En medio del vibrante contexto urbano de Caño Amarillo, en Caracas, se esconde una casa centenaria con aires europeos, la Villa Santa Inés. Esta sorprendente edificación de estilo afrancesado cuenta con una historia igual de extraordinaria. Su construcción fue solicitada por Joaquín Crespo a finales del siglo XIX, en homenaje al recuerdo de Ezequiel Zamora, de allí su nombre, que hace referencia a la más grande victoria del general, la Batalla de Santa Inés, una de las acciones militares más importantes de la Guerra Federal.
La estructura es una síntesis de los valores conceptuales, estilísticos y arquitectónicos de las construcciones de finales de 1800, y marcó la introducción en Caracas del modelo de la villa europea en Caracas. Rodeada de cuidados jardines y gran lujo, aspiraba a reflejar la distinción de quien la habitaba. Con sus más de 130 años de vida, esta casa que da entrada a la populosa parroquia 23 de Enero y profusamente ornamentada, permanece firme contrastando en el contexto urbano donde se ubica.
Ha tenido muchos usos. Pasó de ser una mansión residencial a despacho presidencial, sede de la Compañía del Gran Ferrocarril de Venezuela, de la Cartografía Nacional y Militar y, por último, sede del Instituto del Patrimonio Cultural, un fin al que parecía haber sido destinada.
La Villa Santa Inés fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1970, por evidenciar valores históricos y artísticos del siglo XIX, que han persistido con el pasar del tiempo. En sus mágicos espacios se aprecian los vestigios del impacto de las tendencias academicistas de finales de siglo, que fusionan arte y arquitectura. Elementos como sus elaborados ornamentos neobarrocos, balaustradas, capiteles, mascarones y, por supuesto, los plafones o grandes obras del famoso pintor venezolano Herrera Toro, dan cuenta de ello.
En recuerdo de la batalla de Santa Inés
La Villa Santa Inés fue mandada a construir por Joaquín Crespo como residencia, a finales del siglo XIX, en homenaje al recuerdo del general Ezequiel Zamora y a la más resonante de sus victorias, la Batalla de Santa Inés, acción militar librada en Barinas a finales de 1859, y una de las acciones determinantes de la Guerra Federal.
Su construcción inició en 1884, año en el que Crespo fue nombrado Presidente de la República. Es un ejemplo significativo de la arquitectura venezolana de finales del siglo XIX. Fue concebida como una residencia de gran lujo y suntuosidad, de estilo villa europea.
Está integrada por un volumen aislado de planta rectangular de dos niveles, rodeado de jardines. Presenta formas neoclásicas y un porche semicircular frontal, delimitado por columnas. Además, tiene un patio interno de forma elíptica que organiza los espacios. Pensada inicialmente en una planta de composición elemental y simetría axial, se fue ampliando hasta alcanzar una imagen de gran lujo y suntuosidad. Sus fachadas están compuestas por ventanas altas con arcos rebajados, rejas de hierro forjado y elementos decorativos neobarrocos: balaustradas, capiteles y mascarones, entre otros.
Para su edificación se emplearon diversas técnicas constructivas. Los muros internos y algunas fachadas se realizaron en tapia, con rafas de mampostería mixta en sus nodos como elemento de reforzamiento estructural. Por otra parte, los muros perimetrales de la exedra y de la fachada principal hacia el oeste, son de ladrillo cocido. En cambio, los muros del sótano son de piedra y las columnas de madera revestida con ladrillo.
Evolución de la edificación
Desde su construcción, la Villa Santa Inés ha pasado por varias modificaciones e intervenciones. Una de las más importantes se hizo a partir de la década de 1890, durante el segundo período presidencial de Joaquín Crespo, con el fin de ubicar en ella el despacho presidencial. El proyecto y dirección, a cargo del maestro de obra catalán Juan Bautista Sales y Ferrer, enriqueció la imagen formal del inmueble con el empleo de acentos decorativos neobarrocos.
Además, se comenzó entonces, hacia el lado oeste de la villa, el Arco de Triunfo que quedó inconcluso. El arco conmemorativo de la Independencia, inspirado en el Arco Monumental de la Exposición Universal de Barcelona, tiene relieves en piedra (los cuales se cree son de Hererra Toro); así como una suntuosa ornamentación en elementos vegetales. Lamentablemente, solo alcanzaron a desarrollar los dos amplios pilares. Este arco había sido planificado conjuntamente a un bulevar Santa Inés, y hubiese servido de acceso peatonal al despacho del Presidente Joaquín Crespo.
También se incorporaron en ese momento las rejas de hierro forjado que acompañan las fachadas perimetrales, las cuales intercalan elementos ornamentales florares de bronce, realizados por la compañía alemana Ed. Puls de Berlín. La fachada exterior remata con dos grandes y sofisticadas luminarias en forma de antorcha y de musas portadoras de luz, propias del estilo art-nouveau de finales de siglo. Un gran monograma con las iniciales de Joaquín Crespo, labradas en suntuosa grafía (J.C) completa a ambos lados la reja principal.
En las últimas dos décadas del siglo XIX, se crearon en La Villa nuevas áreas y espacios, y se añadieron otros elementos decorativos. Se desarrolló una amplia caballeriza en la parte posterior, una garita o cocina con puente de hierro hacia el lateral este, una capilla hacia el noroeste, y se instaló una escalera hacia el sótano.
Edificación con historia
Esta mágica edificación se levantó en un lote de 3 mil 820 metros cuadrados de antiguas haciendas coloniales. Se incorporaron entonces a la zona urbana de Caracas espacios que paulatinamente iban tomando un mayor desarrollo hacia el oeste de la ciudad.
Joaquín Crespo gobernó desde la Villa Santa Inés hasta su muerte. La espaciosa y sencilla residencia particular se construyó al frente de la estación de ferrocarril La Guaira – Caracas, en el sector de Caño Amarillo. Después de su intempestiva muerte, en abril de 1898, ultimado por un francotirador en La Mata Carmelera, la edificación pasó a ser residencia de la familia Crespo nuevamente. En 1907, la viuda del general, doña Jacinta, decidió venderla a la Compañía del Gran Ferrocarril de Venezuela, y se instaló allí su oficina principal.
Posteriormente, en 1944, los bienes de la compañía, incluyendo la Villa, fueron traspasados a la nación. Entonces alojó a las oficinas de Cartografía Nacional. Las Fuerzas Armadas Nacionales instalaron allí las oficinas de Cartografía Militar en 1955. Luego, en la década de 1960, la edificación comenzó a ser intervenida de manera desordenada y sin criterio, alterando de manera significativa su integridad y valores arquitectónicos originales.
Dada la significación y valores del inmueble, en 1970, la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nacional declara Monumento Histórico Nacional a la Villa Santa Inés, conjuntamente con el Arco Inconcluso que había sido diseñado para servir de acceso peatonal al despacho del Presidente. En 1985 las Fuerzas Armadas Nacionales entregan en donación el edificio de la Villa al Consejo Nacional de la Cultura, quien decide convertirla en la sede del Centro Nacional de Conservación y Patrimonio (CECOP) hasta que, en 1993, pasó a ser la sede del Instituto del Patrimonio Nacional.
Regresa su antiguo esplendor
Tras la instalación del Instituto del Patrimonio Cultural en la Villa Santa Inés, se preparó y ejecutó entre los años 1996 y 1999 un Proyecto de Rescate y Conservación del inmueble. Las acciones concebidas servirían como modelo de restauración y conservación de los bienes culturales de importancia patrimonial en nuestro país.
Una investigación histórica documental y constructiva proporcionó información sobre las transformaciones relativas a la edificación. Al mismo tiempo, una investigación arqueológica, permitió revelar las ocupaciones originarias en esta zona de la ciudad desde el siglo XVIII. Todas están indagaciones proporcionaron elementos que fueron considerados en las acciones de conservación. Así se recuperaron los espacios originales de la Villa, se rehabilitaron las fachadas, su policromía y elemento pétreos, así como la pavimentación de mosaicos hidráulicos, de acuerdo a modelos originales.
De igual manera, fue adecuada la edificación a los nuevos usos y se rescató la pintura mural. También intervinieron los patios exteriores, junto a un proyecto de paisajismo y relaciones espaciales, acordes al histórico inmueble.
El proyecto de restauración mantuvo presente el rescate de los valores de la edificación, y privó la concepción original del inmueble, partiendo de su imagen original y las modificaciones realizadas a finales del siglo XIX.
El arte en la Villa Santa Inés
La Villa Santa Inés destaca de manera especial porque en ella se sintetizan los valores estéticos de las construcciones academicistas de finales del siglo XIX, que integran las artes en la arquitectura. En tal sentido, los muros de la edificación fueron intervenidos con pinturas murales de inspiración pompeyana, con marcada intención neo-barroca. Estas crean efecto de profundidad y resaltan la arquitectura con su cromatismo tanto en los espacios como las obras de arte allí dispuestas.
Mientras que en los espacios protocolares se pueden apreciar aún, grandes franjas ornamentales policromadas y bandas que imitan madera laqueada en color marfil claro, bordeadas de formas vegetales. Todos estos elementos, en zócalos y cenefas, fueron ejecutados en un estilo de pintura mural ilusionista que se integra con los plafones, los grandes arcos de madera policromada, y los relieves de los marcos de puertas y ventanas.
Para complementar esa estética, y durante ese mismo período, se contrató la realización de varios plafones al artista venezolano Antonio Herrera Toro, para estos espacios adyacentes a la entrada principal. Para ello, realizó entre 1884 y 1886, cinco paneles decorativos (óleos adheridos a madera). Los títulos de las obras son: “Dama con retrato” (con retrato de Joaquín Crespo), “Dama con jarrón (o Aurora)”, “Ángeles con espigas de trigo”, “Antorcha (o La noche)”, “Ángeles”. Tres de estos plafones fueron restaurados en el 2014 por el Centro Nacional de Conservación y Restauración Patrimonial (Cencrep).
La Villa Santa Inés formó parte del período en el que Caracas daba paso a los hitos arquitectónicos y urbanísticos, que comenzarían a cambiar de manera radical el carácter de la ciudad, pasando de ser aún un exiguo centro colonial rodeado de haciendas, a un incipiente eje urbano que se desarrollaría rápidamente.
Con información de Registro de Patrimonio Cultural, IAM Venezuela, Guía CCS y Ecured
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