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La majestuosa y longeva Ceiba es patrimonio natural de Venezuela

por Haiman El Troudi
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La majestuosa y longeva Ceiba es patrimonio natural de Venezuela

La Ceiba es uno de los árboles más grandes y voluminosos de la flora venezolana y americana. En el casco histórico de Caracas es famoso un centenario y excepcional espécimen que irrumpe, majestuoso, en medio de antiguos y modernos edificios: la Ceiba de San Francisco, ícono natural que engalana la capital de Venezuela.

De forma natural habita desde México hasta Suramérica donde tiene su mayor diversidad (13 de las 21 especies registradas), Centroamérica y el Caribe.

La especie más común en Venezuela es la Ceiba Pentandra  y puede vérsela con frecuencia en ciudades y poblados de los estados Bolívar,  Delta Amacuro,  Monagas,  Zulia, Llanos Occidentales (Apure, Barinas y Portuguesa), Yaracuy, Lara, Falcón y en el Distrito Capital, donde ha sido proclamado Árbol Emblemático.

 

La majestuosa y longeva Ceiba es patrimonio natural de Venezuela

 

Desde la época precolombina, la Ceiba Pentandra tiene un significado místico y un valor histórico para las diferentes culturas originarias de América y el Caribe: árbol sagrado entre los Taínos, Mayas, Totonacas, Nahuas y Pipiles.

La especie, conocida en el mundo como el árbol de la vida o Kapok en los países anglosajones, como se le llama a la seda que se extrae de él, recibe los nombres de ceiba, ceibo (Ecuador), Lupuna (Amazonía peruana), mapajo (tierras bajas de Bolivia), bonga o bongo (Caribe), pochote (México), ceinbón (Nicaragua) painera, samauma ó cyyba (Brasil) Cotton Tree (Antillas inglesas), Kumamka (Guayana), Mapou (Haití); pimm, yaaxché, pochotillo, púchuti o yagaxeni (México y América Central) y en algunas regiones de Asia recibe el nombre de kankantrie ó fado.

Un gran tamaño

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Gran tamaño y longevidad son las características más resaltantes de la Ceiba Pentandra,  es una de las 21 especies del género Ceiba, perteneciente a la familia Malváceas (Malvaceae), muy frecuentes en países cálidos, de la que también forman parte los Hibiscos, las Malvas y el Algodón.

Es un árbol de rápido crecimiento y puede alcanzar hasta cinco metros en cinco años. Sus dimensiones promedio son entre 30 y 50 metros de altura, aunque puede alcanzar los 70 metros de alto y tres metros de diámetro.

 

La majestuosa y longeva Ceiba es patrimonio natural de Venezuela

 

Se desarrolla en climas cálidos y húmedos, y es resistente a las largas temporadas de sequía. Tolerante a una gran diversidad de suelos, desde arenosos hasta arcillosos, inundables parte del año.

De tronco cilíndrico, sólido, recto, espigado y grueso que en la edad adulta se hace aún más ancho, con una forma que asemeja a una “barriga” o abdomen prominente. Sus raíces se despliegan en forma de aletones o contrafuertes que le dan estabilidad frente a vientos fuertes y pueden alcanzar hasta 5m de altura.

 

La majestuosa y longeva Ceiba es patrimonio natural de Venezuela

 

Su copa amplia, extendida y redondeada, compuesta por ramas gruesas y horizontales en forma de pisos, lo que permite que su diámetro se extienda hasta 40 metros, es otra de las gracias de especie que ornamenta calles, parques y plazas de Venezuela.

La corteza de la ceiba es ligeramente fisurada, de color gris verdoso que en la edad joven, presenta espinas que desaparecen en la adultez, etapa en la que tiene una apariencia lisa y grisácea. Su interior, de color crema amarillento, es granuloso y con fibras abundantes.

De hojas compuestas por cinco folíolos cada una, caen en su totalidad al inicio de la temporada de sequía, dando paso a las flores y los frutos de forma alargada de color verde brillante.

Sus hermosas flores

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Compuestas en racimos de cinco, las flores de la Ceiba Pentandra son de un hermoso color blancuzco, con tonalidades rosadas y amarillas o doradas. Sus frutos son unas cápsulas cuya corteza semeja al cuero tanto en su aspecto como al tacto (coriácea), con tamaños que oscilan entre 10 y 12 centímetros de longitud y en su interior, contienen numerosas semillas negras rodeadas de abundante fibra de color gris, parecida al algodón llamada «seda vegetal» ,  «cadarzo” o “kapok”.

Este mítico árbol da frutos desde los 5 a los 60 años. La fibra que contienen los frutos de los árboles jóvenes  es ligera y blanda y suele emplearse para rellenar colchones, cojines, almohadas y cinturones salvavidas.

La madera de ceiba sirve, además de combustible, para fabricar embalajes para alimentos, canoas, balsas, acabados de interiores (para aislar sonidos y vibraciones), lápices, instrumentos musicales, juguetes, utensilios de cocina y vasijas, entre otros.

El aceite proveniente de las semillas, se puede utilizar para lámparas y elaboración de jabones y pinturas.

La Ceiba de San Francisco

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En la esquina de San Francisco y frente de la Iglesia del mismo nombre, está el majestuoso árbol de 153 años, 36 metros de altura y una circunferencia de cuatro metros. Es uno de los más longevos de Caracas, testigo de varios episodios históricos y de la transformación urbana de la capital de Venezuela.

Sobre el origen de la Ceiba de San Francisco hay varias historias y conjeturas pero la más aceptada, debido a su sustento, es la que atribuye su siembra en 1866 a la hija de Vicente Manzo, funcionario policial de la Prefectura de Caracas.

 

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Cuentan que la niña cuidó con esmero su cultivo hasta que la plántula emergió y en la fotografía de un alemán de apellido Neuman, tomada en 1870, aparece la Ceiba con tres metros de altura y al fondo, la Iglesia de San Francisco y sus antiguos aleros.

Para ese entonces alrededor de la Ceiba estaban, además de la Iglesia San Francisco, el Convento de Las Carmelitas, lugar donde ahora se encuentra el Palacio Federal Legislativo;  el Palacio de las Academias, que albergó la segunda sede la Universidad Central de Venezuela entre 1856 y 1953, y el Convento de la Inmaculada Concepción.

 

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Este monumento vegetal, declarado Patrimonio Natural de Venezuela en 2001, ha sido fuente de inspiración para poetas y escritores venezolanos.

Julio Garmendia escribió en ¡A la Sombra de la Ceiba!:

La vida apenas es un breve momento, y yo, con ser Ceiba, soy perecedera.

Hago testamento: el día que muera ¡ le dejo a la tierra toda mi maderay todas mis flores».

La centenaria ceiba también inspiró los Versos tremendistas de Miguel Otero Silva en 1942, quién afirmó: “Casi un siglo vivir junto al Congreso/ oyendo tantas vainas sin moverte/ no hay piedra ni árbol que resista eso/ más noble es el regazo de la muerte”.

Hoy, después de una centuria y media, la Ceiba de San Francisco continúa presenciando los cambios de Caracas, gracias a los cuidados y podas preventivas que le realizan cada cierto tiempo. Es un ícono de la capital, en especial de su casco histórico, de la esquina y de la iglesia del mismo nombre, templo donde a Simón Bolívar le fue conferido el título de Libertador, el 14 de octubre de 1813, luego de concluida la Campaña Admirable, el 6 de agosto de ese mismo año.

La majestuosa y longeva Ceiba es parte de nuestro patrimonio natural, emblema de Caracas y de lo afirmativo venezolano.

 

Con información de Vereda ULA, La Guia de Caracas, Revista MMCaracas en Retrospectiva


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