En los últimos años ha cobrado importancia el retomar la agricultura a pequeña escala para erradicar el hambre en el mundo y avanzar hacia la seguridad alimentaria. Una propuesta que ha cobrado fuerza ante las complejas y difíciles circunstancias provocadas por la Pandemia del Covid 19, y ha sido impulsada desde mucho antes por la Organización de Naciones Unidas, a través de la FAO, y expertos independientes de varias partes del planeta.
Si bien la agricultura a pequeña escala se considera clave para hacer frente a esta situación se enfrenta, en una lucha desigual, a factores característicos del modelo agroindustrial: la compra de grandes extensiones de tierras en los países de menos recursos por parte de las multinacionales; las grandes distancias que deben recorrer las frutas, los vegetales, las hortalizas y las verduras para llegar a los expendios, así como el uso de agroquímicos y la producción de alimentos transgénicos, entre otros.
En contraposición, la agricultura ecológica y local favorece la igualdad de acceso a los recursos y contribuye con la mitigación del cambio climático.
Retomar la agricultura a pequeña escala
Con la modernidad, la tradicional agricultura a pequeña escala se ha perdido. Conucos, huertos y sembradíos pequeños han sido reemplazados por extensiones de pasto, supermercados, centros comerciales y estacionamientos. La gente renunció a la jardinería y pequeños cultivos, para depender completamente de los alimentos producidos comercialmente en grandes cantidades. Irónica y tristemente, al mismo tiempo más de 800 millones de personas sufren hambre en el mundo.
Ante esta realidad, la Organización de Naciones Unidas ha señalado que una de las claves para revertir esta situación es precisamente la agricultura a pequeña escala. La Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo ha asegurado para avanzar hacia la erradicación del hambre en el mundo es necesario cambiar del modelo de agricultura industrial a uno basado en el desarrollo rural, donde el protagonismo lo tenga la agricultura ecológica y local.
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), este modelo debe dar prioridad a los pequeños agricultores, reforzar la recuperación de métodos de cultivo tradicionales y promover la venta en mercados locales. La propuesta, apoyada por decenas de expertos independientes, está contenida en el informe Despertar antes de que sea demasiado tarde, presentado en 2013. Allí se señalaba la necesidad de recompensar y apoyar a los agricultores pequeños por su tarea de preservación de las fuentes de agua, el suelo, los paisajes y la biodiversidad; y dejar de estimular las grandes producciones de monocultivo, destinadas a la exportación y que dependen de suministros externos.
Hacia la seguridad alimentaria
Reimpulsar la agricultura a pequeña escala, con miras a aumentar la productividad agrícola, la producción alimentaria sostenible y garantizar la demanda futura, implica dar un giro de 180 grados en la industria y en la política comercial internacional. Es decir, un profundo cambio en el sistema agroalimentario mundial.
Las grandes empresas agrícolas trabajan con un pequeño grupo de personas para producir la mayoría de los alimentos. Emplean semillas modificadas, pesticidas y productos químicos, trayendo más contaminación, agotamiento de los recursos y del suelo.
En ese sentido, debe reconsiderarse el rol que desempeñan los pequeños agricultores, muchos de ellos mujeres, en la seguridad alimentaria local y mundial; así como priorizar la inversión en la agricultura a pequeña escala para favorecer la seguridad alimentaria y la nutrición.
Los pequeños agricultores, además de ser inversionistas principales en su propio cultivo, la actividad que realizan trae otros beneficios a sus localidades: genera fuentes de trabajo, contribuye a la reducción de pobreza y fortalece el uso sostenible de los recursos naturales. Expertos aseguran que promover la agricultura a pequeña escala favorecería la igualdad de acceso a los recursos y la mitigación del cambio climático.
Vitales pero vulnerables
Las mujeres y hombres que trabajan la agricultura a pequeña escala son fundamentales para alimentar a la población rural y urbana, en muchas partes del mundo. Una referencia la constituyen los sistemas alimentarios en los que predominan los pequeños cultivos, que producen más del 70 % de los alimentos, en América Latina, África Subsahariana y Asia Meridional y Oriental. Por otro lado, los pequeños cultivos son fundamentales para mantener la diversidad nutricional.
El pequeño agricultor ha sido «la columna vertebral de los medios de vida rurales y de la producción de alimentos durante milenios». Es una figura clave y particularmente vulnerable al mismo tiempo. Están sometidos a grandes presiones debido a la degradación de los suelos, la inseguridad en la tenencia de las tierras y un sistema agroalimentario globalizado que favorece un “sistema de negocios concentrado, a gran escala y altamente mecanizado”
También deben afrontar, continuamente, dificultades como el acceso a insumos necesarios para cultivar, a las semillas y el traslado de sus productos a los mercados para la venta. Suelen perder beneficios y ven reducidos sus ingresos debido a falta de información y de poder de negociación.
Fresca y orgánica
Debido a la forma actual de acceder a los alimentos, entre la cosecha y disponibilidad para los consumidores transcurren entre dos a cuatro semanas. Por lo que conseguir comida fresca es casi imposible para una buena parte de las personas. Adicionalmente, por este mismo proceso, en muchas ocasiones las frutas y verduras son tratadas con productos químicos para extender su tiempo de vida.
En cuanto a los alimentos orgánicos, si bien ofrecen mayor valor nutricional y beneficios para la salud, su porcentaje de disponibilidad suele ser muy bajo, y pueden llegar a tener altos costos.
Una buena opción es preferir el consumo de alimentos de temporada, producidos localmente, mediante la agricultura a pequeña escala. Pero, la manera ideal de conseguir alimentos frescos y orgánicos es cultivándolos o adquiriéndolos directamente.
La mayoría desconoce el origen de los vegetales y frutas, así como el proceso que sufren desde la cosecha hasta su compra y consumo. En cambio, si se cultivan los alimentos, o se adquieren directamente del productor, se pueden conocer los ciclos de cultivo, producción y cosecha.
La agricultura a pequeña escala es una práctica ecológica y sustentable que permite al ser humano, trabajar con la naturaleza y no contra ella. Tan solo producir directamente un 10% de los alimentos que se consumen en los hogares, contribuiría a reducir de forma drástica el impacto sobre el planeta. En el mundo post pandemia Covid 19, el trabajo de los pequeños agricultores puede coadyuvar a crear sistemas alimentarios resilientes.
Con información de FAO, Vía Orgánica, IFAD y Ecoinventos
No te pierdas
> Cómo sumarnos a la lucha contra la deforestación
> Cultivar en los techos con la primera teja hidropónica del mundo
> Compost casero: Pasos básicos para elaborar abono orgánico
> Cómo hacer un pequeño huerto en una ventana de tu casa
> Cultivar plantas medicinales en casa