Una situación totalmente atípica ocurre en el Círculo Polar Ártico. Su cielo está siendo iluminado por rayos como nunca antes había ocurrido. De hecho, la cantidad de rayos que se genera en la región se ha triplicado, lo que ha disparado las alarmas de los científicos, pues se trata de un fenómeno creciente, especialmente en la última década, que tiene como principal responsable al calentamiento global.
De acuerdo a estudios de un grupo de investigadores de la Universidad de Washington y de Otago (Nueva Zelanda), publicado en un reciente artículo de la revista científica Geophysical Research Letters, mientras el referido fenómeno suponía un 0,2% del total global en 2010, en 2020 ese porcentaje aumentó a 0,6%.
Tales cifras llaman la atención, porque las zonas más frías tienen menos capacidad conductiva, ya que su ambiente tiene menos humedad, que es un requisito indispensable para cargar eléctricamente los cristales de hielo en las nubes. Por efecto del calentamiento global, ahora hay más humedad en el Ártico y esto es lo que está provocando que los rayos se conviertan progresivamente en un fenómeno más habitual.
El Ártico se calienta más rápido
Cabe destacar que el Ártico es una de las pocas zonas que se está calentando a un ritmo superior que el resto del mundo. En concreto, mientras que el planeta se calentó 1,1°C a finales de la década pasada, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el Ártico lo hizo casi en 2°C.
Para los investigadores, el aumento de las temperaturas en la zona, entre los años 2010 y 2020, registró valores de 0,65°C a 0,95°C por encima de la media. Es un síntoma más de las consecuencias que está teniendo el cambio climático en el Polo Norte del planeta.
También se desprende de la mencionada investigación, que el incremento de los rayos coincidió con el de las temperaturas en la región, durante la última década, y el calentamiento ha creado condiciones más favorables para intensas tormentas eléctricas de verano que producen rayos.
En el estudio se comparó el número de rayos que han caído en los últimos diez años en el norte de Canadá, Siberia, Alaska y el Océano Ártico. Los datos mostraron que, especialmente durante los meses de verano, el número de rayos en la región pasó de 18.000 en 2010 a más de 150.000 en el 2020.
Los rayos en el Ártico aumentan los incendios
El aumento de rayos ya está teniendo consecuencias en el Ártico. En los dos últimos años los incendios han marcado un récord en la zona. La superficie quemada ha sido la más importante de la historia y, algunos de ellos, han sido causados directamente por rayos.
Por esta razón, un aumento de la actividad eléctrica supondrá un mayor riesgo de inicio natural de fuegos que, a su vez, tienen repercusiones directas en el clima. De hecho, el intenso calor en la región también está generando que incendios anteriores y supuestamente sofocados acaben reactivándose, lo que se denomina incendios zombies.
Gran parte del aumento de la actividad del fuego se identificó en la República de Sajá, en Rusia, lo que acabó con millones de acres de tierra y creó un fuerte repunte en las emisiones de gases de efecto invernadero. Vale destacar que Siberia notificó un récord de altas temperaturas al registrar 38 grados centígrados.
El permafrost contamina más que el CO2
Pero, además de la incidencia que tiene en la alarmante manera en la que se han triplicado la cantidad de rayos en el Ártico, el calentamiento global genera otras consecuencias en la región, como la desaparición del permafrost (la capa de suelo permanentemente congelada, mas no cubierta de nieve) de la superficie, que amenaza con la liberación de enormes cantidades de metano, un gas de efecto invernadero 23 veces más potente que el dióxido de carbono.
Otra de las consecuencias negativas es la amplificación polar. Este fenómeno ocurre cuando las diferencias de temperatura entre el norte del planeta y las altitudes más bajas, desestabilizan la corriente de chorro (un flujo de aire relativamente fuerte e intenso), desplazando las gélidas temperaturas del norte hacia regiones no acostumbradas a ellas.
Es obvio que el cambio climático está modificando las condiciones de vida del Círculo Polar Ártico. Así como una mayor cantidad de rayos iluminan ahora su cielo, también van derritiendo el grueso hielo que sirve de hábitat y sustento para animales y seres humanos.
Este incremento de los rayos dibuja, en el imaginario, un mecanismo natural que abre el camino para “domesticar” al Ártico, por lo que no pocos soñarán con futuros complejos turísticos, industrias y hasta ciudades en donde hasta ahora el oso polar es el rey de los caminos blancos.
Con información de Verde y Azul, Phys ORG, Ecoavant y El Ágora
Fotos cortesía de Verde y Azul, Milenio, Fundación Aquae, Ambientum y Nuestro Clima
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