En el centro de la capital, justo al lado de uno de los pulmones de Caracas, se levanta el Teatro Teresa Carreño, un escenario de dimensiones monumentales que, en sus casi cuatro décadas de existencia, ha brindado espacio a todo tipo de expresiones y manifestaciones artísticas.
Sin duda alguna, es la obra arquitectónica y cultural más importante construida en la Venezuela del siglo XX. Se trata de una imponente edificación que, con 80 mil metros cuadrados de construcción, se erige como centro de un complejo cultural conformado por el Museo de Bellas Artes, el Museo de Ciencias Naturales, el Museo de los Niños, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, la Galería de Arte Nacional, y la sede de la Universidad de las Artes, teniendo como marco el Parque Los Caobos, con el cual llega a integrarse.
Desde que abrió sus puertas en 1983, no solo ha generado un importante valor cultural para el país, también ha convertido en un ícono y el escenario por excelencia de grandes eventos, como conciertos, musicales, óperas y recitales.
Además de por su monumental edificación, destaca por su avanzado aparato tecnológico, proyectado con los más altos estándares de calidad, versatilidad, particularmente términos acústicos y de escenografía, que lo hace un espacio idóneo para todo tipo de espectáculo.
Monumentales dimensiones
Esta obra, ideada por el arquitecto Tomás Lugo, fue construida sobre un terreno de más de 22 mil metros cuadrados. De grandiosas dimensiones, que abarcan 80 mil metros cuadrados de construcción, en el Teatro Teresa Carreño predomina de manera orgánica el espacio abierto, vinculando las dos salas principales a través de colosales espacios permeables que permiten al visitante, integrarse al contiguo Parque Los Caobos.
De hecho, las conexiones visuales con este espacio natural que lo circunda, enriquecen aún más este complejo teatral.
Los espacios abiertos de esta edificación se trasforman en escenarios de diversas actividades culturales, de la misma forma que los espacios cerrados, gracias a las terrazas de diversos tamaños y alturas. Estas terrazas, que se superponen unas sobre otras definiendo el espacio abierto, estructuran la columna vertebral del teatro.
Epicentro de las artes
Reconocido internacionalmente, y a punto de cumplir cuatro décadas al servicio de la cultura, este epicentro de las artes ostenta el segundo lugar en Suramérica como infraestructura dedicada al quehacer artístico, solo superada por el Centro Cultural Néstor Kirchner, ubicado en Buenos Aires, Argentina.
Desde el siglo XX, el Teatro Teresa Carreño es por excelencia el lugar para la realización de los grandes eventos, conciertos, musicales, óperas, recitales, por su gran capacidad y los avances tecnológicos que lo han definido desde sus inicios. Características que le otorgan la versatilidad requerida para adaptarse a prácticamente todo tipo de espectáculo.
Actualmente se desarrollan en el Teresa Carreño diferentes disciplinas: música, danza y teatro, tanto en sus salas como en las terrazas y plazas, las cuales sirven además para la presentación de conciertos al aire libre, teatro de calle, exposiciones, conferencias, ferias, actividades comunitarias y otros eventos artísticos o socio-culturales.
También alberga las sedes del Coro Operático y el Ballet Teresa Carreño, así como una sala dedicada a la pianista Teresa Carreño (1853-1917).
Su historia
La construcción de este destacado teatro se inició a comienzos de la década de 1970, a partir de la necesidad de suplir los requerimientos culturales de una ciudad que había crecido y para la que el Teatro Municipal ya era insuficiente.
Inicialmente se pensó en construir una sala de conciertos para la Orquesta Sinfónica Venezuela, por lo que la junta directiva del Centro Simón Bolívar se abrió un concurso de arquitectura para el anteproyecto. Resultando ganador el proyecto presentado por Jesús Sandoval, Tomás Lugo y Dietrich Künckel.
Sin embargo, en 1971, el presidente del Centro Simón Bolívar, Gustavo Rodríguez Amengual, pidió que se transformara en una sala de usos múltiples que permitiera, además, presentar ópera, ballet, conciertos y otras manifestaciones de las artes escénicas o musicales.
Así se hizo, y desde el 12 de febrero de 1976 estaba en funcionamiento la Sala José Félix Ribas. Pero fue el 19 de abril de 1983, con la inauguración de la Sala Ríos Reyna, cuando el Teatro Teresa Carreño se abrió completamente al público, con un concierto de la Orquesta Sinfónica Venezuela, dirigido por el maestro José Antonio Abreu.
De concurso
Fue concebido como un gran atrio público que conectara los distintos edificios culturales ubicados a su alrededor, accesible desde el parque Los Caobos.
Con la participación de reconocidos expertos en distintas áreas para su diseño y edificación, el Teatro Teresa Carreño fue dotado con un sistema técnico de alta calidad. El equipo interdisciplinario incluyó a los ingenieros José Luchsinger, Cecilio Luchsinger y Federico Almiñana en la estructura.
Además, participaron como consultores los mismos que asesoraron a Villanueva en la acústica del Aula Magna de la UCV: Bolt, Beranek y Newman. La mecánica teatral estuvo a cargo de George C. Izenour, inventor y pionero en esa área, y asesores como el ingeniero alemán Hans von Malotki, experto en diseño de iluminación arquitectónica, quien trabajó en los edificios más significativos de Berlín como la Nationalgalerie, la Staatsbibliothek y el Reichstag.
EI cálculo estructural fue responsabilidad de los ingenieros José y Cecilio Luchsinger, Federico Alminara, Natalio Manchellum y José Ignacio Pulido, quienes realizaron las instalaciones eléctricas. Mientras que, la parte mecánica fue realizada por los ingenieros Isaac Kizer y Yolanda Sánchez con la consultoría de la compañía John L. Altiere y asociados.
Dos salas principales
El Teatro Teresa Carreño cuenta con dos salas principales. La sala José Félix Ribas, con un aforo de 347 personas y la Ríos Reyna, con una capacidad para albergar 2 mil 367 espectadores.
Su primera sala, la José Félix Ribas, se encuentra al descender de la escalinata donde remata el corredor de acceso principal del teatro. Inaugurada en febrero de 1976, fue diseñada inicialmente para música de cámara, pero se usa también para música sinfónica, teatro y danza. Un pequeño foyer antecede la entrada a la sala desde el magnífico hall cubierto, en cuyos espacios abiertos al clima del trópico, se presentan eventos culturales, cobijados por una importante obra de Jesús Soto.
Está configurada como una sala de conciertos semicircular. “El tema del anfiteatro le da orden y logra, con pocos recursos acústicos adicionales, un sonido de muy alta calidad. Los triángulos de concreto de su techo fueron enriquecidos por las Pirámides vibrantes sobre progresión blanca y negra, de Jesús Soto (1923-2005), obra artística de función acústica.
La sala Ríos Reyna, la segunda inaugurada y la más amplia, es de uso múltiple. Su acceso está precedido por una escalera mecánica que comunica a las terrazas donde se encuentran las entradas al patio central, al foso de orquesta o al gran balcón. Tiene dos niveles, platea y balcón, con dos configuraciones básicas: concierto y espectáculos escénicos (ballet, ópera y teatro). El escenario, con boca variable (entre 17 y 25 metros de ancho), tiene mecanismos hidráulicos y plataformas móviles que le dan la flexibilidad para adaptarse a los requerimientos de cada evento.
Un espacio integral
Diferentes obras de arte se integran en los espacios del complejo teatral. Entre las que destacan aquellas que se hacen sinergia con la estructura. Las creadas por el artista cinético Jesús Soto, que se integran de forma admirable con la arquitectura del teatro: Nubes Blancas; Cubos vibrantes sobre proyección blanca y negra, en la entrada de la Sala Ríos Reyna; y Cubos virtuales blancos sobre proyección amarilla. Así como los telones “Escritura negra sobre fondo blanco” y “Telón cortafuego”, también de la Ríos Reyna.
Por otra parte, en la fachada de la cúspide troncopiramidal del escenario de la gran sala se ubica la obra “Relieve mural sobre pantallas inclinadas” de Harry Abend.
Pero también se puede disfrutar de las creaciones, integradas en la arquitectura del Teatro Teresa Carreño, de los reconocidos artistas plásticos Erling Oloe, Vicenzo Gemito, Jorge Pizzani, Martín Leoncio Funés, Pedro Basalo y Colette Delozanne.
Con información de Registro de Patrimonio Cultural, IAM Venezuela, Guía CCS y Alba Ciudad
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