En diversas partes de Venezuela se honra a San Isidro Labrador con una fiesta de origen ancestral, que tiene lugar entre finales de abril y comienzos de mayo, cuando se realiza el baile de Los Locos.
El registro más antiguo de esta celebración es el de los pueblos originarios que habitaban los alrededores de Lagunillas, estado Mérida. En la época prehispánica los indígenas celebraban la bajada del Ches, el dios de las aguas, la fertilidad y las cosechas, en la zona del monumento natural Laguna de Urao.
Pero son varias las regiones de Venezuela en las que devoción y tradición se encuentran en una fiesta que evidencia el sincretismo cultural, entre las manifestaciones ancestrales y las españolas.
Además de Lagunillas y otras zonas de Mérida, en Trujillo, Táchira, Portuguesa, Falcón, Miranda y Monagas, celebran al patrono de los agricultores de distintas formas.
Cantos, danzas, procesiones con bueyes adornados, rezos, y por supuesto el tradicional baile de Los Locos de San Isidro, forman parte de esta festividad.
El común denominador de las distintas manifestaciones en honor a San Isidro Labrador es origen de esta celebración: el amor a la Madre tierra y el agradecimiento por sus regalos. Una fiesta tradicional que manifiesta la fe colectiva alrededor de una figura a la cual se le atribuyen fuerzas positivas sobre las cosechas.
La celebración en los Andes
La fiesta de San isidro Labrador, patrono de las buenas cosechas, se realiza cada año en los Andes venezolanos.
Los agricultores pagan promesas y renuevan sus peticiones para que no falte agua, sol y las cosechas sean abundantes.
Cada estado de la región andina celebra con sus particularidades. En Trujillo, por ejemplo, los campesinos guían sus yuntas de bueyes arregladas con adornos de flores naturales, frutas, lazos y banderas.
El estruendoso sonido de los cohetes anuncia el indicio de la fiesta en la ciudad de Mérida. La figura de San Isidro lleva en la mano una hoz, y tiene dispuesto en torno a ella espigas de trigo, flores y frutos diversos.
La solemnidad es el rasgo distintivo en el Páramo de la Culata. Se agradece a Dios y da como tributo los frutos del campo, los cuales sirven de donativos para la iglesia y los más necesitados en el sector. Es un compartir de hermandad y solidaridad.
En Timotes, otra población del estado Mérida, los agricultores visten sus bueyes con los productos de la tierra y guirnaldas de flores para recibir la bendición, al término de la misa, y salir en procesión con las yuntas de sus bueyes.
Los altares que adornan las calles dispuestas para el recorrido de la procesión, destaca en el estado Táchira. Donde también, las flores frescas engalanan las andas y un conjunto musical interpreta melodías populares regionales con violines y guitarras.
Fiesta de origen ancestral
El estado Mérida está lleno de poblaciones y aldeas agrícolas que, en tiempos ancestrales, danzaban en honor a sus deidades para invocar los favores de la naturaleza. Los rituales se hacían cerca de las primeras lluvias que regaban la siembra y garantizaban la cosecha.
Una de las más vistosas celebraciones tiene lugar en el municipio Sucre de Mérida. Allí se mantienen las raíces de los rituales ancestrales en honor a la bajada del Ches, dios de las aguas, la fertilidad y las cosechas.
En Lagunillas, pequeño pueblo del estado Mérida, la tradición se ha mantenido, con cambios introducidos por la doctrina católica, al sustituir la imagen de la deidad ancestral, por San Isidro Labrador.
Esta manifestación muestra hoy el sincretismo con la cultura española que llegó en el siglo XVII. Luego del encuentro de ambas cosmogonías, siglo tras siglo fueron amalgamándose el ritual aborigen y la devoción cristiana, hasta llegar a nuestros días
El origen de este baile devocional es explicado por el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano del municipio Sucre, del estado Mérida:
“La danza a San Isidro tiene más de 500 años, siendo una de las más antiguas de nuestro país; en el siglo XVII se identifica con la imagen de San Isidro Labrador. Los religiosos introducen la veneración del santo cristiano en los nativos del pueblo viejo del sector agrícola, en donde se conservan las creencias de los antiguos pobladores. Las culturas quinanoes, mucuchenes, wazabaras, orcazas y kaseses eran habitantes de la ciudad del Xamu que significa en lengua indígena tierras secas”.
Sincrética manifestación
Bajo el nombre de la danza de los Locos de San Isidro, celebran en Lagunillas la llegada de las lluvias, con una procesión de danzantes ataviados como indígenas y promeseros, que recorren el pueblo.
Estos últimos, disfrazados de “caballeros”, cubren sus rostros con máscaras. Otros visten particulares disfraces característicos de las locainas, mientras bailan al compás de maracas, las chirimías y los tambores.
La fiesta de San Isidro Labrador comienza desde tempranas horas de la mañana del 14 de mayo, cuando los grupos danzantes se reúnen en la plaza para trasladar la imagen del Santo a la iglesia.
El 15, onomástico del Santo, se realiza una misa antes de recorrer nuevamente las calles. Posteriormente, se reúnen en la plaza Bolívar para realizar la procesión por las principales calles del pueblo. Ese día numerosas personas se congregan para formar parte de la fiesta. Hermosas carrozas adornadas con espigas, hojas de palma, frutas y flores, se colocan alrededor de la iglesia, con sus respectivos músicos.
Durante el mes de mayo se celebran, además, varios eventos como La Novena, los actos religiosos y la tradicional Quema. Este último es un ritual de purificación de origen indígena, que se realiza ocho días después de la bajada de San Isidro Labrador, mediante el cual se agradece por las cosechas.
Conocido también como la danza del fuego, originalmente los indígenas se prendían fuego en el cuerpo y bailaban, pasando por encima de la quema. En la actualidad se mantiene la esencia del ritual, pero sin las llamas en el cuerpo. Se encienden montones de hojas rellenas con fuegos artificiales, y Los Locos danzan por última vez.
Cuando los locos bailan
La danza de Los Locos de San Isidro Labrador, manifestación de origen ancestral, es una expresión cargada de muchos significados. Deriva de manifestaciones culturales de las etnias indígenas que poblaron las cordilleras andinas. Específicamente se vincula con el ritual que hacían los indígenas Quinaroa en honor al dios Ches.
Los instrumentos que se utilizan para acompañar al santo en el recorrido y a la danza son el violín, la guitarra, las maracas y el tambor.
Antiguamente, se usaba la chirimena, instrumento indígena ejecutado por descendientes de los quinaroes hasta mediados del siglo XX. También, se tocaba el botuto, plantas de carruso, conchas marinas y cachos de venados. Hoy usan los cachos de res y algunos caracoles.
En la salida del santo, al compás de los acordes musicales, siempre llueve. La presencia de la lluvia se le atribuye a la música, pues aseguran que a los dioses del agua les encanta escucharla.
Ancestral danza
La danza como tal se destaca por el juego de los palos, las marcas, los pañuelos y la quema. Consta de cinco movimientos principales con tres fases: el paloteo, siembra y corte. Cada una de estas figuras evoca al dios, por lo que tienen un significado y un acompañamiento musical particular.
Se cuenta que los indígenas hacían este baile en el momento de sembrar para que la deidad les diera la bendición. Las danzas se organizaban utilizando las fases de la luna, siempre en menguante, a excepción de cuando se iba a sembrar yuca, que se hacía en cuarto creciente. Este ciclo se conocía como rumba para la paila, que representa el acto de la siembra. En el baile se escenifica la colocación de la semilla en el suelo que luego se tapa con el pie, para que germine.
La segunda figura proviene de un antiguo vals llamado el pañuelo. Se destaca por ser un vistoso movimiento, en el que se baten los pañuelos al son de la música.
El palito es otra fase del baile y representa la poda. Proviene de una antigua danza llamada el juego de los palos. Los danzantes cruzan los palos y golpean.
La tercera fase se denomina El corte y representa la aradura. Los bueyes abren los surcos en la tierra para ablandarla y airearla. Para la última, los danzantes se entregan con alegría a la parranda y solo se tocan las maracas. Se le llama Zapatea la negra y significa la recolección de la cosecha.
Colores y personajes
En el ritual ancestral, los indígenas danzaban y hacían figuras para venerar a los dioses, con máscaras y pieles de animales.
Actualmente el vestuario característico es una camisa o chaqueta manga larga adornada con lentejuelas y canutillos, un pantalón ancho hasta las rodillas, medias largas con alpargatas de suela y un sombrero adornado con papel de seda y espejos. Además, llevan el rostro cubierto con una máscara de hojalata con rasgos humanizados.
Un colorido pañuelo, una maraca para llevar el ritmo y un palito decorado con papel de seda de diferentes colores y una cabuya para sujetarlo, son algunos de los objetos que los danzantes llevan en sus manos.
Cada quien se encarga de hacer su traje, en el que se simboliza los variados tonos de la naturaleza. Visten ropas de satén de colores intensos, la mayoría similares a la vestimenta del toreo, una vinculación con el origen europeo de San Isidro Labrador. Incluso algunos imitan su vestimenta con capas.
Las muñecas, por otro lado, son extravagantes. Sus trajes tienden a parecerse a los vestidos de Dama Antañona. También usan máscaras, muy sencillas y humanizadas.
Estos personajes no danzan, pero imponen el orden con un látigo, con el que se encargan de evitar que los locos molesten.
Alrededor del grupo bailan personajes jocosos, quienes no siguen al ritmo del conjunto, sino que lo hacen según el personaje que representa cada uno.
Más de San Isidro Labrador
Tanto en Venezuela como en el viejo continente, San Isidro Labrador es considerado el protector de la agricultura y de la cría de animales. Su devoción se extiende a zonas rurales y ciudades. Se le honra con velorios, misas, procesiones y danzas.
Esta la fiesta también se celebra en la zona sur y oriental del estado Falcón, y se extiende por varios días. El 13 de mayo, durante los preparativos suenan las campanas y la música, el 14 estallan los fuegos artificiales y el 15 los agricultores sacan en procesión al Santo, mientras cantan salves y romances.
Las Fiestas Patronales de Flor Amarillo, estado Carabobo se celebraban todos los años en Honor a San Isidro Labrador, acogido como patrono de esta población, dedicada a la agricultura.
Con información de IAM Venezuela, IVenezuela, Steemit y Fundación Bigott
Fotos cortesía de IAM Venezuela y Fundación Bigott
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1 comentario
Interesante el artículo sobre San Isidro Labrador, ahora bien, donde podré encontrar bibliografía o textos que me indiquen la fecha en que se empezó a venerar San Isidro Labrador en Lagunillas, Estado Mérida