El Caucho hevea es el árbol emblemático del Amazonas. Su nombre, de origen indígena, está compuesto por las voces ca, que significa árbol, y uchú, que quiere decir que llora. Hace alusión al látex que desprende.
Producto considerado años atrás como una sustancia curiosa, al igual que otras halladas en América, el caucho se obtiene del árbol por medio de un procedimiento llamado sangrado practicado desde años atrás por los indígenas. Éste consiste en hacer un corte en forma de ángulo a través de la corteza, de la cual se extrae el jugo lechoso que fluye de la herida lentamente. Esta es la materia prima de neumáticos, artículos impermeables y aislantes.
El árbol de caucho ha tenido mucha importancia en la industria internacional, particularmente en la de neumáticos para vehículos. Antes de la Segunda Guerra Mundial y la invención del caucho sintético, provocó ambiciones y sangrientas rivalidades en los escenarios económicos. Además de una historia cruenta de explotación de pueblos originarios de nuestra América, que llegaron a ser esclavizados en la búsqueda del llamado oro blanco.
Hasta hoy, el caucho natural no puede ser sustituido 100% por el sintético. Así que cada llanta o neumático de bicicleta o vehículo, cada pelota y muchísimos artículos más, contienen un importante porcentaje de él.
Emblemático del Amazonas
Conocido también como goma seringa, jacia, goma fina y seringa blanca, el Caucho hevea ha sido proclamado como el árbol emblemático del estado Amazonas.
Nativo de América del Sur, el árbol de caucho se ha extendido por toda la franja tropical de África y Asia. En la actualidad se distribuye en la región amazónica de Perú, Colombia, Brasil y Venezuela, en Suramérica; así como en México, Guatemala, Nicaragua y Panamá.
En Venezuela, crece en zonas de humedad alta y se localiza en la Cuenca del Caura y el Alto Orinoco. Aunque prospera en una gran diversidad de ambientes, presenta un desarrollo óptimo en sistemas agroecológicos con climas húmedos y en suelos arcillosos bien drenados y profundos.
Son 20 especies las que conforman el género hevea. La mayoría de la cuenca del Amazonas y del Orinoco, siendo Hevea brasiliensis y Hevea benthamiana, las más importantes. Éstas han dado origen a algunas variedades que poseen un látex de mejor calidad y más resistentes a los ataques de insectos en las hojas.
El árbol de caucho
Perteneciente a la familia Euforbiáceas Euphorbiaceae, el Caucho hevea habita en los enormes, altos, densos bosques y de gran diversidad de especies del Amazonas. Allí convive con líquenes, algas, hongos, musgos, helechos, orquídeas y bromelias. Tiene preferencia por terrenos húmedos, no inundables, con buen drenaje, y no se da bien en suelos alcalinos.
Es un árbol de hasta 20 metros de alto, con hojas alternas de 9 a 12 centímetros de largo por 4 a 5 centímetros de ancho. De tronco recto, cilíndrico y ancho con unos 30 a 60 centímetros de diámetro. Su madera es blanca y liviana.
Las flores, pequeñas y agrupadas en inflorescencias, son masculinas y femeninas separadas, dispuestas sobre las ramas o en la extremidad del tallo. Las masculinas tienen unos 2 milímetros de largo y las femeninas de 4 a 5 milímetros. Suelen estar presentes a mediados del período de sequía.
Se propaga por semillas. El fruto es grande, leñoso, formado por tres cocos y las semillas son pequeñas.
Extracción y procesamiento del látex
Del grueso tallo del Caucho hevea se extrae, por incisión, un líquido blanco llamado también goma, que está compuesto por un 35 % de hidrocarburos. El látex tiene un pH de 7 a 7,2, neutra, pero al dejarla secar más de 12 horas el pH disminuye a 5, y se coagula espontáneamente formando un polímero, conocido como caucho.
Para recogerlo, los indígenas fabrican vasijas de arcilla, las sujetan a la corteza del árbol y sobre la vasija se abre un agujero por el cual fluye el látex. Cada mañana el árbol suministra un litro, repitiéndose la operación desde abril hasta diciembre.
Sin embargo, este material adquiere impurezas y se vuelve muy perecedero, con tendencia a la descomposición. Para evitarlo se calienta y vulcaniza. La vulcanización es un proceso, descubierto en 1839, en el que el caucho es calentado añadiéndole azufre para endurecerlo y hacerlo más resistente. Este aditivo modifica la composición del polímero, formando enlaces cruzados o puentes entre las distintas cadenas de polímeros. De esta forma el caucho se vuelve resistente a los solventes y a los cambios de temperatura ambiental.
El látex o goma también se obtiene de otras especies vegetales como Castilloa elastica, Gutapercha palaquium y Ficus elastica. Este material luego de ser procesado, es utilizado en la fabricación de neumáticos, artículos impermeables y mucho más, por sus propiedades aislantes de la temperatura y de la electricidad. Además, repele el agua y posee gran elasticidad y resistencia a los ácidos y las sustancias alcalinas.
Historia del caucho en América
Cuando los españoles llegaron a América conocieron una sustancia que servía para hacer pelotas de juego. Los indígenas hacían incisiones en el tronco grisáceo, alto y liso de ciertos árboles llamados Hevea, y de ellos manaba una sustancia elástica.
La recogían con cuidado y la enrollaban con precaución hasta darle forma de pelota. El objeto mantuvo intrigados a los conquistadores hasta que los indígenas, al ponerse a jugar con las pelotas que rebotaban sobre el suelo, les mostraron para lo que servía.
Además, los pobladores ancestrales daban a esa sustancia varios usos. Conocían su impermeabilidad y su inflamabilidad, y untaban con ella sus ropas para protegerse de la lluvia, o hacían proyectiles que arrojaban encendidos sobre los techos enemigos.
Si bien los árboles de Caucho hevea, productores de goma, abundan en todo el bosque tropical-sudamericano, en aquella época la falta de conocimientos técnicos adecuados impidió que su explotación prosperara.
Oro blanco y sangre indígena
Después de que John Dunlop inventara los neumáticos en 1887, el caucho pasó a ser el oro blanco de la selva sudamericana. Así, la fiebre del caucho que se originó en el norte de la selva amazónica (que abarca territorio venezolano, colombiano, ecuatoriano y brasileño), provocó grandes masacres.
Antes de la Segunda Guerra Mundial y la invención del caucho sintético, el árbol de Caucho hevea desató ambiciones e inició sangrientas rivalidades en los escenarios económicos, en los cuales llegó a ser una de las riquezas vegetales más cotizadas de la industria mundial. El rechazo a estos métodos ha quedado inscrito en las páginas de la literatura. La novela La Vorágine del colombiano José Eustacio Rivera, y el libro El río, exploraciones y descubrimientos de en la selva amazónica de Wade Davis, son muestras de ello.
Narran cómo los indígenas hombres fueron sometidos a la condición de trabajadores forzosos y las mujeres indígenas humilladas. La explotación del caucho tuvo sus grandes centros de operación en la Amazonía. Generó tal actividad, que ciudades como Iquitos en Perú o Manaos en Brasil se transformaran en centros de gran prosperidad económica, pero también de los más lamentables abusos en contra de la especie humana.
En 1885 los ingleses sacaron semillas fuera de la zona y lograron plantarlas con éxito en las colonias asiáticas (Malasia) y zona subtropical de África (Liberia y Congo). A Liberia se le llegó a llamar el país de la Firestone porque esta compañía tenía inmensas plantaciones. Las primeras partidas de caucho de estas plantaciones se comercializaron, hacia 1915, a precios sin competencia posible para los caucheros de la Amazonía, lo que provocó la debacle económica de la región.
Protección del Caucho hevea
Hasta 1920, en el Alto Orinoco, los árboles productores de caucho, balatá, aceite de copaiba, gomas y demás resinas eran talados por los explotadores a fin de extraer mayor cantidad de productos y obtener rápidas ventajas económicas. Depredación que se mantuvo hasta que su demanda comenzó a disminuir en el mercado internacional a causa de sus competidores de las plantaciones asiáticas y la industrialización del caucho sintético.
En esta zona la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), realizó una siembra sistemática para recuperar este recurso explotado irracionalmente. Además, ante la depredación de estos árboles, el ejecutivo regional emitió un decreto disponiendo que sólo podían explotarse aquellos que alcanzaran el desarrollo necesario “por estar en condiciones de resistir los procedimientos de extracción sin que las incisiones y perforaciones que se hagan en cada árbol pasen de la primera y segunda capa cortical pudiendo descortezarse sólo el tronco de los árboles en tiras longitudinales que no excedan de cinco centímetros de ancho”.
También estableció otras condiciones con el objetivo de evitar que los árboles a los cuales se les extraía el látex, se pudrieran y murieran después del sangrado.
El mencionado decreto se basó en una Resolución del Ministerio de Fomento de 1907, que prohibía la tala de los árboles que contienen esas substancias o alguna otra que tenga valor comercial distinto del intrínseco de la madera, en los terrenos baldíos de la nación.
Con información de Notilogía, Del Amazonas, Angostura Digital y Universidad Simón Bolívar
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