Antonio Lauro fue el más destacado guitarrista y compositor de valses venezolano del siglo XX. Su extraordinaria trayectoria le llevó a ser llamado el genio de las cuerdas y a alcanzar trascendencia universal.
Junto a su amigo Alirio Díaz y la pianista Teresa Carreño, está entre los más reconocidos músicos de Venezuela de todos los tiempos. Su repertorio se aprecia en varios conservatorios del mundo. También se ganó un lugar entre los principales maestros latinoamericanos de la guitarra clásica. Por sus valses, el guitarrista australiano John Williams llegó a clasificarlo como el “Strauss de la guitarra”.
Además de su repertorio para guitarra clásica, que trascendió las fronteras de nuestro país, compuso otras obras que incluyen música de cámara y poemas sinfónicos. Entre las más populares están: Cantaclaro, Misterio de navidad, Giros Negroides, Concierto para guitarra y orquesta, y Natalia.
Músico, interprete, maestro, cantante, Antonio Lauro hacía todo bien. Fue además uno de los compositores con mayor presencia de lo afirmativo venezolano en su obra. Por ello, en 1985, recibió el Premio Nacional de Música, entre otros muchos reconocimientos.
El vals marcó su vida

Ciudad Bolívar.
Nació el 3 de agosto de 1917 en Ciudad Bolívar. Los acordes del vals marcaron a Antonio Lauro Cutroneo desde que vio la luz, pues su padre, el barbero y músico aficionado Antonio Lauro Ventura, compuso en honor a su nacimiento la pieza Mi primogénito. Tenía tan solo cinco años de edad cuando murió su progenitor y su familia se vio obligada a mudarse a Caracas.
Una tierra de oportunidades musicales fue la capital para el joven Antonio. A temprana edad y con el piano de la casa de sus abuelos se inició en su vocación. En 1931, a pesar de la oposición familiar, ingresó en la Escuela de Música y Declamación (hoy Escuela Superior de Música José Ángel Lamas). Comenzó a estudiar bajo la instrucción de Juan Bautista Plaza, Salvador Llamozas y Raúl Borges, y cursó composición, teoría y solfeo con Vicente Emilio Sojo.
Cambió el piano por el instrumento de cuerdas que lo acompañaría durante toda su vida, por la influencia que ejercieron en él, Agustín Barrios Mangoré, músico paraguayo, y la cátedra de guitarra de Raúl Borges. En 1947 obtuvo en esa escuela el grado de Maestro Compositor, con un movimiento de su pieza Cantaclaro, un poema sinfónico basado en la novela homónima del escritor venezolano Rómulo Gallegos.
De los 22 discípulos de Vicente Emilio Sojo, Antonio Lauro es el único que alcanzó reconocimiento universal por sus composiciones para la guitarra. Obras incorporadas hoy en día como referencia en el repertorio de los grandes intérpretes de este instrumento en el mundo.
Versátil y talentoso músico

Alirio Díaz, John Williams (Australia) y Antonio Lauro. Sala Cantv de Caracas, 1976. Foto Cortesía Fundación Alirio Díaz.
El músico Antonio Lauro se desarrolló como compositor, arreglista y autor de transcripciones. Fue un guitarrista de primera línea, percusionista y cantante de rango vocal bajo-barítono. Incluso fue pionero en la radiodifusión venezolana en la década de 1930, como músico y talento vivo en la antigua Broadcasting Caracas y Ondas del Lago en Maracaibo. Gracias ello, llevó por nuevos caminos la pertenencia profunda de la música tradicional venezolana.
También ejerció como maestro y director de coro. Formó parte de agrupaciones de música académica y de música popular venezolana (Orfeón Lamas). Con Manuel Enrique Pérez Díaz, Eduardo Serrano y Marco Tulio Maristany, formó el grupo “Los Cantores del Trópico” en 1935. Agrupación que le permitió ganarse la vida como músico y viajar por América Latina. Desde entonces comenzaba a destacar como compositor y arreglista. Se estrenó como cantante solista, en julio de 1954, junto a la Orquesta Sinfónica de Venezuela en el Teatro Municipal de Caracas.

Antonio Lauro, Alirio Díaz y Rodrigo Riera. Encuentro Nacional de Guitarra. Táchira, 1982. Foto Cortesía Fundación Alirio Díaz.
A su trayectoria como compositor suma una constante labor en el campo de la pedagogía musical y la promoción cultural. Destacan de esa faceta la fundación de la coral Madrigalistas de la Radio Nacional y su aporte a la sistematización de los estudios académicos.
Fue fundador Trío Raúl Borges con Flaminia Montenegro de Sola y Antonio Ochoa. Desde 1970 hasta su muerte en Caracas en 1986, Antonio Lauro trabajó como intérprete de su obra, docente y compositor.
Productivo destierro
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En medio de la dura década de 1950, Antonio Lauro fue aprehendido y obligado al destierro por el gobierno de Marcos Pérez Jiménez. El tiempo de castigo fuera de su país, fue muy productivo para su impulso creador. Durante esos años compuso la Sonata para guitarra y la Suite Venezuela para orquesta.
A las que siguieron una serie de valses inspirados en las mujeres de su vida: su madre Armida, su hija Natalia y su esposa María Luisa. También compuso Carora, dedicado a sus dos hijos varones y al amigo y mejor intérprete de su música, Alirio Díaz. El difícil trance le permitió vivir los mejores años de su vida, y comenzó a ser tomado en cuenta a nivel internacional.
De nuevo libre y en su país, Antonio Lauro se dedicó más a la docencia de su cátedra de guitarra en la Casa de la Cultura Popular, mientras recibía pensión de jubilación del Ministerio de Educación por su trabajo como maestro de música. Además, participó como barítono en obras como La cantata criolla de Antonio Estévez, Tirano Aguirre de Evencio Castellanos, y Misa en Re mayor de José Ángel Lamas.
Los valses para guitarra de Antonio Lauro
Lauro es considerado como “el más hábil constructor de valses venezolanos, y uno de los más inspirados”. Todos sus valses fueron escritos para la guitarra, instrumento del que fue un virtuoso y su medio de expresión musical. En colaboración con su compañero de escuela y amigo, el guitarrista Alirio Díaz, produjo de obras que son escuchadas en todo el mundo.
La melodía en la obra de Antonio Lauro “surge fluida y espontánea, para seguir su propio curso hasta desbordarse en un romanticismo elegante y sentimental. A éste guayanés le corresponde el mérito de haber llevado el vals venezolano a las más importantes salas de concierto de todo el mundo. Sus obras escritas para la guitarra y en especial sus valses, forman parte del repertorio de todos los guitarristas destacados del Siglo XX”.
Un total de 16 valses fueron los compuestos por Antonio Lauro, incluyendo dos estudios. Estos son: Momoti; Vals venezolano Nº 1 y 2; Yacambú o Vals venezolano N°4; María Luisa; El marabino; Angostura; Carora; El niño; María Carolina; La gatica; La negra; y los estudios Petronila y El negrito. Y por supuesto su vals más famoso, Natalia o Vals Nº 3, muy utilizado en concursos de guitarra.
Más composiciones
Por toda su obra, Antonio Lauro está entre los principales maestros latinoamericanos de la guitarra clásica. Destaca especialmente el Concierto para guitarra y orquesta, de 1956, con el que conquistó ese año el Premio Nacional de Composición.
Además de sus valses, Lauro compuso destacadas obras para guitarra: Merengue (1940); Canciones infantiles y Fuga a dos voces (1944); Pavana al estilo de los vihuelistas (1948); y Suite venezolana (1952). Morenita y El cucarachero son dos joropos que están entre sus composiciones de música de cámara; así como el Cuarteto para cuerdas y Quinteto para instrumentos de viento. También 13 canciones para barítono y órgano, obras para piano, arpa y para coro a capela como Cinco madrigales.
Desde sus inicios, tanto el motivo como la forma y el lenguaje musical de sus composiciones, mostraron su vocación por exaltar los valores propios de lo afirmativo venezolano. Canta Claro, La Copla Errante y Corrido y Contrapunteo, sus obras más emblemáticas, lo confirman.
Su dedicación a las formas musicales características de Venezuela se evidencia en Una sombra entre las sombras; Misterio de navidad, inspirada en los aguinaldos de los compositores venezolanos del Siglo XIX; Giros negroides; Saranmanmulé; Noche de San Juan; Seis por derecho al estilo del arpa llanera y Merecure.
Inigualable e inspirador sonido

Antonio Lauro y su esposa María Luisa Contreras
La música de Antonio Lauro renovó el interés en el vals, pero con acento venezolano, “adaptándolo a un instrumento no muy conocido o respetado. Con un profundo dominio estético y personal del lenguaje musical, dotó a la guitarra de un impresionante repertorio”.
Destaca en su trabajo el sonido politonal que expresa su instrumento. Lauro desarrolló la capacidad de tocar la guitarra en dos tonalidades diferentes en una misma composición musical, “logrando con ello un sonido unificado y distintivo. Es esa su inspiración inconfundible, el sello de autor que distingue de manera especial a sus piezas”.
Otro aspecto que distingue la obra de este insigne guayanés es que siempre conservó los acordes de Venezuela, en especial los de los grandes ríos que surcan la tierra que lo vio nacer, sus imponentes tepuyes y la fuerza telúrica de la Gran Sabana. Volcó en su música el inmenso amor que le profesaba.
Una vida de reconocimientos
Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero no es el caso de Antonio Lauro, quien recibió varios homenajes en Venezuela, no solo en el mundo. Entre ellos destaca la declaración de Hijo Ilustre de su ciudad natal, Ciudad Bolívar, en 1977.
Le fue otorgado el Premio Vicente Emilio Sojo en sus ediciones de 1948, 1955 y 1957. El Premio Oficial de Música en los años 1947, 1948 y 1950, y el Premio Casa de las Américas en Cuba, en 1978.
La reputación de Lauro como valorado compositor de música para guitarra se consolida luego de que artistas de la talla del español Andrés Segovia, el australiano John Williams, el estadounidense Melchior Lorimer, el venezolano Alirio Díaz y el brasileño Narciso Yépez, incorporaron sus piezas musicales en sus repertorios habituales de conciertos. Incluso en la reconocida Juilliard School of Drama and Music de Nueva York, exigen interpretar alguna obra del músico venezolano para ingresar en la Maestría en Guitarra Clásica.
En honor a su memoria y a su trabajo docente en la institución, el Conservatorio Nacional de Música Juan José Landaeta colocó su nombre en la Cátedra de guitarra. Cuando Antonio Lauro falleció en Caracas, el 18 de abril de 1986, a los 69 años de edad, seguía trabajando en la obra a la que ofrendó su vida. Tan solo un año antes había sido reconocido con el Premio Nacional de Música.
Con información de Venezuela Sinfónica, Venezolanos Ilustres, Revista Musical Chilena y Ecured.
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