China sembró grandes extensiones del desierto de Talatan con millones de paneles solares acción que, más allá del aprovechamiento de estos espacios para generar energía limpia, ha dado paso de manera inesperada a un microclima.
Este caso ofrece una visión distinta de la transición energética pues además de reducir emisiones, demuestra que los proyectos de energía solar pueden tener favorables efectos ecológicos directos si se diseñan de forma integrada con la naturaleza. Así, la combinación de tecnología y restauración ambiental abre una oportunidad única para transformar zonas degradadas en refugios de biodiversidad.
Cuando China decidió cubrir amplias extensiones de desierto en la provincia de Qinghai con paneles solares, el objetivo era generar energía limpia para alimentar ciudades y reducir su huella de carbono, pero este renacer ambiental, que comenzó como una apuesta tecnológica, se convirtió en un experimento natural a gran escala.
Bajo las placas fotovoltaicas el suelo comenzó a retener más humedad, la erosión se redujo drásticamente. Ahora, la sombra proyectada por los paneles reduce la temperatura del suelo durante el día, conserva el agua subterránea y las primeras especies vegetales empezaron a reaparecer. Sin proponérselo, el proyecto energético abrió paso a un nuevo tipo de paisaje: un desierto que empieza a reverdecer. Esto no solo es un hito global en la energía solar, sino que también subraya el impacto positivo que las soluciones fotovoltaicas pueden tener en el futuro energético del mundo, al tiempo que demuestra que la reducción de emisiones puede darse a la par del desarrollo económico.
Ya no tan desierto

Ubicado a casi 3.000 metros de altitud en el condado de Gonghe, el desierto de Talatan se encuentra en una de las regiones más secas y ventosas de China. Su clima árido extremo, con temperaturas que superan los 35 °C en verano y descienden bajo cero en invierno, limitó históricamente cualquier forma de vida estable. Además, la escasez de lluvias, con menos de 250 mm al año, y los fuertes vientos que arrasan el suelo provocaron durante décadas una intensa erosión y pérdida de nutrientes.
A ello se suman los altos niveles de radiación solar, ideales para la generación fotovoltaica, pero devastadores para la vegetación. Los suelos arenosos y pobres en materia orgánica dificultan el crecimiento de plantas y la retención de agua, lo que lo convierte en un entorno de supervivencia extrema.
Sin embrago, desde la instalación de millones de paneles solares el anterior símbolo de infertilidad y aislamiento pasó a representar la posibilidad de reconciliar desarrollo y sostenibilidad. Donde antes solo había arena y viento, ahora crece vida. Y todo gracias a una energía que, además de limpiar el aire, está sanando la tierra.
Una transformación que generó un círculo virtuoso: las plantas reducen la erosión, mejoran la fertilidad del suelo y aumentan la capacidad del ecosistema para absorber carbono. Y es que, además de producir energía limpia, los paneles actúan como catalizadores de recuperación ambiental en uno de los paisajes más inhóspitos del planeta. Los investigadores llaman a este fenómeno “ecosistemas solares”, un concepto que describe la interacción positiva entre la energía renovable y la regeneración ambiental. En el caso de Talatan, este efecto no solo mejora la calidad del suelo, sino que también contribuye a frenar la desertificación, uno de los mayores desafíos ecológicos del noroeste chino.
Modelo para el mundo

La inauguración del Parque Solar Talatan, un extenso complejo de 260 kilómetros cuadrados, siete veces el tamaño de Manhattan y 100 kilómetros más grande que San Salvador, subraya un cambio trascendental en la inversión energética mundial. A medida que China acelera su transición hacia las energías renovables, se posiciona simultáneamente como líder en el sector de las energías limpias.
Modelos similares ya se estudian en otros desiertos del mundo. En regiones del Sahara, Australia y Estados Unidos, los científicos analizan cómo el sombreado de los paneles solares puede favorecer la agricultura o la recuperación del suelo. Si estos efectos se confirman a gran escala, la energía solar podría convertirse también en una herramienta de regeneración ecológica global.
Estos acontecimientos ponen de relieve lo que está en juego en la carrera internacional por construir infraestructuras resilientes, preparadas para el futuro frente al cambio climático y el crecimiento explosivo del uso de electricidad impulsado por la Inteligencia Artificial.
En un esfuerzo concertado de China por impulsar la energía verde, el plan contempla que la instalación en Talatan alcance aproximadamente diez veces el tamaño de Manhattan en tres años.
El más grande del planeta

El Parque Solar Talatan genera 16.930 megavatios de energía solar que se complementan con 4.700 megavatios de turbinas eólicas adyacentes y 7.380 megavatios de presas hidroeléctricas, constituyendo un complejo energético diversificado con líneas de alta tensión que transmiten energía a más de 1.600 kilómetros de distancia a centros urbanos.
El sistema alimenta trenes de alta velocidad, vehículos eléctricos y centros de datos de inteligencia artificial. Además, convierte a Qinghai en el mayor laboratorio energético del planeta, y en un lugar en el que la electricidad solar cuesta 40% menos que la del carbón.
La planta fotovoltaica más grande de China fue construida por la compañía estatal China Three Gorges Corporation, con una inversión de alrededor de 1.5 mil millones de dólares. Qinghai Gonghe Solar Park tiene una capacidad instalada de 2.2 GW, lo que la convierte en la planta solar más grande del mundo. La construcción de la central se inició en 2017 y concluyó en 2020.
La energía generada por la planta se utiliza principalmente para abastecer a la red eléctrica de la región, pero también se exporta a otras partes del país. Con millones de paneles solares, la central fotovoltaica produce la suficiente energía como para abastecer a más de seis millones de hogares, el equivalente a 2375 millones de toneladas de CO2.
Su construcción ha generado empleos e impulsado el desarrollo económico de esa región. Además, la inversión en energía renovable contribuye a la transición de China hacia una economía de bajas emisiones de carbono y ayuda a cumplir sus objetivos climáticos.
Compromiso de neutralidad de Carbono

El presidente de China, Xi Jinping, se ha comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en su país y a sextuplicar la producción nacional de energías renovables en los próximos años. La planta de Talatan busca apoyar estas propuestas, no solo reduciendo las emisiones, sino también impulsando la expansión de los vehículos eléctricos, el ferrocarril de alta velocidad y el papel de China como exportador de tecnología renovable.
Como parte de su compromiso de neutralidad de carbono para 2060, China también aspira a alcanzar 1200 gigavatios de energía eólica y solar para 2030. La integración de las energías renovables en la industria, el transporte y la infraestructura digital indica ambiciones estratégicas a largo plazo para dominar las cadenas de suministro globales de tecnología y energía verde.
La central fotovoltaica de Qinghai Gonghe es un proyecto clave en los esfuerzos del país asiático por reducir su dependencia de los combustibles fósiles y aumentar la proporción de energía renovable en su matriz energética, generando beneficios económicos y ambientales significativos. Esto demuestra, una vez más, la importancia de implementar soluciones de energías limpias que no solo permitan reducir el consumo energético, sino también la huella de carbono.
Desde que comenzó la tendencia hacia el cuidado del ambiente, la transición energética hacia fuentes renovables y no contaminantes se ha convertido en la prioridad de muchos países. Las particularidades de las fuentes eólicas y fotovoltaicas han hecho que las diferentes naciones sean creativas en su ubicación.
Paneles solares en desiertos

Los paneles solares son elementos indispensables en la implantación de sistemas de energía fotovoltaicos pues capturan la luz solar para su conversión en electricidad. Sin embargo, la desventaja es que se necesitan grandes extensiones de terreno para su instalación en un número suficiente para que la generación sea económicamente rentable.
Ante esta situación, los desiertos se han convertido en los lugares ideales para su colocación, ya que reúnen las condiciones necesarias. Entre ellas está la incidencia solar intensa y estable casi constante durante todo el año, a lo que se suma una escasa nubosidad y precipitaciones casi inexistentes. De igual manera, son áreas despobladas y sin uso agrícola o urbano.
Resultados inobjetables

Los beneficiosos efectos de la instalación de paneles solares en el parque de Talatan fueron confirmados en un artículo publicado en la revista digital Scientific Reports que muestra los resultados del estudio de un equipo de investigadores de la Universidad Tecnológica de Xi’an de China.
El estudio indica que el cambio se produce por la modificación de las propiedades del suelo, relacionadas con la influencia de los paneles sobre la superficie donde están ubicados que dan sombra, dejando pasar solo un porcentaje de los rayos solares. Estas condiciones reducen la evaporación de la humedad y evitan la erosión del terreno porque actúan como barrera contra el viento. De esta manera se está dando lugar a hábitats muy particulares que se han denominado “ecosistemas solares”.
La técnica usada para cuantificar los efectos sobre el ambiente del desierto fue la DPSIR: “Conducción-Presión-Estado-Impacto-Respuesta”, recomendada por la Agencia Europea de Medio Ambiente. En ella se toman en cuenta 58 variables y se combina con el método de entropía a fin de asignar a cada uno de los indicadores un peso de relevancia.
Los resultados obtenidos fueron inobjetables pues muestran que las superficies que estaban bajo los módulos fotovoltaicos tuvieron una puntuación de 0,4507 la cual se calificó como “buena”. Entretanto, el área considerada de transición y la descubierta tuvieron una puntuación de 0,2506 y 0,2458, respectivamente, y cuya clasificación fue “pobre”. Es decir, el microclima creado bajo los módulos fotovoltaicos hace al suelo casi el doble de fértil, indicó el estudio.
Con información de Noticias Ambientales, Ecoticias, Wega Energy y News Week Español
Fotos cortesía de CGTN y Xinhua
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