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Tres diferentes íconos de tres ciudades venezolanas

por Haiman El Troudi
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Tres diferentes íconos de tres ciudades venezolanas

Una cruz colonial, la monumental imagen de una virgen y una hacienda tradicional, son tres diferentes íconos de tres ciudades venezolanas. Están ubicados en espacios urbanos de regiones tan disimiles como Occidente, Los Andes y Oriente, tienen en común que representan la historia, creencias y valores de sus pueblos.

Desde los tiempos anteriores a la llegada de los españoles hasta los más contemporáneos, Venezuela construye sus íconos como referencia viva de sus valores y ciudades. Con el pasar de los años se convierten,  más que argamasa, concreto, tejas y barro, en representación de lo afirmativo venezolano.

Tres diferentes íconos de tres ciudades venezolanas

Estos espacios urbanos cuentan nuestra historia, como la Cruz de San Clemente, ubicada en Coro, estado Falcón. Un monumento que rodea y protege la cruz de madera hecha con el cují que, aseguran, presidió la primera misa realizada en Latinoamérica.

También remiten a la fe de un pueblo, expresada en su inclinación por la paz mediante el segundo monumento más alto de América, dedicado a la Virgen en Trujillo.

Y muestran momentos históricos, como la vida del siglo XIX, en un espacio sinónimo de trabajo y prosperidad para los habitantes de Boquerón: La hacienda Sarrapial. Espacio que forma parte importante de la historia de Maturín y de Venezuela.

La cruz del cují de la primera misa

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Desde la calle Zamora, una de las más emblemáticas del casco histórico de Coro, le da la bienvenida a propios y visitantes. Se trata de la Cruz de San Clemente, ubicada frente a la iglesia homónima. Se le atribuye provenir del cují bajo, con el cual se ofició la primera misa de Latinoamérica.

Tres diferentes íconos de tres ciudades venezolanasEste monumento es el más antiguo de los tres diferentes íconos de tres ciudades venezolanas, que mostramos aquí.

Esta modesta cruz guarda siglos de historia, pues se constituyó en símbolo del primer enclave de la colonización y evangelización de Venezuela y Suramérica. El sencillo madero recuerda el pacto que Juan de Ampíes selló con el cacique Manaure, líder del pueblo caquetío. Gracias a este acuerdo se fundaría, el 26 de julio de 1527, lo que sería Santa Ana de Coro.

Hoy, casi cinco siglos después, La Cruz de San Clemente, testigo omnipresente de la historia de Coro, se ha convertido en un ícono de esta importante ciudad de Venezuela.

 

Patrimonio de Venezuela y del mundo

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La cruz de madera de cují, ensamblada y barnizada, permaneció por 339 años a la intemperie. En 1866, Juan Crisóstomo Falcón ordenó construir la estructura que hoy la resguarda. Se trata de un monumento de planta cuadrada conformado por cuatro columnas. Éstas muestran decoraciones geométricas y delimitan aberturas con arcos, protegidas con rejas, que dejan ver a la cruz.

En su parte superior, hay una cornisa en la que se apoyan cuatro pináculos y una cúpula aguda, coronada por un quinto pináculo. En la base tiene dos placas en latín. La primera, rinde honor a la cruz que erigió Juan de Ampíes en 1527. La segunda, a la consagración del propio monumento “en honor al signo venerable de redención”, construido por Falcón.

Por sus valores históricos y patrimoniales, fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1960, según consta en la Gaceta Oficial N° 26.210.

La Cruz de San Clemente es un punto de partida icónico para recorrer las históricas calles empedradas del casco histórico de Coro, declarado Patrimonio Mundial en 1993, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Domina el paisaje trujillano

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Gran cantidad de visitantes acuden cada año, al espacio turístico más popular de la ciudad de Trujillo, dedicado a la que es su patrona espiritual desde 1568. El imponente Monumento a la Virgen de la Paz, que domina el paisaje de esta urbe desde la colina más alta, a 1.640 msnm. Es la llamada Peña de la Virgen, el lugar donde se dice, apareció en el año 1570.

Esta gran escultura transitable fue inaugurada el 21 de diciembre de 1983, después de 18 meses de construcción. Estuvo a cargo del escultor Manuel de la Fuente y el ingeniero Rosendo Camargo.

Su estructura fue levantada sobre un esqueleto de acero, vaciado en concreto armado. Tiene un peso total de mil 200 toneladas.

Este es, el más monumental y contemporáneo de los tres diferentes íconos de tres ciudades venezolanas, que reunimos aquí.

Monumento a la paz

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Conocido como Monumento a la Paz, es el segundo más alto de América, con una altura de 46,72 metros. El primero es el también venezolano, Manto de María Divina Pastora, ubicado en el estado Lara, que mide 47 metros de altura.

Ambas esculturas superan a otros tres diferentes íconos como el Cristo redentor de Brasil (38 metros), el Monumento José María Morelos y Pavón de México (40 metros), y la Estatua de la Libertad en Estados Unidos (46 metros).

Su interior hueco tiene escaleras con descansos, y cinco miradores a distintas alturas. Desde ellos se puede apreciar buena parte de Trujillo, así como de la Sierra Nevada de Mérida y de la Costa Sur del Lago de Maracaibo.

Los miradores están ubicados en las rodillas de la imagen, a 18 metros, la mano izquierda a 22 metros y la mano derecha, que sostiene una paloma, a 26 metros. Los más altos son los de la cintura, a 30 metros y los ojos de la Virgen, a 44 metros.

Además del monumento, en el lugar hay una pequeña iglesia, un parque para niños y espacios para venta de artesanías y recuerdos.

Hacienda Sarrapial

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El último de estos tres diferentes íconos, de tres ciudades venezolanas es la Hacienda Sarrapial. Ubicada en la ciudad de Maturín, estado Monagas, destaca como referencia de la configuración urbanística del poblado de Boquerón. Desde 1823 se ganó su lugar en la historia de la ciudad como centro generador de empleo, especialmente entre los siglos XIX y XX, cuando tuvo su mayor auge.

Su centro social es una vieja casona con estilo de fachada colonial cuya estructura, se dice, es una réplica de la casa de Simón Bolívar, en Santa Marta, Colombia.

Rodeada por una gran belleza paisajística, la hacienda guarda el fértil ecosistema de la zona de Boquerón con más de 28 especies de árboles y plantas. Entre éstos destaca la icónica sarrapia, que le da su nombre. Además, cuenta con bucares, cedros, tecas, taparas, lechosas, yagrumos, ceibas, samanes, palma africana, cambur y araguaneyes. Esta variada arboleda sostiene también una numerosa fauna autóctona.

Los terrenos de la hacienda Sarrapial, atravesados por la quebrada Las Piñas, alcanzaban 530 hectáreas de tierras. Debido a sus valores patrimoniales y el reconocimiento de la comunidad de Maturín, ha sido registrada como Bien de Interés Cultural.

Ícono de Maturín

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Sus primeros dueños fueron Epaminondas Salazar Serrano y Leovigilda Rebollo de Salazar, quienes convirtieron la hacienda en un próspero centro de trabajo para más de mil personas.

Desde sus inicios en la hacienda se hacían múltiples actividades productivas. Contaba con aserradero, fabricación de tejas y ladrillos, sembradíos de caña, trapiche, y hasta apicultura. Además, en ella se sembraban rubros como tabaco, cereal, piña y maíz, y se criaba ganado.

Entre los cultivos, el más emblemático era el de la sarrapia, fruto ovalado aromático y medicinal que se exportaba a Europa para la producción de perfumes y cosméticos. Hoy en día se pueden ver, en la hacienda, antiguas máquinas e implementos de las actividades que se realizaban en el lugar.

Actualmente la Hacienda Sarrapial es la sede de la Corporación Monaguense de Turismo, Cormotur, así como de la primera Operadora Turística Warao del país. Desarrollada en el marco del Proyecto Warao Yabinoko Monagas, esta operadora se dedica la promoción de la artesanía étnica y el turismo ecológico. Comenzó en el año 2016 y está a cargo de 63 familias de la comunidad de Yabinoko.

Tres diferentes íconos de tres ciudades venezolanas

Además de resguardar la historia de Boquerón y Monagas, la Hacienda Sarrapial proyecta el turismo local y regional a través de la vinculación con las comunidades y talleres, además de ofrecer actividades culturales y comunitarias.

Conocer estos tres diferentes íconos de tres ciudades venezolanas, ofrece la posibilidad de constatar la variada riqueza cultural de las urbes de nuestro país. Diferentes regiones unidas por el arraigo a sus valores y el reconocimiento de aquellas obras y espacios urbanos, que las representan.

 

Con información de IAM Venezuela, IVenezuela Travel  y Zulindaum Blog


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