En 2020, como consecuencia de la desaceleración de la actividad económica e industrial del mundo a consecuencia del Covid 19, la humanidad ha retrasado tres semanas la utilización de todos los recursos que el planeta es capaz de regenerar en un año. Se trata de “buenas noticias” signadas por una circunstancia excepcional, pero al mismo tiempo un ejemplo de cómo es posible revertir el curso auto destructivo con que transita la especie a instancias de la crisis sistémica devenida en calentamiento global.
Sin embargo, un informe aportado por ‘Global Footprint Network’, indica que ya para el sábado 22 de agosto la humanidad había consumido todos los recursos que el planeta es capaz de recuperar en 365 días.
Si bien la alarmante tendencia de sobreconsumo terrestre se revierte ligeramente este año, se trata de una excepción sobrevenida que no obedece a la acción convenida por el concierto de las naciones, toda vez que las mediciones de las últimas décadas muestran cómo se adelanta, cada vez más, la fecha de la sobrecapacidad planetaria. En 1970, año de arranque del cotejo, estableció el 29 diciembre como el día de la deuda ecológica terrícola; en 1980 el 4 de noviembre, en 1990 el 11 de octubre, en 2000 el 23 de septiembre, en 2010 el 7 de agosto, en 2019 el 29 de julio.
La propensión de las últimas décadas no sólo muestra mayor rapidez-calendario o acortamiento de la capacidad de reposición de recursos naturales a instancias del metabolismo socioeconómico, sino también aumentos de la demanda de recursos para satisfacer necesidades en general; en promedio, se requieren 1,75 planetas para sostener la actual tasa de consumo global.
Que la humanidad utilice el 100 % de los recursos ecológicos 1,75 veces más deprisa que la capacidad de regeneración de los ecosistemas, en 12 meses, supondrá que el Día de Sobrecarga de la Tierra eventualmente llegará en enero, lo que significaría que ya no se renueven los recursos naturales y se comience a consumir lo que quede, hasta el punto de agotamiento del límite convencional de agua, tierra cultivable, aire limpio, poblaciones de peces, especies vegetales y demás recursos del globo terráqueo.
Todos somos responsables del futuro de las próximas generaciones, pero particularmente quienes insisten en maximizar su tasa de ganancia sin reparos medioambientales, al gastar el capital natural del planeta y reducir su capacidad futura de regeneración, desatendiendo todos los llamados de la comunidad científica, la opinión pública cada vez más movilizada en pos de la causa ambientalista y, por la propia respiración entrecortada del organismo planetario con sus nítidos llamados de socorro.
Por ahora, el Sobregiro de la Tierra lo pagan los sectores más vulnerables, quienes paradójicamente por cada cuota “amortizada” ven incrementar sus fatalidades sociales.
La Sobrecarga Planetaria, un consumo que terminará por detener la rotación del metabolismo terrestre
El agotamiento de los recursos naturales, primordialmente, ubica su epicentro en el sobreconsumo, y en especial en el consumo innecesario. Y si bien las personas con posibilidades de gasto pueden cambiar sus patrones y hábitos dispendiosos, la influencia de la maquinaria productivista y la industria propagandística de las grandes Corporaciones oferentes de bienes y servicios, dificultan la irrupción de una hoja de ruta que reduzca el sobregiro personal; esto es, la huella de carbono y la huella ecológica de cada individuo en términos de comida, abrigo, movilidad, y recursos en general. No obstante, el consumo responsable es un imperativo universal que las sociedades deben poner en marcha.
No puede atribuirse al aumento de la población el irrefrenable sobregasto ecológico, sino al consumismo frenético de mercancías, muchas de las cuales pudieran ser prescindibles, por ejemplo, el recambio de aparatos celulares y tecnologías lúdicas cada año, la inducción al recambio de la industria de la moda, los artificios de la obsolescencia programada, etcétera.
El planeta agota todos sus recursos anuales dramáticamente; por ejemplo, al talar bosques indiscriminadamente, sin darle tiempo al ecosistema de regenerarse por cuenta propia o por medio de la reforestación. El saldo negativo de la naturaleza supone explotar más de lo que se restablece y produce. Existen quienes, con miras cortas, solo observan la rentabilidad de sus negocios y suponen que un daño puntual no influye en la crisis climática, pero el sistema planetario está interconectado y la agregación de desarreglos es la causa fundamental de las inestabilidades del Antropoceno.
Resarcir los daños y preservar los equilibrios ecológicos supone remediar el gravamen planetario.
El 20% de la población del planeta, poseedora de medianos y altos ingresos, consume el 70% del total mundial, el restante 80% más pobre, es responsable solamente del 30% de todo el consumo.
Las capacidades de la Tierra son finitas, de allí que se precisa implementar esquemas universales de consumo responsable y derrocar el imperio del hiperconsumo en las sociedades, especialmente las del norte desarrollado, y de poner coto a la acción inescrupulosa de los grupos de poder de cualquier latitud; esto es, emplear la ‘fuerza institucional pública’ para la regulación de prácticas de sobreproducción y sobreconsumo innecesario, limitar las operaciones psicológicas que inducen al consumismo y las modas efímeras, obligar la manufactura de mercancías duraderas de bajo gasto energético, y asegurar la redistribución de bienes y servicios entre la población mundial, como vía de resarcimiento del comportamiento depredador de quienes han empleado los recursos de la humanidad para beneficios particulares.
“El consumo es necesario para el desarrollo humano cuando amplía la capacidad de la gente y mejora su vida, sin menoscabo de la vida de los demás”, nos recuerda Nadine Gordimer, lo contrario supone continuar insuflando la emergencia planetaria.
Día del exceso de la tierra, el festín debe continuar
Si todas las naciones adoptasen el “American lifestyle” patrocinado por la cultura de Estados Unidos, para muchos modelo de civilización a seguir, se necesitarían una superficie equivalente a 5 planetas para satisfacer la demanda de consumo mundial; para emular el estilo de vida de Alemania, Rusia, Francia, Reino Unido, o Suiza, se requerirían en promedio 3 veces la capacidad de recursos terrestres, si se viviese como lo hacen en España, Italia o China se necesitarían en torno a los 2,5 planetas.
Por su parte, Japón necesita 8 veces su territorio para cubrir su consumo de recursos naturales, o lo que equivale a decir que 8 ‘japones’ serían necesarios para atender por cuenta propia la demanda de los japoneses, pero al no poseer tal extensión, opta por emplear recursos de otras latitudes, sumergiendo, cada vez más profundamente en la pobreza a centenares de millones de personas en países pobres.
Venezuela se ubica con un consumo que supera sus capacidades equivalentes al 50%, en términos de utilización de todos los recursos naturales previstos para un año completo, lo que implica reforzamientos de los aparejos con que se ha de continuar transitando la senda con la perspectiva ecosocialista rasgando el horizonte.
Existen otros países con conductas inaceptables, como Qatar, cuyo sobregiro de consumo es de apenas un mes, y otros que dictan ejemplo de responsabilidad como Indonesia o Suecia que emplean menos de los bienes que poseen y adicionalmente generan excedentes cada año, convirtiéndose en una suerte de acreedores ecológicos.
La brecha de desigualdad entre naciones, mal puede referirse a las diferencias entre países ricos y pobres, sino a la expiación del gasto de los recursos de la biósfera que han de considerarse, sin ambigüedades, patrimonio de la humanidad.
Por tanto, urge una legislación planetaria respecto de la obligación de manufacturar productos de calidad y perdurables. Ello supone la reconversión industrial mundial, y la lógica de maximización de ganancias.
Con la riqueza del 1% de la población mundial se podrían sustentar las necesidades básicas insatisfechas del 80% de los habitantes del planeta que, ahora mismo, carecen de medios para su sustento, y que además están condenados generacionalmente a no superar la precariedad, habida cuenta de las castraciones educativas, las depauperaciones de su entorno natural y la inequidad del sistema económico esclavista, reenfocado en nueva modernidad.
La deuda ecológica por sobreconsumo debe repararse, en ningún caso condonarse.
Llamarse a engaños es un atajo inadmisible, se sabe qué debe hacerse, cuáles medidas implementar en planificación urbana y desarrollo, en energías renovables, en reducción de desperdicios residuales, químicos, plásticos y particularmente de alimentos, en derechos humanos y justicia social, en redistribución de riquezas, bienestar y buen vivir universal, en planificación familiar, en regulaciones y prohibiciones, en regeneración de ecosistemas naturales, en acciones concretas contra el cambio climático y, esencialmente, en adopción de modos de vida que aseguren equilibrio con la Pachamama.
Las élites poderosas hipotecan el futuro del orbe y de los sobrevivientes del planeta. Llegado el momento, se agotará el crédito o bien la capacidad de endeudamiento, para ese entonces las plutocracias no tendrán subordinados a quienes continuar expoliando, ni planeta habitable. Si su apuesta por escapar rumbo a otras rocas extra terrícolas tiene éxito, habrán de comenzar desde cero en las nuevas colonias, de lo contrario, sus restos yacerán junto a los otros mortales de aquella especie extinta que malamente se hubo convenido en denominar Homo Sapiens.
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2 comentarios
Excelente artículo que incorpora el tema medioambiental a la política, como un factor de primordial importancia, haciendo notar que el orden mundial actual nos enfrenta no solo a la contradicción CAPITAL VS. TRABAJO, sino también a la de MODO DE PRODUCCIÓN VS. AMBIENTE (o naturaleza, equilibrio ecológico, impacto ambiental…) Es decir, no solo hay que transformar las relaciones de producción, sino también modificar la visión de sobre explotación de la naturaleza que, indistintamente del modo de producción, nos está conduciendo a la destrucción planetaria.
Mis felicitaciones por tan estupenda reflexión. La difundiré.
Saludos.
Muchas gracias.