La primera escritora venezolana fue una monja baruteña que vivió en el claustro de Las Carmelitas. María Josefa de la Paz y Castillo, conocida como Sor María de los Ángeles desde 1790, cuando ingresó en el Convento de Caracas.
Vivió en Caracas entre los siglos XVIII y XIX. No se tienen muchos datos sobre la vida de esta religiosa carmelita, incluso se desconoce la fecha exacta de su muerte. Sin embargo desde la colonia, Sor María de los Ángeles quedaría registrada como la primera mujer que en nuestro país se dedicó a las letras, específicamente al género de la poesía. Aunque solo dos poemas de su autoría se pueden leer actualmente: “Anhelo” y “Terremoto”.
Su obra refiere a una vida de aislamiento y silencio, un camino que escogió como propio pero que al dedicarse a la escritura, sería compartido por escritoras venezolanas como Teresa de la Parra.
María Josepha
María Josepha Damiana Paz y Castillo Padrón, quien sería la primera escritora venezolana, nació el 26 de septiembre de 1765 en Nuestra Señora del Rosario de Baruta, hoy pueblo de Baruta, en ese tiempo una población apartada de Caracas.
Su padre, el canario don Blas Francisco Paz y Castillo, ejerció como Procurador General y Alcalde Ordinario del Cabildo. Doña Juana Isabel Díaz Padrón se llamaba su madre, quien tuvo dos niñas y cinco varones que participaron en la lucha independista. Su hermano Tomás fue Alcalde del Cantón de Santa Lucía, mientras que Juan fue Capitán de las Milicias Reales cuando se instaló, en 1810, la Junta Soberana de Caracas y, posteriormente, se desempeñó como gobernador de Caracas en 1812.
Otro de sus hermanos, Blas Paz Castillo, fue capitán de infantería y perdió la vida en la batalla de Urica en 1814. Además, fue abuelo de Fernando Paz Castillo (1893-1981), poeta, crítico literario y educador venezolano del siglo XX.
Conocida como una mujer modesta y piadosa, ha sido descrita como una mujer aguda y bella. Sobre la joven María Josefa el escritor Eugenio Méndez y Mendoza refirió: “Brillaba en los salones, si bastante por su rara hermosura, mucho más por el ingenio que solo se revelaba a los 16 años en la frase intencionada, en la oportunidad con que expresaba un concepto”.
La vida en el claustro
Desde muy joven María Josepha expresó su deseo de ser monja carmelita de clausura. Su carta de solicitud de ingreso al convento de Caracas de la orden de las Carmelitas Descalzas data de 1781. Para ese momento, vivían allí el máximo número de monjas permitido por la orden, así que tuvo que esperar diez años, hasta que una de las religiosas falleció, para unirse. Tenía 25 años de edad.
En 1792, María Josepha Damiana tomó formalmente los hábitos y adoptó el nombre con el que quedaría registrada como la primera escritora venezolana: sor María Josefa de los Ángeles.
A partir de ese momento pasaría su vida en el claustro, tras los muros del convento. Siguiendo por voluntad propia un camino de aislamiento y silencio.
Debido a que fue una religiosa de clausura, poco se conoce de la vida de Sor María de los Ángeles, incluso se desconoce su fecha de muerte. De los datos de los archivos de las nóminas de la elección de la priora del convento, en la que participaban todas las religiosas profesas, se infiere que falleció entre 1834 y 1837.
Las Carmelitas Descalzas
La orden de las Carmelitas Descalzas fue fundada a mediados del siglo XVI por la mística y escritora española Santa Teresa de Jesús, declarada Doctora de la Iglesia.
En Venezuela sus orígenes se remontan a 1725, cuando la viuda doña Josefa Melchora de Aponte y Aguirre obtuvo permiso de la Corona española para establecer un convento de esta orden en Caracas, para lo cual donó su fortuna, herencia y propiedades.
El convento abrió sus puertas en una casa, propiedad de la viuda, ubicada en la actual avenida Urdaneta en 1739. Funcionó hasta el 5 de mayo de 1874, cuando el presidente Antonio Guzmán Blanco lo clausuró. En el espacio donde estuvo el convento que acogió a la primera escritora venezolana, funciona la actual sede del Banco Central de Venezuela (BCV) desde 1965 y la esquina continúa llevando el nombre Carmelitas.
Primera escritora venezolana
Las referencias literarias de la Venezuela colonial son escasas, entre otras razones porque la imprenta llegó al país en 1808.
En ese tiempo Sor María de los Ángeles alternó la estricta vida como monja de clausura con la creación lírica. Su devoción y carácter propio hicieron de la primera escritora venezolana una poeta religiosa, de raíz cristiana, inspirada en Santa Teresa de Jesús, fundadora de su orden.
Lamentablemente casi la totalidad de su obra se ha perdido, y solo dos de sus poemas quedaron para la historia, gracias a que fueron incluidos en volúmenes antológicos muchas décadas después de su muerte.
El Parnaso Venezolano de Julio Calcaño, publicado en 1892, recoge el poema “Anhelo”. Mientras que Orígenes de la poesía colonial venezolana, de Mauro Páez Pumar, incluyó el poema “El Terremoto”.
El poema “Anhelo”
Para la escritora y profesora María Ramírez Delgado, los poemas de Sor María Josefa de los Ángeles destacan no solo por ser las primeras letras que se conservan de una mujer venezolana, sino que evidencian un acto de libertad, pues fueron escritas por decisión propia.
“Anhelo” sigue lo planteado por Santa Teresa de Jesús en sus escritos de 1571 y refiere al tema del alma atrapada en el cuerpo, detalla el sufrimiento del alma contemplativa ante la espera de la vida eterna, colocando su esperanza en la muerte misma, la única que puede unir el alma con Dios.
Con siete estrofas y 28 versos, este poema es una clara referencia a la poesía mística española que resume la búsqueda de la vida religiosa.
Es mi gloria mi esperanza,
es mi vida mi tormento,
pues muero de lo que vivo
y vivo de lo que espero.
Espero gozar mi vida
en la muerte que padezco,
en cada instante que vivo
un siglo forma el deseo.
Deseo morirme y, cuando
efecto juzgo mi afecto,
la muerte traidora huye
para dejarme muriendo.
El terremoto
“El Terremoto” por su parte, es una crónica poética del movimiento telúrico que sacudió a Venezuela en horas de la tarde del 26 de marzo de 1812. El sismo causó estragos en la capital y otras ciudades, dejando 20 mil muertos, 10 mil de ellos solo en Caracas.
El poema está compuesto por 224 versos y 55 estrofas. Allí la primera escritora venezolana muestra la sensación del terremoto mismo y expresa su pensamiento sobre el desastre desde la tragedia.
Presenta a la humanidad sumida en la tristeza y la desolación, así como las consecuencias que la tragedia para el hombre.
El convento no fue destruido, pero sufrió daños que debieron ser reparados, tuvieron que abandonarlo temporalmente. Desde su alojamiento provisional, ubicado cerca del actual Hospital Militar, la primera escritora venezolana creó este largo poema:
En el veinte y seis de marzo / La tierra se estremeció / De mil ochocientos doce / ¡Qué espanto, qué admiración!
No se oyen más que lamentos / en la hermosa Venezuela / Y solo por ser cristianos / Este golpe resistieron.
Se vieron muchas señoras / De las que el mundo seguía / Ataviadas y compuestas / En los escombros metidas.
Como se iban descubriendo / Los perros se las comían / Y tiraban de sus carnes / Por el hambre que tenían.
Los poemas “Anhelo” y “El terremoto” quedarían registrados como huellas de la obra de la primera escritora venezolana, único testimonio literario documentado de una mujer criolla en el siglo XVIII.
Con información de La Guía de Caracas, Fundación CIEV y Egly Colina Marín Primera Blog
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