Las aguas subterráneas son una fuente crucial de agua dulce, sin embargo, numerosos acuíferos en todo el mundo se están agotando muy rápido. Esto está ocurriendo en zonas de climas secos, especialmente, con prevalencia en tierras áridas y semiáridas bajo cultivo.
A esta conclusión llegó un grupo de investigadores que estudió, durante tres años, los niveles mundiales de agua subterránea, proporcionando el análisis más completo sobre el tema hasta la fecha.
Según el estudio, publicado por la revista Nature en enero de este año, esta aceleración generalizada en la disminución del nivel de las aguas subterráneas amenaza los suministros de agua potable y la producción mundial de alimentos; así como el uso de los acuíferos para la adaptación en respuesta al aumento de las inundaciones y sequías provocadas por el cambio climático.
Pero los investigadores no solo dan la alarma sobre la disminución de los recursos hídricos, también señalan los casos donde esta tendencia ha disminuido e incluso revertido con ejemplos concretos.
Niveles de aguas subterráneas en números
El estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara, la University College de Londres y la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH Zürich), inició con la revisión y clasificación de los datos obtenidos de 300 millones de mediciones del nivel del agua, realizadas en 1,5 millones de pozos durante los últimos 100 años.
Una vez culminado ese proceso, examinaron más de 1.200 publicaciones con el fin de reconstruir los límites de los acuíferos en las regiones de investigación. A partir de allí, se centraron en áreas donde existen registros del nivel de las aguas subterráneas a largo plazo mediante el monitoreo en las bocas de pozo, recopilando datos y evaluando las tendencias del nivel del agua subterránea de 1.693 acuíferos en más de 40 países.
Los resultados evidencian que el agua subterránea está cayendo en el 71% de los 1.693 acuíferos evaluados. De ellos, 36% está perdiendo agua más de 0,1 metros por año; mientras que en el 12% la disminución anual es más de 0,5 metros.
Tras analizar las tasas de disminución de las aguas subterráneas en las décadas de 1980 y 1990, se percataron que desde 2000 hasta el presente se ha acelerado el agotamiento en el 30% de los acuíferos monitoreados, especialmente los localizados en las regiones secas.
Efectos indeseables de la disminución del agua subterránea
En el ciclo hidrogeológico, las aguas subterráneas son un componente importante y representan 98% del agua dulce no congelada. Son responsables de muchos procesos geológicos y geoquímicos; así como sostén de varias funciones y servicios ecológicos. Durante los últimos cincuenta años, el uso de las aguas subterráneas ha aumentado significativamente no solo por su presencia generalizada, también debido a un mayor conocimiento sobre el tema, y el desarrollo tecnológico para la perforación y bombeo.

Fotografía Naciones Unidas.
Señala los investigadores que además de que el agua subterránea suministra, aproximadamente, la mitad del agua utilizada para beber y regar en el mundo, sustenta ríos y arroyos en ausencia de precipitaciones. En ese sentido, los acuíferos agotados provocan hundimientos del terreno que pueden dañar la infraestructura e inducir la intrusión del agua de mar y contaminar los pozos de agua dulce en ambientes costeros.
“Este agotamiento puede tener una serie de efectos indeseables en el suministro de agua para el ser humano. Por ejemplo, afecta a la capacidad de un pozo para bombear agua a la superficie, es decir, que se secan. Asimismo, el bombeo excesivo también provoca la intrusión de agua de mar o la degradación de la calidad. Y, dado que los recursos de aguas subterráneas y superficiales suelen estar interconectados, dicha extracción excesiva puede afectar a la cantidad de agua disponible en los ríos”, afirma la coautora del estudio Debra Perrone, profesora asociada en el Programa de Estudios Ambientales de la Universidad de California en Santa Bárbara.
Optimismo moderado
La investigación también arrojó resultados positivos que, en opinión de los autores, dan cabida a un optimismo moderado. De los acuíferos estudiados, los datos revelan que en 100 de ellos la tendencia al descenso de las aguas subterráneas se ha ralentizado, detenido o invertido.
Precisa el estudio que el 6% de los acuíferos hubo un aumento del nivel del agua de 0,1 metros por año, mientras que en 1 % presentó una tasa anual de 0,5 metros. Este cambio en la tendencia puede ser el resultado de reducciones en el consumo de agua subterránea, la implementación de políticas de consumo, transferencias de agua superficial, o cambios en la cobertura del suelo y proyectos de recarga gestionada.
“Nuestro trabajo sugiere que podemos ser prudentemente optimistas, en el sentido de que nuestros datos revelan unos 100 acuíferos en los que el descenso de las aguas subterráneas se ha ralentizado, detenido o invertido. Cautelosos en el sentido de que las tasas de descenso de los niveles de estas aguas son mucho mayores que las tasas de aumento de los niveles de aguas subterráneas: es más fácil empeorar las cosas que mejorarlas”, expresa Perrone.
Scott Jasechko, el autor principal del estudio, profesor asociado de la Universidad de California en Santa Bárbara, resalta el “estudio muestra que los humanos pueden cambiar las cosas con esfuerzos deliberados y concentrados”.
¿Puede revertirse el agotamiento de un acuífero?
Los investigadores examinaron además ejemplos de recuperación recursos hídricos subterráneos agotados, luego la intervención humana. Casos que van desde Albuquerque, Nuevo México, hasta Bangkok, Tailandia, donde acciones como la implementación exitosa de políticas de conservación del agua, las transferencias de agua entre cuencas y el uso de aguas superficiales y de inundaciones pueden reponer los acuíferos agotados.
Uno de los ejemplos es el de Tucson, Arizona, donde el agua asignada del río Colorado se utiliza para reabastecer el acuífero en el cercano valle de Avra. El proyecto almacena este recurso para su uso futuro.
Sin embargo, como reconoce Jasechko, las intervenciones en aguas subterráneas pueden tener ventajas y desventajas. En el caso de Tucson es una bendición para el acuífero local, pero las retiradas han provocado que el caudaloso río mengüe la superficie. El Colorado rara vez llega a su delta en el Golfo de California.
“El agua subterránea a menudo se ve como una cuenta bancaria. Rellenar intencionadamente los acuíferos nos permite almacenar esa agua hasta un momento de necesidad”, acota el autor principal del estudio.
Con información y fotos de Revista Nature, Universidad de California en Santa Bárbara y University College London
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