrico con extremidades cortas y pelaje también corto de color marrón oscuro, gris o pardo y negro. Lo más llamativo es su cabeza triangular con su nariz que recuerda a una trompa de elefante pequeña.
Otra característica resaltante de este llamativo animal es el dedo medio de cada una de sus extremidades (tiene tres en las patas traseras y cuatro en las delanteras), que es más largo que el resto y forma una cavidad llamada casco, lo que lo ubica en la categoría de los perisodáctilos, que en griego significa dedos desiguales, al cual también pertenecen los équidos y los rinoceróntidos.
Los indígenas venezolanos ya hacían escudos con la piel de la danta cuando los españoles invadieron nuestro territorio. Hay investigadores que afirman que los ibéricos le bautizaron con este nombre, que es derivado de “elant” o “el ante” como llamaban al alce (cuya piel también servía de escudo en otras latitudes) y que en femenino sonaba anta o danta.
La danta es tímida y solitaria
La danta es tímida y solitaria. Como su mayor actividad es en horas de la noche, para poder verla en acción se requiere sacrificar horas de sueño. En especial si de observar su apareamiento se trata, pues generalmente ocurre luego de un intenso chapoteo en el agua, juego que se repite durante cuatro o cinco días.
Vale destacar el reciente avistamiento de dos dantas en Colombia, en una vía muy transitada antes de la cuarentena adoptada en ese país, como mecanismo para evitar la propagación del COVID-19. La pareja fue captada en un video en el departamento de Huila.
Es en la época tanto del celo como de la crianza, cuando se puede ver a las dantas en compañía. Pasan ¡más de un año embarazadas! (de 13 a 14 meses) y dan a luz a una sola cría, aunque se han dado casos en los que llegan dos.
Crías camufladas
Los recién nacidos de esta especie pesan en promedio de 4 kilogramos, miden 63 centímetros de largo y 33 de altura. Además, su pelaje es marrón con rayas horizontales claras que le sirven de camuflaje ante los animales depredadores, incluyendo al hombre.
Pasados cinco u ocho meses del nacimiento, ocurre la separación natural de madre y cría. A lo largo de ese tiempo esta última ya se ha familiarizado con el agua y el hábitat donde disfrutará su independencia, aunque deberá esperar cumplir 18 meses para considerarse un animal adulto.
Se afirma que este mamífero terrestre puede vivir de 30 a 35 años en cautiverio, condición que facilita su naturaleza herbívora, pues consume vegetación acuática y raíces; así como hojas, brotes, ramas, frutos y semillas de plantas terrestres. En nuestro país la palma de moriche es de sus alimentos preferidos.
La danta es un arma contra el calentamiento global
La danta es un formidable dispersor de las semillas para las plantas ya que algunas de las frutas y semillas que tanto disfruta, son defecadas en sitios lejanos a donde las comió. En algunos países se les llama jardineros del bosque, por cumplir un rol tan importante en el mantenimiento del ecosistema, la lucha contra el calentamiento global y, por ende, la preservación de la vida en el planeta.
En concreto, su sistema digestivo permite que semillas tan grandes que el viento y las aves no pueden esparcir, se trasladen a enormes distancias, pues entran y salen completas de su cuerpo. Son semillas de árboles que mientras más grandes y frondosos, mayores volúmenes de dióxido de carbono (CO2) pueden retener en sus hojas, troncos y raíces.
Cacería y migraciones humanas los mayores peligros
La danta es muy buscada por las potencialidades alimenticias de su carne y porque con su piel, se pueden fabricar correas y otras piezas de cuero, razones por las cuales la cacería es una de las principales causas del peligro en que se encuentra su superviviencia.
Las migraciones humanas es la otra causa de la amenaza que se cierne sobre esta especie, ya que las dantas necesitan vivir en amplias extensiones donde encuentran refugio y alimento, especialmente en selvas lluviosas y de galería cercanas a ríos anchos. Sin embargo, también tienen presencia en bosques montañosos.
Después del hombre, los principales depredadores de las dantas son el cocodrilo, el jaguar y el puma.
El Tapir Malayo es el más grande
Una sola especie de tapir o danta no habita el continente americano. Se trata del tapir malayo (Tapirus indicus), que vive en el sudeste asiático y es el más grande de todos. Como su pelaje es blanco y negro, hay quienes también lo llaman tapir panda.
Las otras tres especies se encuentran en el continente americano. El tapir centroamericano (Tapirus bairdii) también conocido como gran bestia o macho de monte, vive en América Central y en Colombia. El tapir andino o danta del páramo (Tapirus pinchaque), habita en páramos y bosques nublados de la Cordillera Andina de Colombia, Ecuador y Perú. Es el más pequeño de todos y su pelaje es lanudo para soportar el frío.
Las especies mencionadas están en peligro de extinción. Sólo está fuera de esta categoría el tapir común suramericano (Tapirus terrestris), cuyo hogar está en casi toda América del Sur y es el único presente en Venezuela.
Algunas medidas contra el peligro de extinción
Que la danta suramericana no figure en riesgo de extinción en la lista roja de la UICN, no implica que esté libre de tal amenaza. De hecho está categorizada como Vulnerable, condición previa al criterio mencionado.
Específicamente en Venezuela, los sitios donde esta especie es más vulnerable ahora son los hábitats ubicados al norte del río Orinoco, en el estado Amazonas. Pero las medidas para evitar que desaparezca de nuestro país deben aplicarse también en la selvas de piedemonte y galería ubicadas en la Sierra de Perijá y la Cordillera de Mérida; así como en las selvas de montaña húmedas y nubladas de la Cordillera de la Costa.
La danta podría salvarse del peligro de extinción en Venezuela, si todos nos convertimos en multiplicadores de la información sobre la importancia de esta especie para el ecosistema y la vida humana, además del peligro en que se encuentra.
La denuncia tanto de su cacería ante las autoridades, como de la tala indiscriminada de los bosques donde vive, también es una medida de protección de este enorme y asustadizo mamífero terrestre. Otra estrategia es denunciar la práctica de cazarle como deporte e incluirla en los planes de turismo ecológico, promoviendo la toma de fotografías y videos para sensibilizar sobre su forma de vida y la importancia de su preservación.
Con información de UICN, Andigena, Ojo al Clima, Biodiversidad Venezuela, Explorando Rutas Y RCN
Fotos cortesía de Andígena, Risaralda, Ojo al Clima, Hogarmanía y Natuwa
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2 comentarios
Gracias por destacar la existencia de esta importante especie venezolana… En nuestro país seguimos promoviendo su protección mediante la educación ambiental, en este sitio pueden hallar parte de nuestros materiales puestos a la orden del buen uso por parte de docentes y educadores: http://www.lacasadeltapir.blogspot.com y http://www.facebook.com/LaCasaDelTapir. Cordialmente, Denis Alexander Torres, Fundación AndìgenA.
Gracias por la labor educativa y por compartir los materiales que emplean para la educación ambiental, tan importante para crear conciencia sobre la responsabilidad que tenemos todos en el cuido y preservación de nuestra inconmensurable biodiversidad.