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O’Leary, el hombre tras el edecán y el cronista

por Haiman El Troudi
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Desde su llegada a la ciudad de Angostura, en marzo de 1818, el irlandés Daniel Florencio O´Leary comenzó a reunir datos y documentos que tuviesen relación con la guerra de independencia venezolana y con la vida de Simón Bolívar, a quien en sus memorias llamó el “hombre extraordinario que la dirigía”.

Quiso el destino que ese muchacho de 15 años madurara junto al Libertador, de quien fue primer edecán, defensor del archivo personal y gran cronista de su gran gesta emancipadora.

Sobre su personalidad, Bolívar quien lo consideró un amado amigo, escribió: “…Tiene en sus modales, más que en el carácter, una dulzura, una suavidad que lo hace parecer afeminado; pero ¡qué engañoso es aquel aire dulce y bondadoso! Es el áspid escondido entre las flores, desgraciado del que lo toque. Su odio es profundo y permanente. Le sobran conocimientos generales sobre varias materias. Tiene memoria, facilidad y talento…”

Casi un año después de la muerte del Libertador, O´Leary garantizó que defendería sus memorias y que se suscribiría “con gusto a la opinión pública que le ha designado como un grande hombre”, en una carta enviada al general Carlos Soublette desde Kingston, Jamaica, donde inició la organización del archivo de Bolívar correspondiente a los años 1819-1830, del cual era albacea.

Herencia de grandeza

Daniel Florencio O´Leary Burke nació en una familia irlandesa con herencia de grandeza. Su mamá, Catalina Burke, era familia de Edmund Burke, reconocido estadista, filósofo, político y escritor. Su papá, Jeremías O’Leary, le aportó el parentesco con el capuchino Arthur O´Leary, un eminente predicador y escritor de temas religiosos.

Su nacimiento fue en la hermosa bahía de Cork, ubicada al sur de Irlanda, en 1802, un año después que el régimen inglés impusiera el Acta de la Unión, una vez eliminado el antiguo parlamento irlandés, y mediante la cual incorporaba totalmente Irlanda a Inglaterra.

De niño las conversaciones en su entorno eran sobre el movimiento de insurrección de Irlanda contra Inglaterra y el dominio de Napoleón en Europa. Por ello no dejaba de escuchar los nombres de Daniel O´Connell, Napoleón Bonaparte y el duque de Wellington.

El primero, fundador del nacionalismo irlandés, era amigo cercano de los O´Leary-Burke, cuya causa compartían. El niño Daniel Florencio escuchaba las historias de su lucha por la libertad con mucha atención. Se afirma que O´Connell fue para él lo que Simón Rodríguez fue para Bolívar. En cuanto a Bonaparte, pasó de conquistador a derrotado en la Batalla de Waterloo por otro irlandés histórico: el capitán, Arthur Wellesley, posterior duque de Wellington.

Militar a los 15 años

Daniel O´Connell

La madre de O´Leary creía que sería clérigo. El padre estaba seguro de su inclinación militar. Y en efecto, a los 15 años, culminada su esmerada educación inicial, asume la carrera de las armas, que lo trajo a la entonces capitanía general de Venezuela, donde conoció a un personaje al que en Europa llamaban solo Bolívar. De éste decían que sublevó a las gentes de las colonias españolas en América y, además, contaba con Daniel O´Connell entre sus admiradores.

Esto fue posible porque, cuando Luis López Méndez, por encargo del Libertador buscó en Gran Bretaña voluntarios para luchar en pro de la independencia venezolana, muchos de quienes participaron en la guerra contra Napoleón se enlistaron para salir de la miseria en la cual quedaron, pese a haber salido victoriosos.

El aun adolescente O´Leary llegó a Angostura como parte de la Legión Británica, con el grado de Alférez de los Húsares Rojos, cuerpo del cual pidió su separación pocos meses más tarde, cuando supo que, en Apure, el coronel Henry Wilson pretendió desconocer al Libertador para reconocer como jefe a José Antonio Páez.

De vuelta en Angostura, fue designado a un batallón criollo al mando de José Antonio Anzoátegui. Por fin conoció a Simón Bolívar, episodio del cual afirmó: “me recibió con benevolencia y aprobó mi conducta”, quizás en referencia a su acto de lealtad.

A las órdenes directas del Libertador

La primera herida de guerra de Daniel Florencio O´Leary fue en la frente, durante la batalla del Pantano de Vargas en julio de 1819. Cuatro meses antes participó en la batalla del Trapiche de la Gamarra, donde fue ascendido a capitán, grado que ya ostentaba en sus juegos de niño. Pero no fue sino hasta los primeros meses de 1820, cuando pasó a las órdenes directas del Libertador.

De su experiencia durante 1819, merece especial mención el descarnado relato del paso de los Andes, durante la Campaña de Nueva Granada. “Aquella noche fue más horrible que las anteriores, y aunque el campamento estaba más abrigado y era menos frecuente la lluvia, perecieron muchos soldados a causa de sus sufrimientos y privaciones…” fue parte de su crónica, evidencia de esta sacrificada hazaña de Simón Bolívar.

El ascenso a teniente coronel le fue conferido a O´Leary por el general Antonio José de Sucre tras finalizar la batalla de Pichincha, que selló la liberación de Ecuador y que arriba a su bicentenario este 2022. También participó en la batalla de Carabobo (1821), derrota española que valió la libertad de Venezuela. El irlandés ganó el grado de General de Brigada por su valerosa actuación durante la batalla de Tarqui, en 1829.

Testigo del armisticio

O´Leary fue testigo, en 1820, de las negociaciones de Armisticio y Regularización de la Guerra entre Simón Bolívar y Pablo Morillo por haber sido designado como secretario del general Antonio José de Sucre para esta tarea. De hecho, fue el encargado de llevar personalmente los pliegos referidos al armisticio al mismo Morillo.

Al irlandés corresponde la crónica según la cual Pablo Morillo expresó mucha sorpresa cuando al preguntar quién era el Libertador, O´Leary se lo señaló. “¿Cómo, aquél hombre pequeño de levita azul, con gorra de campaña y montado en una mula?”, fue la reacción del español.

Historiadores afirman que el armisticio fue una suerte de primera misión diplomática del edecán, pues el Libertador lo envió a tareas de esta índole en varias oportunidades. En una de ellas fracasó y perdió la confianza del jefe. Fue cuando se le encargó dialogar con Páez una vez que Valencia y Caracas, dispusieron que asumiera el mando y separara a Venezuela de Colombia.

El primer edecán hizo lo contrario a lo indicado al identificar más su sentir contra Páez con las recomendaciones del vicepresidente Santander. Pero volvió a su cargo, gracias a la defensa del Libertador durante su ausencia de Bogotá y en especial a la suerte de piscología inversa que usó con la publicación de las veinticuatro razones por qué se debe admitir la renuncia que hace el general Bolívar de la presidencia de la República, que logró convencer a los legisladores de rechazar tal decisión.

Simón Bolívar O´Leary

Batalla de Pichincha.

El que Daniel Florencio llamara a su primer hijo varón Simón Bolívar, es otra muestra del entrañable respeto y afecto por el Libertador. O´Leary se casó a los 26 años con Soledad Soublette, hermana del general Carlos Soublette, en 1828, con quien procreó otros ocho hijos: Soledad, la mayor; Bolivia, Carlos, Ana, Carolina, Arturo, Daniel y Oscar.

Soledad, de quien dice la historia nació con la superioridad del talento y la hermosura, era cuatro años menor que él. Su amor y compenetración como pareja queda en evidencia por las confidencias que el esposo hacía a la esposa mediante la correspondencia.

Pero en algunas de estas misivas, se revela que el valiente, sincero, honesto, fuerte, hábil, astuto y perspicaz O´Leary, también era celoso. “Ya sabes que soy tu mejor amigo y que solo una falta de tu parte me haría cesar de amarte”, “…No creí que encontraras tanta diversión estando yo ausente”, “… te vuelvo a prohibir que admitas visitas por ningún pretexto”, son algunas muestras de lo posesivo que era. No obstante, solo la muerte los separó.

En el entierro del Libertador

Aunque no llegó a tiempo para ver al Libertador aún con vida el 17 de diciembre de 1830, O´Leary pudo participar en su entierro. Pocos meses más tarde tuvo una infructuosa incursión con el general Mariano Montilla contra el gobierno, luego de lo cual se ocupó en misiones diplomáticas en el exterior.

En 1834, año en el que visitó su natal Cork tras 17 años de ausencia, fue nombrado secretario del encargado plenipotenciario en Europa, General Mariano Montilla, funciones en las que pasó seis años en países como España, Francia, Inglaterra y los Estados Pontificios.

A lo largo de casi 25 años, el irlandés que llegó a Venezuela para quedarse, se dedicó a narrar los peligros, angustias, éxitos, derrotas y alegrías que vivió junto al Libertador durante toda una década, al tiempo de acopiar centenares de documentos probatorios de hazañas y decisiones. Escribió sus memorias en tres grandes volúmenes. En otros 29 publicó los valiosos documentos. Así salvó dos lustros de historia venezolana de la manipulación y la tergiversación.

Víctima de una apoplejía, O´Leary murió en Bogotá, el 24 de febrero de 1854. En su testamento fue muy claro al estipular que encomendaba a la custodia de todos los documentos del Libertador a sus hijos Simón Bolívar y Carlos, a quienes les prohibió que “los publiquen o lean a nadie antes del año 1860”. Sus restos mortales descansan junto a su venerado jefe, en el Panteón Nacional, a donde fueron trasladados con grandes honores en 1882.

 

Fuentes:

RUMAZO GONZÁLEZ ALFONSO: 8 Grandes Biografías, Daniel Florencio O´Leary. Tomo II. Cumaná, 2001

O´LEARY DANIEL FLORENCIO: Memorias, Caracas.1981.

Blog Venezuela e Historia

Fotos cortesía de Papeles de Historia Venezuela, MinCi, Globovisión y Con el Mazo Dando.


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