Los océanos y toda la vida marina se han convertido en elementos indispensables para la lucha contra el cambio climático, pues contribuyen a regular la cantidad de dióxido de carbono (CO2) que permanece en la atmósfera y, por ende, a absorber alrededor del 30% de las emisiones tóxicas globales producto de la actividad humana.
El “carbono de los peces” es el término utilizado para describir el mecanismo natural de captura y almacenamiento de carbono que realizan todos los vertebrados marinos, por medio del cual retienen esta sustancia de forma benigna en las profundidades del mar y proporcionan una alternativa contra la acidificación del agua.
De acuerdo con estudios realizados por científicos del Reino Unido, Estados Unidos y Canadá, los peces excretan cantidades significativas de carbonato de calcio, mineral que se creía venía exclusivamente del plancton marino, como el de las algas.
¿Más carbono, menos acidez?
Según las investigaciones, existen entre 0.8 mil millones de toneladas y 2 mil millones de toneladas de biomasa de peces en los océanos, por consiguiente, las especies marinas vertebradas ―incluyendo ballenas, delfines, tiburones, atunes y sardinas― producen entre 40 millones y 110 millones de toneladas de carbonato de calcio por año.
A diferencia del carbono proveniente del plancton, que no se disuelve hasta que se hunde a más de 1.000 metros en las profundidades, el de los peces contiene más magnesio, lo que contribuye a que se disuelva más fácilmente y reduce la acidez del mar.
Específicamente, detallan que los peces tienen la capacidad de generar este carbonato cálcico al combinar el calcio del agua del mar con los iones del CO2 generado en sus cuerpos. Lo que significa que cuando sube la cantidad de dióxido de carbono atmosférico, estas especies marinas pueden producir más iones de carbonato y así más carbonato de calcio.
Proteger a las ballenas y bosques azules
De acuerdo con el líder del programa Carbono Azul de ONU Medio Ambiente y GRID-Arendal, Steven Lutz, las ballenas tienen un importante peso en este proceso de mitigación del cambio climático. Es por ello, que se han establecido diversas medidas para su protección, entre ellas: la aprobación de dos resoluciones que reconocen el valor de este mamífero en el almacenamiento de carbono, por parte de 41 naciones de la Comisión Ballenera Internacional
Estudios científicos revelaron que las ballenas, al ser grandes y longevas, comen mucho y expulsan enormes cantidades de nutrientes que ayudan al crecimiento del fitoplancton –encargado también de absorber dióxido de carbono de la atmósfera–.
«Las plumas fecales flotantes producidas por las ballenas son ricas en los nutrientes que el fitoplancton necesita para crecer y, por tanto, absorber el dióxido de carbono en las aguas superficiales», señaló Heidi Pearson, profesora de biología marina en la Universidad de Alaska Sudeste e investigadora de Fulbright en ONU Medio Ambiente.
Igualmente, las ballenas almacenan mucho carbono en sus cuerpos durante largos períodos de tiempo y cuando mueren se hunden en el fondo del océano, llevándose consigo todo este componente químico, el cual permanece enterrado durante miles de años.
Por otra parte, según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el conjunto de los ecosistemas costeros y marinos, conformados por bosques de manglares, praderas de pastos marinos y marismas de agua salada, también actúan como sumideros de carbono y pueden contener una cantidad de esta sustancia cinco veces superior a la de los bosques tropicales.
Conocidos como «bosques azules», estos ecosistemas además proporcionan un hábitat esencial para la pesca y sustentan la biodiversidad marina, contribuyendo así al bienestar ambiental mundial.
Fuente de oxígeno y recursos naturales
Aunado a esto, Píndaro Díaz Jaimes, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que los océanos se encargan de dispersar el calor que retiene la atmósfera, a través de las corrientes marinas.
“La generación de corrientes se da por un efecto de convección del calentamiento de las aguas superficiales en el hemisferio norte, que produce un cambio en la densidad del líquido. Las aguas frías y salinas son más pesadas y van al fondo, producen un vacío y son reemplazadas por las ligeras, que absorben el calor de la atmósfera”, precisó.
Asimismo, contienen el 96% del agua del planeta, alojan entre 50 y 80% de la vida y producen la mitad del oxígeno que respiramos los seres vivos, a través de la fotosíntesis de sus diminutos organismos agrupados en el fitoplancton.
Díaz Jaimes agregó que los océanos representan una fuente significativa de recursos naturales, desde los biológicos, hasta los minerales y petroleros. Además, los productos del mar se han convertido en una fuente de proteínas para al menos una de cada cuatro personas en el mundo, según la ONU.
Se trata de una serie de propiedades sumamente valiosas de la vida marina, que convierten a los océanos en importantes reguladores climáticos. Sin ellos, el impacto de los gases de efecto invernadero en el ambiente sería mayor y las condiciones climáticas del planeta, insoportables para subsistir.
No en vano, desde el año 2009, cada 8 de junio –por decreto de la Organización de las Naciones Unidas- se celebra el Día Mundial de los Océanos, a fin de sensibilizar a los países del mundo en torno a la importancia de estos ecosistemas para la preservación de la Tierra.
Con información de ONU Medio Ambiente, Tiempo y Vía Orgánica
No te pierdas
> Los océanos se están quedando sin oxígeno
> Es inevitable que la temperatura del Ártico suba más de 5°C