Las cifras hablan por sí solas, la transmisión de datos por Internet genera contaminación y una huella ecológica que demanda un 7% de la energía mundial. Y es que, tras la aparente inocuidad y evidentes ventajas de la red, se esconde una afectación ambiental difícil de rastrear y calcular.
Los dispositivos que permiten conectarse a la red generan entre 25 mil y 35 mil toneladas de dióxido de carbono (CO2) cada día. La industria de las tecnologías de la información genera, actualmente, el 2% de las emisiones globales de CO2, el equivalente energético a una flota de Boeings 747, según la BBC.
Cada búsqueda que realizamos libera al medio ambiente 0,2 gramos de CO2, lo que, según Google significa que el efecto invernadero provocado por mil búsquedas equivaldría a conducir un coche durante un kilómetro. Más recientemente, el streaming de videos se ha sumado a la demanda de datos. Ya en 2015, representaba el 63% del tráfico global de internet, según Cliking Clean, y eso aumentó con la pandemia.
Por si fuera poco, los expertos advierten que las nuevas tendencias como el Big Data, la Inteligencia Artificial (IA), el Internet de las Cosas (IoT) o el blockchain y las criptomonedas corren el riesgo de impulsar un crecimiento significativo en la huella de gases de efecto invernadero de las TIC.
Usar la red contamina
Se piensa, curiosamente, que al dejar de imprimir y manejar todo digital se produce menos contaminación pero, en realidad, ésta solo cambia su forma. Si bien cuando se recibe un correo se elimina la contaminación del papel, se genera CO2 y, por cada envío se aporta hasta 50 gramos de carbono, dependiendo de si es sólo texto, o si contiene imágenes o archivos adjuntos. Además, responder un correo con copia a muchas personas, crea más contaminación que cuando se hace solo al remitente.
Descargar música y videos contribuye también en gran medida, al igual que los servicios de streamming. Un video genera alrededor de dos gramos de CO2 por segundo; por lo tanto, ver uno de una hora produce 720 gramos de carbono.
La huella de carbono depende del tamaño y capacidad de los dispositivos. Los más pequeños utilizan menos energía, tienen menos conexiones y material contaminante, pero al final, todos contaminan.
Por otra parte, la huella ecológica se multiplica con cada click porque cuando se realiza una búsqueda, se entra a una página o usa una red social la hay conexión no es a un solo servidor. En el proceso, se pasa por varios, incluso unos muy grandes, y todos están activos con otros usuarios al mismo tiempo.
La realidad en números
Cada minuto se envían en el mundo decenas de millones de mensajes de WhatsApp, se ven miles de horas de Netflix, millones de videos en YouTube y se hacen aún más millones de búsquedas en Google.
La huella ecológica de este tráfico digital equivale al 7% de la electricidad mundial. Si Internet fuera un país sería el sexto más contaminante del mundo. Así lo afirma el informe Clicking Clean de Greenpeace.
Debido a sus incalculables dimensiones, estos datos consolidan cada día a internet como el sistema nervioso de la economía global y el modo de vida interconectado actual de la gran familia humana.
La estimación es que estas cifras crecerán de manera exponencial en los próximos años debido al cada vez mayor acceso a la tecnología de la población mundial; así como la construcción de centros de datos grandes y potentes, y las nuevas tecnologías, entre ellas, los ordenadores cuánticos o el procesamiento de los datos masivos generados por los usuarios.
Centros de datos y contaminación
En el funcionamiento de internet son cuatro las áreas que conllevan amplia demanda de energía y generan más contaminación. Las primeras son los gigantescos centros de datos – con extensiones de hasta 130.000 m2 según lo publicado por Conciencia Eco – sumados a las redes de comunicación. Le siguen los dispositivos de los usuarios y la energía necesaria para fabricar los equipos.
A esto se adiciona que los enormes servidores que dan soporte al internet por todo el mundo, tienen en común grandes sistemas de refrigeración. Unos con agua, otros con aires acondicionados, y todos crean una gran cantidad de CO2. Al respecto, la Comisión Europea asegura que “más de un tercio del gasto de luz de los centros de datos se produce tan solo en los procesos establecidos para lograr la refrigeración del equipamiento y mantener en una temperatura óptima a los servidores de datos”.
Actualmente, algunos gigantes tecnológicos (Google o Microsoft) centran sus esfuerzos en optimizar la refrigeración de estos equipos para reducir la contaminación del medio ambiente. Sin embrago, otras contrastan por la falta de transparencia con respecto a su demanda de energía y la fuente de suministro de sus centros de datos.
Al respecto Greenpeace declara que nte la falta de políticas restrictivas, “se necesita un enfoque mucho mayor en la defensa de las renovables para superar el poder político arraigado de las empresas eléctricas y crear el camino para la rápida adopción de las energías renovables”.
Más internet, más contaminación
Hay países que generan más contaminación por el empleo extensivo de Internet. A la cabeza con gran ventaja está Estados Unidos, seguido por Japón, Alemania, Francia y Reino Unido, entre otras naciones altamente desarrolladas.
Podría, en un caso muy extremo, llegar a limitarse el uso. Lo cual sería catastrófico porque muchos, si no es que la mayoría, dependen del internet.
La capacidad de carga de los ecosistemas, es decir, el número de recursos naturales estimados para un año, cada vez se termina con mayor antelación, una alerta para aplicarnos y tener una respuesta, o no vamos a ver a la siguiente generación.
Como ejemplo de la energía que pueden llegar a consumir estos centros de datos, un estudio de la plataforma Power Compare afirmaba que la creación de bitcoins y otros cientos de monedas virtuales, consume la electricidad equivalente de 159 países.
Contaminación, internet y greenwashing
Compañías como Google, Amazon, Facebook y Apple son las más dedicadas a lograr una reducción de su consumo, o al menos así lo divulgan, para bajar costos y realizar una efectiva campaña de greenwashing. Todas han tomado medidas públicas para contrarrestar el efecto contaminante.
“Google ha sido neutral en emisiones de carbono durante la última década y en ese tiempo, se asoció con más de 40 proyectos de compensación de carbono para compensar más de 16 millones de toneladas de CO2”, afirma el gigante de los buscadores, quien asegura que no emite más gases de efecto invernadero que los que pueda eliminar. Facebook, por su parte, decidió construir su nuevo centro de datos en Lulea, Suecia, donde las bajas temperaturas refrigerarían el sistema de forma natural, además de querer aprovechar la energía eólica.
“Estamos viendo un aumento significativo en la priorización del uso de energías renovables entre algunas de las mayores empresas de internet”, afirma Greenpeace. “La carrera por construir una red renovable comenzó con líderes de plataformas digitales como Facebook, Apple y Google”, que “se comprometieron al 100% renovables y ahora se les han sumado cerca de otras 20 compañías de internet”.
En tanto, Clicking Clean refleja que Amazon aún hacía uso en 2017 de un 26% de energía nuclear y un 30% de carbón para abastecer su demanda, frente a tan solo un 17% de energías limpias.
Contaminación tras el ecommerce
Otra fuente de contaminación en internet es el ecommerce. Los teléfonos móviles se han convertido en la vitrina de todas las tiendas del mundo, incluso de la otra punta del planeta. Pero esta demanda tiene un impacto enorme a nivel global.
Por ejemplo, cerca de 19,4 millones de españoles de entre 16 y 65 años compra online, lo que supone un 71% de los internautas, según el Estudio Anual de eCommerce 2018.
Un 2% declara que compra una vez al día o más, un 7% tres o cuatro veces a la semana y un 17% afirma comprar todas las semanas. Las redes de transporte necesarias para llevar el producto lo antes posible también impactan en el medio ambiente.
Ante esta realidad, cada vez hay más iniciativas que tratan de ofrecer un transporte alternativo y ecológico mediante el uso de bicicletas u otros medios de transporte menos contaminantes.
¿Hacia el green data?
A pesar de su gran eficiencia, la transición a la nube podría llegar a significar un aumento de la demanda de carbón y combustibles fósiles, si la construcción de los inmensos centros de datos no se regula debidamente para exigir energías renovables a nivel mundial.
En cuanto a la generación de contaminación por parte de las grandes compañías de internet, y sus avances hacia la green data destaca Apple con un 83% de energías renovables, frente a un 10% de carbón y nuclear. Facebook e Instagram tienen un 67% y Google 56%.
Respecto al mundo streaming, solo sobresalen Itunes con un 83% de renovables y Youtube con 56%. En tanto, Spotify, a pesar de haber logrado basar un 56% de su energía en fuentes limpias, tiene un 24% de carbón y nucleares.
Si bien un internet plenamente alimentado por energías renovables no será inmediato, Greenpreace observa positivamente el creciente compromiso. “Si los centros de datos y las demás infraestructuras digitales se alimentan al 100% con energías renovables, nuestra creciente dependencia de la red puede incluso acelerar nuestra transición hacia una economía renovada”, ha dicho la organización.
¿Podemos hacer algo?
Los buenos hábitos y gestos cotidianos en lo que a energía se refiere, pueden marcar una diferencia en la huella ambiental de la gran familia humana, asegura un informe francés que señala que el 43% de las personas nunca apaga la caja de su televisión o el router.
En este sentido, detalles como apagar los interruptores y no dejar equipos en stand by tienen importancia.
Pero hay muchas acciones de impacto individual que pueden, día a día, reducir la contaminación que genera internet:
- Reciclar los dispositivos obsoletos.
- Asegurarse de apagar y desconectar los equipos cuando no se estén usando.
- Desconectarse a ratos de la red, y apagar el celular por las noches.
- Preferir el teléfono primero que el correo electrónico.
- Vaciar la bandeja de entrada del correo.
- Evitar responder correos en grupo, y hacerlo solo cuando sea realmente necesario.
- Comprimir los archivos y enviar solo los imprescindibles.
- Cerrar pestañas, ventanas y aplicaciones que no se estén usando en los dispositivos.
- Reducir el número de emojis, stickers o GIF en los mensajes instantáneos.
- Descargar la música cuando sea posible, pues el consumo offline contamina menos.
- Asegurarse de limitar las búsquedas y elegir la palabra clave adecuada.
- Anular la descarga automática de vídeos e imágenes en los dispositivos.
- Al visitar una web previamente consultada es mejor buscar directamente en la barra de direcciones del navegador, para evitar que el motor de búsqueda vaya y vuelva a los centros de datos.
- Desactivar la actualización automática de apps y copias de seguridad en la nube, pues son responsables del 10% del consumo de datos de los smartphones.
Con información de Gaceta Unam, National Geografhic y Comunica Ciencia
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