Por primera vez, investigadores pudieron obtener impactantes imágenes del fondo de una prolongación de la plataforma continental, fuera de la zona marítima de soberanía argentina, que evidencia el arrase de la sobrepesca. El devastador registro confirma que el fondo marino del Agujero Azul es el área más dañada del mundo.
Una expedición por esta zona de la Patagonia, a bordo del buque Esperanza de Greenpeace, concluyó que la devastación del fondo marino, ubicado en el Atlántico sur, es comparable a la afectación de los voraces incendios en el Amazonas. La travesía forma parte de un recorrido por varios océanos organizado por Greenpeace, con el objetivo recolectar información que será presentada ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) y sea considerada en discusión del Tratado Global por los Océanos.
El fin último es aportar datos para aumentar la protección de los océanos, que hoy en día solo llega al tres por ciento. Para ello resultan vitales las reveladoras imágenes tomadas en la expedición al océano patagónico del fondo marino del Agujero Azul el área más dañada del mundo.
Todo arrasado
«Está todo arrasado», con esta lapidaria frase describieron los investigadores la devastación del suelo marino en el Agujero Azul.
«En lugar de registrar variedad de especies, campos de esponjas o arrecifes de coral, las cámaras mostraron suelos desérticos, basura y estrellas de mar muertas», destaca el comunicado de Greenpeace, exponiendo las consecuencias de una práctica que arrasa, indiscriminadamente, toda la flora y fauna del fondo marino.
«La escena del suelo marino es dramática ya que muestra un evidente desequilibrio en el ambiente, similar a un bosque arrasado después del desmonte», advierten los primeros testigos de la afectación.
En la última etapa de la expedición se sumó Martín Brogger, investigador adjunto del Instituto de Biología de Organismos Marinos (IBIOMAR-CONICET) y del Laboratorio de Reproducción y Biología Integrativa de Invertebrados Marinos (LARBIM).
Para ilustrar el daño al que fue sometido el océano por la pesca industrial, el especialista en fauna marina de profundidad apuntó: «Si talas un bosque todo el mundo lo ve, como cuando se quemó el Amazonas. El fondo marino no se ve, y es el área más dañada del mundo”.
Historia de la expedición
A finales del 2019, el Buque Esperanza tomó rumbo hacia una zona situada a 500 kilómetros de Puerto Madryn con el fin de evaluar la afectación de los océanos por la depredación de la pesca de arrastre. Después de dos días de travesía llegaron hasta el Agujero Azul.
Luego de documentar la incursión de barcos pesqueros ilegales, que apagan sus sistemas para no ser detectados, y enfrentar la corriente de Malvinas, que corre gélida de sur a norte sobre la plataforma continental argentina, pudieron ver en pantalla gigante las imágenes en vivo desde el fondo marino.
Biólogo Martín Brogger
Para ello, la ONG se equipó con cámaras especiales como la ROV-Cam, un robot submarino para filmar, y la Towcam, una cámara acuática de remolque.
Ante la fuerte corriente, se necesitaron todos los brazos disponibles en cubierta, una decena de hombres y mujeres, para sacar el pesado equipo del agua y manejar unos 300 metros de cable.
Tras bajar cientos de metros hasta el fondo marino, en la pantalla pudieron ver sobre el fondo arenoso algunas especies muy dispersas: esponjas, corales, caracoles y estrellas de mar, la mayor parte de ellas muertas. Esta imagen evidencia al fondo marino del Agujero Azul, como el área más dañada del mundo.
La travesía del buque Esperanza pasó por el Ártico, el Mar de los Sargazos, los arrecifes del Amazonas en Guyana Francesa, y continuó con el tramo del océano patagónico y la Antártida. La expedición entregará la documentación de los casos ante la ONU y sea llevada a la mesa de discusión del Tratado Global por los Océanos.
Con ello se espera impulsar la creación de santuarios marinos para cerrar áreas amenazadas y aumentar a 30% la protección de los océanos del mundo para 2030. Hoy la regulación alcanza solo el tres por ciento.
Codiciado y explotado
Más de 400 buques de la industria pesquera llegan cada año al Agujero azul. Esta zona de La Patagonia argentina ha sido explotada desde hace más de medio siglo, y es codiciada por buques pesqueros de países como Corea del Sur, China, España y Taiwán.
El Agujero azul es un ejemplo, no tan común, de un área de aguas internacionales ubicada en zonas menos profundas sobre la plataforma continental. Se considera de muy alto valor desde un punto de vista biológico. Es vital para el ciclo de vida de muchas especies, algunas de éstas bajo amenaza.
Debido a la riqueza biológica y a su posición fuera de la Zona de Explotación Exclusiva de Argentina (ZEE), representa un edén para la pesca furtiva de especies como el calamar y la merluza negra. Los barcos pesqueros suelen cruzar la frontera invisible de aguas internacionales hacia el mar argentino.
Como consecuencia de esta sobreexplotación, el fondo marino del Agujero Azul está devastado.
¿Camino sin retorno?
Martín Brogger, doctor en Ciencias Biológicas, utiliza un ejemplo muy claro para explicar la situación del fondo marino.
“Es un montón de fauna que tarda mucho más tiempo que los árboles en crecer; un ecosistema que tarda mucho más en estabilizarse y en formar diversidades”. El biólogo apuntó que el fondo marino “no va a poder volver nunca a su estado original”.
Sobre el crecimiento del ecosistema a la escala primitiva, el científico afirmó que “se puede lograr con miles de años”. Explicó Brogger que es importante tener en cuenta que “un coral de agua fría puede crecer en cien años un centímetro y estos corales pueden llegar a tener una altura de entre diez y 40 metros”.
El investigador argentino señaló que en el fondo se pudo ver fauna, en algunos casos, en “incipiente recuperación”, lo cual indicaría que la última vez que se pescó con arrastre en esa zona particular fue hace menos de un año.
“Se vio una esponja que empezó a crecer y la presencia de las papas de mar coloniales. Pero si arrastraran hoy, barcos como los que estuvimos viendo, esos organismos que están empezando a crecer, serían levantados y destruidos”, advirtió.
Para el biólogo salvar el ecosistema no es imposible: “La recuperación, que es muy lenta, se puede lograr, pero hay que tener políticas respecto a eso, para dejarlo que crezca y sobreviva”, explicó.
¿De arrastre o de arrase?
La pesca de arrastre es uno de los métodos de extracción y obtención de recursos vivos más usados y el más dañino. Conocida también como retropesca, es una pesca activa, es decir, no espera el movimiento de los peces para su captura. Se basa, fundamentalmente, en el uso de una pesada red que barre el fondo del mar. Este tipo de pesca surgió durante la segunda parte del siglo XIV, y su uso ha ido creciendo hasta la actualidad.
A pesar de las continuas voces de alerta acerca de sus efectos perversos sobre la biodiversidad marina, es cada vez más utilizada a una mayor profundidad en las aguas de mares y océanos del planeta.
La pesca de arrastre no es selectiva pues captura todo lo que va encontrando durante el proceso, ya sea con redes de fondo, o redes pelágicas, utilizadas para capturar especies que habitan en la superficie o entre dos aguas.
Devastadoras consecuencias
Este tipo de pesca arranca todo tipo de corales, algas y microorganismos, convirtiéndose en una gran amenaza que perjudica a los fondos marinos de todas las regiones del planeta.
Además destruye los ecosistemas sedimentarios que constituyen los fondos marinos profundos, removiendo y levantando las distintas partículas que forman el sedimento, lo que deja en suspensión numerosos organismos de pequeño tamaño, los cuales constituyen la base de la cadena alimenticia en esos ecosistemas.
También disminuye el contenido en carbono orgánico y reduce la biodiversidad, siendo una de las causas principales de la degradación del fondo del mar. Con el tiempo, el lecho marino se convertirá en un sedimento superficial pobre y compactado, haciendo muy difícil la nueva colonización de especies.
El ejemplo de Venezuela
En muchos países la pesca de arrastre está regulada, aunque en muy pocos llega a estar prohibida. Venezuela es una de estas pocas naciones que, a fin de favorecer la preservación de la biodiversidad, así como el equilibrio y la regeneración de los recursos marinos, prohibió la pesca de arrastre en toda la zona costera del país.
Cada 14 de marzo se celebra el Día Nacional del Pescador y Pescadora Artesanal, decretado por el Presidente Hugo Chávez el 14 de marzo de 2009, el mismo día de la firma de la innovadora legislación.
La principal medida de ordenamiento para la pesquería de arrastre se encuentra estipulada en la Ley de Pesca y Acuicultura, instrumento jurídico que restringe esa actividad a partir de las seis millas en la zona continental y de las diez en los espacios insulares. La versión más reciente de este instrumento legal está contenida en el Decreto N° 1.408, con Rango, Valor y Fuerza de Ley, promulgado en noviembre de 2014.
Océanos para la vida
Estudios realizados por biólogos marinos han arrojado que de cada 100 kilos capturados mediante la pesca de arrastre, se desechan hasta 70 kilogramos, incluyendo grandes cantidades de peces jóvenes y especies no comestibles que habitan en las profundidades. Los daños son, en muchos casos, irreversibles, como el del fondo marino del Agujero Azul.
Por otro lado la FAO ha advertido que cerca del 29%de las poblaciones de peces marinos importantes a nivel comercial sufren de sobrepesca y 61 están explotadas a su nivel máximo (17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2015).
Esta realidad hace que la preservación de mares y océanos sea uno de los llamados más urgentes, pues cubren más del 70 por ciento de la superficie terrestre y conforman el conjunto de agua más extenso del planeta, por lo que son indispensables para la vida.
Salvar los océanos exige avances reales en políticas de promoción de la pesca responsable, así como el aprovechamiento eficiente de los recursos naturales marinos.
Aun queda bastante camino para llegar a estas y otras acciones que permitan la sostenibilidad y el respeto del medio ambiente marino, pero para ello serán necesarios diferentes acuerdos globales, comenzando por el tratado de los océanos. Solo así se podrá evitar que se sig
an encontrando en los océanos del mundo, ambientes como el fondo marino del Agujero Azul, el área más dañada del mundo.
Con información de Página 12, Ecología Verde, Sputnik News , FAO y Público
Fotografías de la expedición: Greenpeace.
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