La historia ancestral de Venezuela nos ha legado tradiciones y creencias, como las de Momoyes y Ceretones, parte de los seres mágicos que viven en la memoria de nuestros pueblos gracias a la narración oral.
Narraciones que evidencian el sincretismo cultural donde se amalgaman elementos propios, heredados del pasado, con los de otras culturas. Tienen en común que guardan semejanzas con leyendas europeas referidas a duendes o gnomos, pues son figuras pequeñas y fantásticas.
De esta manera, tradiciones y creencias como las de Momoyes y Ceretones, han permanecido en el tiempo porque lograron el tránsito de una cultura a otra, preservando elementos originarios, sumados a los heredados de una cultura ajena, experimentando con ello un proceso de enriquecimiento y fortalecimiento.
Los Momoyes y Ceretones son un ejemplo de las tradiciones y creencias que se mantienen firmes en el corazón de los pueblos, defendiendo con ello su legítimo derecho a ser reconocidas como parte de su patrimonio vivo.
Los Momoyes y la naturaleza
La etnia Cuicas vivió, en tiempos muy antiguos, en la zona andina donde hoy se asientan los pueblos Jajó, Boconó, Escuque y Carache. En estas tierras, con abundantes alimentos y crecidos caudales de agua, se dedicaron al cultivo de la tierra, por lo que sus tradiciones y creencias giraban en torno a ella.
Los Cuicas adoraban a los dioses protectores de la tierra, conviviendo en armonía con los elementos naturales. El despojo cultural impuesto por la colonización española, llevó a sus herederos a defender su legado, sus tradiciones y creencias. Para continuar su actividad de ofrendar al agua y la naturaleza, reunieron sus deidades indígenas en una sola figura: El Momoy, fusionada con la leyenda de duendes o gnomos benefactores de origen europeo.
De esta manera sobrevivió la cultura originaria de estas tierras del pie de monte andino, representada hoy en el mito de los Momoyes.
Esta tradición milenaria fue modernizándose y tomando elementos propios de su entorno, de la vida rural, de la faena campesina de siembra y cosecha, en la que el papel de las lluvias, así como del caudal de las lagunas, ríos, y quebradas, tiene enorme significado para la obtención de buenos frutos.
Tradiciones y creencias
Al adaptar la leyenda a la realidad venezolana, al Momoy se le identificó con el trabajador del campo, por lo que se le coloca un gran sombrero de ala ancha de cogollo y un traje campesino o especie de liquiliqui.
De acuerdo a las tradiciones y creencias, estos seres mágicos habitan lagunas, ríos, quebradas de los páramos, así como en el fondo de la tierra y las montañas. Son una presencia arraigada en el imaginario popular de los habitantes de la región andina.
Viven donde hay poca intervención del hombre, por lo que entre sus principales asientos en Trujillo están la Laguna de Agua Negra en Boconó y la Laguna de Los Cedros.
Aunque se les llama espíritus del agua, están vinculados con otros elementos de la naturaleza.
Estos duendecitos bonachones pero juguetones al mismo tiempo, son descritos como pequeñas personas con barba. Les gusta el miche, el chimó y el tabaco. Por ello los pobladores se los ofrendan en lagunas, ríos, quebradas, nacientes de agua para pedirle favores o protección para sus cosechas, o para mantenerlos contentos y que las lluvias no produzcan las temidas inundaciones o crecidas de los ríos.
Los Momoyes son venerados con los sonidos de las maracas, tambores, guitarras y el violín. Estos instrumentos son populares en la zona, muestra de interculturalidad, pues fusionan la cultura indígena, africana y española.
Cuentan que cada 24 de junio “Día de San Juan”, los Momoyes salen de sus poblados tocando sus tambores. Ese día están de fiesta y el viento sopla muy fuerte e incluso puede llover. Se cree que, si alguien se tropieza con alguno de ellos en esa fecha, pudiera indicarle el camino donde tiene guardado su oro.
Los Ceretones, unos duendes enamoradizos
Las historias de Ceretones son comunes en los pueblos de la Sierra de Falcón y Lara. Dicen que son duendes enamoradizos y también se les conoce como duendes “sobadores” o Cachuchón, porque llevan un amplio sombrero.
Estas criaturas persiguen a las muchachas bonitas, les declaran su amor e incluso, las secuestran y se las llevan a las montañas.
Muchas veces ella lo puede ver en sueños o en determinados momentos, pero él lo que busca es hacerse sentir y reducirla por el temor. Por esta razón comienzan a ocurrir extraños fenómenos en su casa. Los techos son víctimas de un fuego misterioso, pero no se queman.
Entre las ocho de la noche y las cinco de la madrugada, tumban cosas y tiran piedras en el tejado. Generalmente las piedras con las que el Ceretón ataca las casas de sus víctimas, llegan y desaparecen misteriosamente.
Algunos aseguran que las tradiciones y creencias referentes a ellos, son un legado de Los Welser, conquistadores alemanes que dominaron la región en el siglo XVI.
La tradición oral relata que se trata de una persona que hace pacto con el maligno, y logra hacerse invisible después de un proceso de iniciación. En la Sierra aseguran que protegen a los pobladores de los terremotos.
Hay falconianos que dicen conocer como ceretonizar a una persona, volviéndola invisible. Así, el enamorado rechazado puede convertirse en Ceretón, y hacerse invisible para acercarse a su amada.
El pacto se consagra con la prueba del espejo, al desaparecer su imagen, el Ceretón se despoja de la ropa, la coloca en un montón, y se va a la conquista de la mujer que le gusta. En algunas regiones se dice que la invisibilidad la logra masticando los huesitos del aguaitacamino, pájaro al que entierra vivo.
Atrapar a un Ceretón
De acuerdo a las creencias, hay distintas formas de atrapar a un Ceretón o detenerlo, pues tiene puntos débiles. En ocasiones, su poder sobre una casa dura solo seis días y desaparece luego de un tiempo de inactividad.
Se dice que este ser mágico está obligado a buscar su ropa donde la dejó. Si no la consigue puede quedar convertido en Ceretón hasta que desaparece del todo. Por ello en Falcón, si encuentran un montón de ropa, los policías suelen meterla en una celda para que el Ceretón entre y después no pueda salir. Pero atraparlos no es fácil, pues cubren su cuerpo de cera por lo que, si alguien pretende agarrarlos, escapan fácilmente.
Para desaparecerlos le disparan balas con sal y marcadas con una cruz. Mientras que para atraparlos, se les echa un puñado de sal. El Ceretón se ve obligado a recoger cada grano antes de que salga el sol para dejarlos frente a la casa. Al día siguiente, ya con forma humana, el Ceretón debe pasar por la vivienda a pedir agua o un puñito de sal, quedando al descubierto.
Tenebrosos haitones
Los pobladores de la sierra cuentan que los ceretones habitan en los haitones, enormes cavernas verticales creadas por la acción del tiempo en La Sierra de San Luis. Se cree que estas profundas depresiones geológicas son abismos sin fondo y en sus entrañas, moran los “coy-coyes” o “guácharos”.
Desde ellas se escuchan extraños cantos que invitan a entrar. Sin embargo, advierten los lugareños, que quien se atreve a adentrarse en los haitones, no aparece sino varios años después y sin la capacidad de hablar.
Esa es la ruta por donde se desplazaban los conquistadores y estas tétricas historias, pudieron haber tenido su origen en el imaginario indígena con la finalidad de asustar a los forasteros y deshacerse de ellos.
Pero estas cuevas suman otras sorprendentes historias. Se cuenta que en ellas lanzaban a los esclavos rebeldes en la antigüedad y también que fueron utilizadas como escondite de guerrilleros en la década de 1960.
Historias como las de los Momoyes y Ceretones mantienen la dignidad legítima que merece todo pueblo desde el respeto a sus mitos, tradiciones y creencias, como patrimonio vivo de su gente.
Con información de Otras Voces en Educación, Ciudad Escrita Blog y Aleteia
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2 comentarios
Leyendas y tradiciones, cultura ancestral, cuanto falta de verdad rescatar tanta, riqueza cultural de nuestras tierras, gracias y mil veces gracias por este grano de arena en la divulgación de nuestra cultura autóctona.
Muchas gracias a usted por leernos.