Las proyecciones de modelos climáticos y de cultivos de última generación, subestiman el impacto social y económico de las malas cosechas simultáneas (pérdida y/o bajo rendimiento de los cutivos) en diversas regiones agrícolas del mundo.
Así lo evidencia un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, y la Universidad Humboldt de Berlín, Alemania, quienes advierten sobre la amenaza que representa la crisis climática para la seguridad alimentaria mundial.
Olas de calor, sequías y fuertes precipitaciones entre otros fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes e intensos debido al calentamiento global, ponen en riesgo a la agricultura, al provocar malas cosechas al mismo tiempo en varias zonas, afectando la producción mundial de alimentos, las cadenas de suministros globales, la infraestructura, los medios de vidas de las comunidades, la estabilidad de precios y la lucha contra hambruna.
Luego de analizar los datos meteorológicos y los modelos climáticos de 1960 a 2014; así como de realizar proyecciones para el período 2045 – 2099, los autores señalan que es cada vez mayor la probabilidad de se produzcan, al mismo tiempo, pérdidas de cosechas o bajo rendimiento de cultivos en las principales regiones agrícolas del planeta.
Rendimiento de cultivos de ha reducido 7%
El impacto del «jet-stream» o corriente en chorro, las cuales determinan las condiciones meteorológicas, fue lo primero que examinaron los investigadores, particularmente en las principales regiones cerealeras del mundo.
La corriente en chorro o «jet stream» es un canal o banda de fuertes vientos en los niveles superiores de la atmósfera, a unos 9.100 metros, que discurre a unos 9-16 km sobre la superficie terrestre. El aire discurre entre 100-250 km/h con longitudes de miles de km. Se forman por la diferencia de temperatura entre los trópicos (aire muy caliente) y los polos (aire muy frío), y rodean el planeta de oeste a este.
En la investigación los científicos descubrieron que una corriente en chorro o “jet stream” con fuertes oscilaciones está generando un impacto con especial significación en regiones agrícolas clave de Norteamérica, Europa del Este y Asia Oriental, donde los rendimientos de las cosechas se han reducido hasta un 7 %.
Concluyeron, además, que si bien los modelos informáticos predictivos de última generación simulan con eficiencia el movimiento de las corrientes de aire en la atmósfera, los datos no reflejan el riesgo real de la magnitud de los fenómenos extremos resultantes de una corriente en chorro o “jet stream” con fuertes oscilaciones . Kai Kornhuber, autor principal del estudio, hace referencia a la crisis alimentaria que se produjo en 2010, cuando las fluctuaciones de la corriente en chorro tuvieron relación tanto con el calor extremo en partes de Rusia como con las inundaciones devastadoras en Pakistán, que dañaron los cultivos.
Producción de alimentos, emisiones y cambio climático
Por otra parte, los autores señalan que “la producción de alimentos es una de las principales causas de las emisiones de gases de efecto invernadero, por lo tanto, del calentamiento global y, al mismo tiempo, está sumamente expuesta a sus consecuencias.
Impacto que podría ser mayor en las regiones dependientes de las importaciones y un sistema alimentario más vulnerable, a merced los eventos climáticos extremos y la subida de precios.
«El alimentario debe adaptarse, en su conjunto, al cambio climático. Las nuevas y mejores variedades del cultivo pueden ayudar, sobre todo si toman en cuenta las necesidades de los pequeños agricultores más vulnerables», precisa Kai Kornhuber.
Sin embargo, en el artículo que recoge los resultados del estudio, los investigadores advierten que la adaptación de la agricultura es solo la mitad de la solución frente a un escenario que pronostica de que se produzcan fenómenos extremos y simultáneos con más frecuencia e intensidad. «Si el equilibrio entre buenas y malas cosechas ya no puede darse por sentado, será necesaria una amplia cartera de acciones complementarias para mantener un suministro estable de alimentos», destacan.
Reconsiderar políticas de comercio y reservas de alimentos
Los resultados del estudio es una «llamada de atención» de acuerdo a lo expresado por Kornhuber. “Alerta sobre nuestras incertidumbres relacionadas con el impacto del cambio climático en el sector alimentación. Debemos prepararnos para este tipo de riesgos climáticos complejos, que los modelos actuales parecieran subestimar”.
Para el autor principal del trabajo científico, “es necesario reconsiderar las políticas sobre comercio y reservas de alimentos, en un mundo con mayor riesgo de pérdidas simultáneas de cosechas”.
Resalta la importancia de «reforzar las redes de almacenamiento y comercio de alimentos para reducir el riesgo; así como crear mejores condiciones para ayudar en emergencias alimentarias», indica Kai Kornhuber.
Con información de Nature y El Observador
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