Lagarto acorazado o Kataphraktosaurus ungerhamiltoni es el nombre que identifica a una nueva especie de reptil, única en Venezuela, que habita en Amazonas.
A poco más de una década de su descubrimiento, el género totalmente nuevo fue catálogado, clasificado y descrito por un equipo de científicos que le dedicó años de estudio.
El reptil fue visto y reportado por primera vez en 2010, por el biólogo venezolano Fernando Rojas-Runjaic, en las inmediaciones del Tobogán del Cuao, en el Monumento Natural Cerro Autana, estado Amazonas.
De acuerdo a los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), fue clasificado bajo la categoría de “Datos Insuficientes”, pues no se conoce cuántos individuos puede haber y las amenazas a las que se enfrentan. Hasta ahora solo se ha obtenido un ejemplar de esta especie única en Venezuela.
Similar al cocodrilo, pero más pequeño
El lagarto acorazado tiene una morfología similar a la del cocodrilo, pero su longitud es de 8,5 centímetros. Cinco de ellos corresponden a su cuerpo y 3,5 a la cola.
Además, exhibe escamas tuberculadas a modo de espinas, que protegen su cuerpo desde la cabeza a la cola y son más grandes en el cuello. Su cuerpo es de un color marrón rojizo, con algunas manchas poco definidas e irregulares marrón oscuro y marrón claro, y sus ojos son rojizos.
Este pequeño reptil, que vive en las inmediaciones del tepuy Autana, fue bautizado con el nombre científico Kataphraktosaurus ungerhamiltoni, que significa lagarto acorazado y alude las escamas espinosas que protegen su cuerpo.
La especie pertenece a un nuevo género dentro de los microteidos (familia Gymnophthalmidae), que agrupa a lagartos neotropicales de porte pequeño y de los cuales se han descubierto nuevas especies, gracias a la incorporación de evidencia molecular en el momento de clasificar los ejemplares taxonómicamente.
El descubrimiento
Fernando Rojas-Runjaic, biólogo venezolano, vio por primera vez al lagarto acorazado durante una salida de campo en el año 2010 y reportó su existencia. El ejemplar fue encontrado en el Tobogán del Cuao del Monumento Natural Cerro Autana. El Cuao es un río de aguas permanentemente oscuras, producto de la descomposición de materiales vegetales.
En este primer avistamiento, los científicos observaron que el singular espécimen tenía una morfología similar a la de un cocodrilo, pero con dimensiones muy pequeñas.
Tras dedicar cuatro años de estudio al lagarto acorazado, el equipo científico publicó un artículo en Zootaxa, un diario internacional dedicado a la taxonomía. Fue bautizado como Kataphraktosaurus ungerhamilton, e incluido en un género nuevo debido a sus rasgos únicos, nunca antes documentados en Venezuela.
Cuatro años de investigación
A partir de algunas de las características morfológicas del lagarto acorazado, los investigadores presumen que este reptil es una especie semiacuática que habita en la hojarasca de los bosques adyacentes a los arroyos de aguas color té, distintivos del macizo del Cuao-Sipapo, en el estado Amazonas. El Kataphraktosaurus ungerhamilton podría estar emparentado con otras lagartijas de naturaleza acuática que pertenecen a la región.
“Gracias a estas características morfológicas únicas y los estudios genéticos, se determinó que el lagarto acorazado pertenece a una nueva especie. Es muy único. No es solamente una nueva especie sino también lo que conocemos como un nuevo linaje”, explica Celsa Señaris, coautora del estudio.
Es muy poca la información sobre estas lagartijas. “Es como si tuviéramos un rompecabezas de 5.000 piezas y lo intentaremos armar con 2.500 piezas. En ese sentido, cualquier teoría que nosotros tratemos de configurar sería muy básica porque nos harían falta piezas restantes”, resaltó Señaris. Hasta el momento, se desconoce si existen otros ejemplares en la región o si se trata del último reptil de una familia ya extinta.
El equipo está integrado por los venezolanos Celsa Señaris, de Provita, y Fernando J.M. Rojas-Runjaic de la Fundación La Salle de Ciencias Naturales. Así como los españoles César L. Barrio-Amorós, de Doc Frog Expeditions/CRWild (Costa Rica); Ignacio de la Riva, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (España) y Santiago Castroviejo-Fisher, de la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul (Brasil) y del American Museum of Natural History (Estados Unidos).
Especie única
La investigación del lagarto acorazado se basó en un solo ejemplar que está resguardado en el Museo de Ciencias Naturales de la Fundación La Salle. Una vez iniciada, el equipo científico tuvo en cuenta algunos de los criterios UICN para identificar cuántos individuos hay, dónde se encuentran distribuidos en el territorio y si su hábitat está amenazado por la deforestación, además de otros factores poblacionales.
Ahora bien, como no se han ubicado hasta la fecha más ejemplares, no hay forma de identificar su distribución geográfica en Venezuela; tampoco se ha podido reunir suficiente información para determinar su población total, las posibles amenazas que puede enfrentar, o si la especie se encuentra en peligro de extinción. Por ello, de acuerdo a los criterios de la UICN, fue clasificado bajo la categoría de “Datos Insuficientes”.
En cuanto a la caracterización biológica, el lagarto acorazado presenta rasgos inusuales, semejantes a otro género altoandino que se encuentra, comúnmente, hacia Centro América y el Pacífico. Por ello, llamó la atención de los investigadores que el espécimen fuera encontrado en el sur de Venezuela.
“No nos resulta tan sorprendente conseguir estos linajes únicos en el Escudo Guayanés, porque son las tierras emergidas más antiguas del planeta. Ahí es donde podemos avistar réptiles y anfibios que no han visto en ninguna parte del mundo”, indicó Celsa Señaris.
Autana es el hogar de lagarto acorazado
El cerro Autana, hogar del lagarto acorazado, es un tepuy que se encuentra situado en el estado Amazonas, al sureste de su capital, Puerto Ayacucho, entre los ríos Autana y Sipapo.
Fue declarado Monumento Natural en diciembre de 1978 y tiene una altura máxima de 1300 metros. Es conocido en lengua Piaroa como Wahari-Kuawai, el “Árbol de la Vida”, símbolo de la creación de todos los alimentos, por lo que lo respetan y veneran como sagrado.
Esta montaña abarca 30 hectáreas y es un afloramiento de areniscas cuarzosas. El Autana contiene cuevas y otras formaciones cársticas, que son poco frecuentes en rocas que no sean calizas. Tiene un salón abovedado con dos aberturas desiguales que perforan el cerro de lado a lado que asoman como especies de balcones a las paredes verticales de la montaña.
El tepuy Autana alberga una gran biodiversidad. Se ha reportado la presencia de 132 especies de plantas, siete de ellas nuevas para la ciencia. En la cumbre predominan las comunidades herbáceas y arbustivas bajas, las cuales crecen sobre un suelo de turba. También hay pequeños bosques hacia los acantilados.
Aunque no se conocen reportes de fauna específicos para el Cerro Autana, debido a las extremas dificultades para su exploración, se sabe que estas tierras, las más antiguas del planeta, resguardan tesoros biológicos como el lagarto acorazado que debemos conservar como patrimonio natural de Venezuela y del mundo.
Con información de Ladera Sur, Provita y Todos Ahora
Fotos cortesía de Fernando Rojas-Runjaic
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