Las especies invasoras, sean plantas o animales, pueden causar estragos en los ecosistemas cuando se instalan allí y se apoderan de ellos.
Al ser introducidos en un ambiente natural por accidente o de forma deliberada suelen generar consecuencias negativas en su nuevo entorno que, además, no está adaptado a sus necesidades, pues suelen representar una grave amenaza para las especies autóctonas.
Hasta ahora se ha estimado que el impacto anual de las especies invasoras es mayor a un billón de dólares a la economía global.
¿Qué es una especie invasora?
Las especies exóticas invasoras (EEI) son animales y plantas que han sido introducidas de manera accidental o deliberada en entornos naturales en los que no se encuentran normalmente, con serias consecuencias negativas a su nuevo ambiente. A lo largo de la historia, los seres humanos que han viajado por el mundo han llevado consigo plantas y animales, a veces de forma intencionada y otras sin saberlo. Cuando estas especies no autóctonas se reproducen en nuevos ecosistemas y comienzan a generar problemas, se les denomina especies invasoras.
Todo tipo de plantas y vida silvestre, incluidos árboles, peces, roedores, insectos y hongos, pueden convertirse en invasores. Algunos de ellos se introducen en nuevos lugares convirtiéndose en plagas. Ahora bien, muchas especies introducidas en una región, como cultivos de trigo, tomates y arroz en Estados Unidos, no son invasoras. Sólo cuando una especie exótica daña el ecosistema circundante desplazando a otros organismos y alterando su hábitat, se convierte en invasora.
También representan un peligro para las especies autóctonas que han evolucionado para defenderse, principalmente, de otros depredadores nativos, por lo que pueden estar mal equipadas para hacer frente a los ataques de enemigos nuevos y desconocidos.
Cómo llegan a su nuevo ámbito
Cada día se trasladan productos incluyendo plantas, animales y microbios a distintos lugares del planeta, y este el desplazamiento de especies no autóctonas a nuevos lugares, causa estragos en los ecosistemas.
Otras viajan sin ser invitadas a nuevos destinos, adhiriéndose a los barcos de carga y escondiéndose en los materiales transportados. Por ejemplo, el mejillón cebra, originario de Europa oriental y Rusia occidental, llegó a Europa occidental y Estados Unidos como polizón en el agua de lastre de los barcos. Ahora desplaza a otras especies y obstruye las tomas de agua desde los Grandes Lagos de Estados Unidos hasta los canales de Gran Bretaña.
El cambio climático también está contribuyendo a la explosión demográfica de criaturas autóctonas, como las especies de escarabajos de la corteza que han dañado los bosques del oeste de Estados Unidos, de modo que empiezan a comportarse como invasoras.
Se cree que la chinche apestosa marrón, que ha diezmado cosechas en Estados Unidos y Europa del Este, se ha propagado a través de los buques de carga y se ha visto reforzada por el cambio climático, que está creando estaciones cálidas más largas para que los insectos se reproduzcan. En algunos casos, especies invasoras como algas, mejillones y crustáceos, pueden incluso atravesar los océanos a bordo del plástico, sobreviviendo durante años en la basura y reproduciéndose donde aterrizan.
Especies invasoras por el mundo
A lo largo del planeta se pueden encontrar especies invasoras. Por ejemplo, en el Mediterráneo el pez león es una de las más dañinas, pues se trata de una de las criaturas marinas más venenosas y un cazador habilidoso que puede destruir poblaciones de peces autóctonos con facilidad e impactar gravemente en los ecosistemas.
Mientras que en Estados Unidos tienen que lidiar con invasores no deseados procedentes de Asia: el gusano cabeza de martillo, la mosca de la luna, el avispón asesino o la chinche apestosa marrón.
Por otro lado, especies americanas causan estragos en el extranjero como, por ejemplo, el gusano telarañero, que devasta miles de hectáreas de bosque en China cada año. Y en Europa, el chinche del sicomoro devora los plátanos que bordean los Campos Elíseos de París.
Medidas para evitar la invasión de especies
Para controlar y evitar la invasión de especies se han acordado internacionalmente tres medidas principales, iniciando con la prevención, que establece acciones orientadas a impedir que estas especies no nativas entren a una nación, región o cultivos. Y es que una vez que se establecen, son extremadamente difíciles de erradicar, por lo que la mejor solución es evitar que suceda.
En segundo lugar, la detección temprana y erradicación rápida, medida con la que deben contribuir todas las partes interesadas. Finalmente, están las acciones de gestión concertada, necesarias para minimizar los daños causados.
Los viajeros, navegantes y campistas también pueden ayudar limpiando su calzado, vehículos y equipo antes y después de visitar un destino.
Respecto a los métodos utilizados para controlar las especies invasoras encontramos el desbroce y la limpieza manual de las especies vegetales, así como la caza y la pesca. Otro concepto, el control biológico, consiste en investigar y cultivar enemigos naturales de estas especies. Por ejemplo, en las décadas de 1940 y 1950 se utilizaron dos especies de escarabajos para controlar la hierba de San Juan en California, donde estaba enfermando al ganado.
Los que salieron mal
La carpa asiática se introdujo, durante las décadas de 1960 y 1970, en el sur de Estados Unidos para limpiar las algas y la vegetación de los estanques de acuicultura y las lagunas de aguas residuales. Pero las inundaciones y otros factores ocasionaron que estos grandes peces escaparan a la naturaleza, donde rápidamente se convirtieron en una molestia, comiendo el plancton que otros peces necesitan como alimento.
Otro ejemplo es el de varias islas de Hawái y las Antillas, donde se introdujo la mangosta para controlar las poblaciones de roedores en las plantaciones de caña de azúcar en el siglo XIX. Sin embargo, además de roedores comenzaron a comer pájaros, reptiles, frutas y otras especies autóctonas, y ahora se han instalado como residentes no deseados. Algo parecido ocurrió con los sapos de caña en Australia, llevados para comer escarabajos en las plantaciones de caña de azúcar en la década de 1930. Se instalaron y empezaron a competir con los animales autóctonos por la comida y el refugio, además de envenenar a los animales domésticos y a las personas.
La introducción de plantas en un nuevo territorio también ha tenido consecuencias imprevistas. El kudzu, considerado en un principio como una forma de controlar la erosión del suelo en el sur de Estados Unidos, resultó ser un invasor de rápido crecimiento que ahoga a otras plantas e incluso alberga a otros invasores, como la roya de la soja y el chinche del kudzu. Y el mezquite P. juliflora, plantado en África para evitar la desertificación, resultó ser un asesino de animales que se alimentan de la tierra, bloqueando las rutas de migración y los abrevaderos para el ganado.
Ejemplos de éxito
Aunque el control de las especies invasoras a menudo trae serios problemas, han existido casos exitosos de la inserción de éstas.
En la isla Hawadax de Alaska, el envenenamiento masivo erradicó una infestación de ratas. Y a principios de la década de 2000, el Estado de Washington utilizó la recolección selectiva de árboles, los pesticidas y la educación pública para detener la propagación del escarabajo de cuernos largos de los cítricos, después de que se detectara en un cargamento de bonsáis procedentes de Corea.
El mezquite invasor en África puede utilizarse como madera o carbón vegetal, mientras que el pastoreo de ganado, los herbicidas y la quema controlada se han utilizado para hacer frente al kudzu.
Especies nativas pueden controlar a las invasoras
Un reciente estudio del Institut de Ciències del Mar y el Centro Superior de Investigaciones Científicas (ICM-CSIC) ha revelado que pulpos juveniles, Octopus vulgaris, controlan poblaciones de especies invasoras en el Mediterráneo.
La investigación, publicada en la revista Reviews in Fish Biology and Fisheries, ofrece resultados que ayudan a identificar los requerimientos alimenticios de estos cefalópodos durante la fase más desconocida de su ciclo vital.
Los autores del trabajo evalúan de qué se alimentan los pulpos recién asentados en el lecho marino, tras la etapa planctónica de su vida. El estudio, realizado en colaboración constante con el sector pesquero, revela que los pulpos juveniles son especialistas en el consumo de un grupo de pequeños crustáceos denominados anfípodos, destacando la especie invasora Jassa slatteryi. Esto sugiere que podrían desempeñar un importante papel como reguladores de esta especie foránea que ha colonizado el Mediterráneo.
A nivel ecológico, este conocimiento puede ayudar en la conservación de ecosistemas marinos donde habitan pulpos, a detectar signos tempranos de desequilibrio ecológico y diversidad microbiana, así como en la evaluación del impacto del cambio climático.
Especies invasoras en Venezuela y el Caribe
El Caribe y Venezuela no están exentos de recibir estos invitados no deseados. Uno de los más conocidos es el coral blando Unomia stolonifera, que tapiza los fondos de la costa oriental asfixiando a los corales y amenazando con extenderse por todo el Mar Caribe.
Entre otras especies invasoras por este lado del mundo está el ya conocido pez león, originario del indo pacífico, introducido por múltiples vías a todo el océano Atlántico, siendo el primer registro en Venezuela en 2009 en el estado Aragua. Además, hay diversos moluscos invasores como los mejillones Perna perna y P. Viride.
Más recientemente, se ha reportado en Venezuela la presencia de un coral duro exótico, potencial invasor denominado Acropora azurea proveniente del océano Pacífico, siendo el primer coral pétreo introducido en el Caribe. El género Acropora está entre los más vendidos por el comercio de la Acuariofilia (IUCN), por lo que se sospecha fue introducido para su reproducción y posterior comercialización, como también se cree que ocurrió con el Unomia stolonifera.
Además hay cinco especies de camarones introducidos en Venezuela para cultivo en piscinas en tierra firme. La comercialización de especies de camarones ornamentales exóticas para la acuariofilia representa un enorme peligro para la introducción de potenciales invasores.
Con información de Ecoticias, National Geographic, Fundación Los Roques y Business Biodiversity
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